El esqueleto de la señora Morales.

Este día de muertos, subo un post sobre una película única de verdad, merecedora de acompañarnos este día. “El esqueleto de la señora Morales” (1960), del director Rogelio A. González; con las actuaciones de Arturo de Córdova y Amparo Rivelles. Una espectacular historia basada en el cuento “El misterio de Islington” de Arthur Machen. Gloria es una fanática religiosa, amargada y aunque muy guapa atormentada por un defecto en una  de sus rodillas, casada con Pablo un taxidermista alegre, optimista, esperanzado en tener familia y vivir en paz. Ambos viven un matrimonio de infierno con estas diferencias, más la intromisiones de las amistades religiosas de Gloria, motivo  por el cual, Pablo idea un plan para cometer el crimen perfecto, sin embargo, éste no existe, así que Pablo es acusado y tendrá que demostrar su inocencia.

A veces la muerte resulta la única salida para un matrimonio, cumpliendo con esto, aquello de “hasta que la muerte los separe” El diseño de arte, simplemente increíble, mostrándonos un ambiente lúgubre, tenebroso y oscuro —lleno de muerte y cadáveres—. Muchos coinciden en que esta película no hubiera llegado a ser lo que es sin la actuación de Arturo de Córdova, con esa voz profunda y seductora, con la dichosa frase: ¡Quiero paz, sólo paz!

Con un humor ácido y elegante nos ocasiona esa sensación de reírnos de algo con lo cual al mismo tiempo nos paralizamos. Nos identificamos perfecto con el personaje de Pablo quien sufre atrapado en el matrimonio con Gloria y haciendo al lado todas esas pequeñas cosas de la vida que causan disfrute en pos de una vida decente. Arturo logra con esa capacidad histriónica llevarnos ——como en la fotografía de esta película— por los claroscuros de este personaje que nos atraviesa con agudos cuestionamientos morales.

Y Amparo Rivelles, increíble en su actuación como mujer, que se vale de todos los medios para retener a  un hombre, de manera igualmente consciente decide tenerlo en falta durante toda la película, llenando a Pablo de culpa, enojo, frustración y tristeza.

Un detalle importante es que Luis Alcoriza, quien se encargo del guión, tenía toda la experiencia de haber trabajado con Buñuel. En estos días sobre muerte, horror y tradiciones religiosas es buena idea desempolvar esta película.

 

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