El Aro 3: La desevolución tecnológica y narrativa de la saga

Como muchos de ustedes saben, soy de Culiacán, lugar donde la gente es abierta, imprudente, dice lo que piensa sin filtro pero eso si, bien cálida y hospitalaria. Pues corría el año de 2002 cuando un primo culichi me dijo “¡Prima! ¿Ya viste una película de un video que si lo ves te mueres a los siete días?” y pues no, no había visto ni la película ni el video y total que fui a ver de que estaba hablando.

Íbamos una amiga y yo bien armadas con palomitas y refresco y con un teléfono celular de aquel entonces que solo servía para llamar o recibir llamadas ¡Punto! (el máximo lujo era que daba la hora…. ¡Ah! ¡Qué tiempos!). Empezó la película y pues entre brinco y brinco nos divirtió mucho; qué miedo ver ese extraño video de una serie de imágenes en blanco y negro que parecía no decir nada, pero resultó decir mucho. La valiente madre luchona ve el metraje y entre que anda viendo que pasa, el chamaco sin permiso prende la tele, pone la videocasetera, mete el VHS o Beta (no recuerdo), y le da PLAY. Ve el video completo y al terminar suena el teléfono fijo de casa, levanta el auricular y oye una siniestra voz que dice “Seven days” (Siete días) ¡La sentencia estaba dada!  (me siento bien vieja contando esto pero quiero torturar a los Millennials)

Ahora la madre tenía siete días para salvarse ella y su hijo. Al final lo descubre y Fin… pero antes de terminar entendemos porque se llama “El Aro“, o sea que si lo ves es que ya estas por morir. Nos quedamos mudas pidiéndole a Dios que no sonara el celular. De repente un par de culichis con ese acento que nos caracteriza dicen: –“¡!Loco!! Entonces ¿ya no mas nos quedan siete días?” – “¿Te sonó el celular? – – ¡pos ni tengo! – – ¡ah! ¡pos a ver si llegando a la casa tu Ama te da el recado de que llamó la plebe esa greñuda! – “¡La experiencia fue lo mejor de la película!

En el 2005 sacan El Aro 2, con el mismo chamaco con cara y actitud de adulto chiquito y su misma mama luchona interpretada por Naomi Watts de nuevo, y pues a pesar de que se cambian de ciudad, el casete vuelve aparecer y a cobrar la vida de un adolescente; con esto nuestra heroína da con el casete lo destruye y se cree a salvo, ¡pero no! Samara ya no necesita del casete para atacar gente porque ahora es personal y va detrás de la mujer y el hijo. Esta buena pero siempre es mejor la primera (además de que ya no me tocó ver al par de culichis al final)

Y así pasaron los años, la tecnología cambió y si a alguien le llegara el maldito casete pues difícilmente podría verlo porque se descontinuaron las videocaseteras y casi nadie tiene o usa la línea telefónica fija en casa. De alguna manera podíamos decir que estábamos a salvo de la diabólica Samara y de otra secuela. Pero otra vez subestimé las pocas ideas que tienen en Hollywood y la necesidad de hacer billetes con una formula ya probada.

Doce años después nos presentan El Aro 3.

En una ciudad “X”, un maestro de universidad encuentra en un bazar de antigüedades un casete VHS y una videocasetera y ¡ZAZ! ¡Es el famoso video de Samara! Corte.  Una pareja de bellos jóvenes universitarios están en la cama despidiéndose y jurándose amor eterno. Holt, el chico, parte ese día a la universidad y Julia, la chica, se queda en su pueblo natal. Todos los días se llaman por SKYPE, pero Holt deja de conectarse un par de días, no pone ningún tweet, no actualiza el estado del Facebook, ni un Snap con carita de perro, no publica nada de lo que comió en Instagram, la deja “en visto” en Whatsapp y ni contesta las llamadas; eso, hoy en día, es señal de que, o está muerto, o no tiene saldo y no ha encontrado una red libre de WI FI, o nadie le ha pasado datos, o peor aún ¡Perdió el celular! Nuestra Julia, obvio,  se preocupa  y se lanza a la búsqueda física de su amado en la universidad. Ahí descubre que Holt participó en un proyecto del antes mencionado maestro y tiene siete días para conseguir un relevo, alguien que vea y haga una copia del video. Y Julia, sin decirle a Holt y todo sea en nombre del amor, ve el video. Pero ella al copiarlo, se da cuenta que es mas largo y tiene mas datos que solo le fueron dados a Julia. ¿por qué? ¡quien sabe! Pero es la chica guapa de la película y pues tiene que salvar al mundo.

Ahora resulta que nos cuentan la historia de quienes fueron los padres de Samara y como fue engendrada. Y bueno, ni Vincent D´Onofrio en su papel de ciego cura católico pederasta salva esta secuela tan tonta e innecesaria.  Yo no sé si hizo falta el chamaco con cara y actitud de adulto chiquito y su madre luchona, pero la película es mala y no encausa ningún susto, brinco ¡Nada! ¿Qué no se supone que así lo estipula el género del terror?

Dentro de toda la absurdez, la cinta se encuentra mal actuada y se hace de los mismos elementos previos para su “funcionamiento millennial – nostálgico”: que si la mosca, que si el agua, que si la plebe greñuda gateando en vez de caminar y lo peor es que ahora con la tecnología, Samara consigue hacer viral su video y parece que hay “El Aro” pa’rato! ¡Dios Mío! ¿Dónde quedaron las buenas historias de terror?

Volví a extrañar a los culichis para que al menos me hicieran reír, otra vez, al final.

Etiquetas:  

Acerca del autor

Cinescopia   @Cinescopia   cinescopia.com

Equipo editorial de Cinescopia.


1 Comment

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*

*

*