Bye Bye Now: melancólica mirada al futuro


No es el tiempo el que pasa, pasamos todos nosotros

Anónimo

A principios de los 80 mi madre decidió que lo mejor para tener una vida tranquila era mudarnos a un suburbio del Distrito Federal. La colonia era tranquila, típico barrio de la entonces no tan golpeada clase media, una ciudad que con el paso del tiempo cedió su planeación a un crecimiento desorganizado que no tardó en afectar la calidad de los servicios públicos, pero para entonces ya todos los miembros de mi familia habían encontrado su propio camino hacia su propio hogar.

Uno de los servicios más difíciles de obtener era el servicio telefónico, aún bajo el control del gobierno, Teléfonos de México era una empresa altamente ineficiente, el personal, desde las secretarias hasta el gerente gustaban tener una actitud que ni los mismos semidioses griegos en su tiempo de gloria, tener una línea particular en ésa ciudad era pues, un privilegio y señal de estatus.

Las colonias eran tranquilas y seguras, las casas amplias y frescas en el verano… pero en términos de funcionamiento eran un cascarón. Fuimos felices, aislados pero felices. Y quizá fue ese aislamiento al que nos llevó mi mamá con la mejor intensión lo que paradójicamente nos acercó a nuestros familiares, recuerdo que verlos era motivo para organizar largas tertulias que a veces duraban todo el fin de semana, había mucho de que hablar.

No es que no abundaran las cabinas telefónicas, pero casi todas estaban en condiciones lamentables por falta de mantenimiento, aunque había una que pocos conocían: “el escondido” era un teléfono que se encontraba a la entrada de un camino poco transitado que, a medida que los vecinos (casi todos nos conocíamos) fueron descubriendo, lo de “escondido” fue perdiendo su razón de ser, y en lo que fue un camino poco transitado fue más común ver largas filas de mujeres clasemedieras con medias y emperifolladas esperando turno para comunicarse con sus parientes, sí, esos parientes que al igual que mi madre habían dejado en su búsqueda por una vida más tranquila lejos del Distrito Federal. No éramos tan especiales.

Así, indirectamente el teléfono “escondido” terminó por cumplir su función como instrumento de comunicación, sólo que en vez de que la comunicación se estableciera a través de él, las largas filas propiciaron que la conversación principal se realizara al rededor de él. Fue en esas filas donde muchas solitarias amas de casa descubrieron que sus hijos iban a la misma escuela, establecieron citas para reunirse en casa de alguna de ellas para pasar de la conversación informal al chisme con el café y bocadillos de rigor.

Los niños dejaron de jugar en la calle esperando por sus madres y en su lugar empezaron a juguetear en los patios de las casas de las nuevas amigas y “vecinas, madres de sus nuevos amigos y vecinos. Las familias aisladas dejaron de serlo, gracias a la indirecta intervención del teléfono.

Poco tiempo después mi mamé logró que instalaran una línea privada en casa y, por lo menos en casa, todo regresó a la “normalidad”, las distancia que antes parecía corta para utilizar el “escondido” ya parecía kilométrica, con todo y que se trataba de apenas 4 cuadras; los amigos más a la mano fueron aquellos que tenían también líneas privadas en casa aunque vivieran en colonias vecinas, los parientes dejaron de ir a casa y se limitaron a saludar o sostener breves conversaciones telefónicas. Eventualmente hubo dos líneas instaladas en casa, hasta la llegada del teléfono móvil.

Supimos que una era había terminado cuando mi madre y yo fuimos a cancelar la línea adicional porque ya no era necesaria.

Bye Bye Now es un documental corto irlandés que se centra en historias como la mía, sobre una población en Irlanda y su relación con las cabinas telefónicas y la historia de sus habitantes en torno a ellas, así como su apego a lo que representan. Los testimonios van desde una joven contemporánea que lamenta el retiro de la cabina de su población, porque en ella se resguardaba de la lluvia mientras espera el autobús para ir a la escuela, hasta una pareja de ancianos que narra las largas caminatas que ella debía realizar para recibir la llamada de su pareja quien vivía en una población lejana.

Filmado con un ritmo dinámico, Bye Bye Now es un acercamiento a un objeto cotidiano que a menudo obviamos por su misma contidianidad y rápida evolución y modernización. Es un alto para recordar, un momento para respirar, es íntimo, tratado con la naturalidad de una sonrisa o una lágrima, es un documental que reafirma, como en mi caso, que no importa lo especiales o distintos que nos sintamos, la evolución de las sociedades en términos de comunicación ha sido el mismo independientemente de la ubicación geográfica, la raza o el idioma.

Dirigida por Aideen O’Sullivan Bye Bye Now termina su viaje preguntando a los improvisados narradores: ¿cuándo fue la última vez que utilizó una cabina telefónica?

Bye Bye Now se está presentando durante el 4o tour de cortos en Eurochannel.

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