Elizabethtown: todos somos sustitutos

Estoy seguro que un día Cameron Crowe (Almost famous) pensó: “quiero hacer una película sencilla, con temas simples como el amor, la vida, la muerte y el amor” y lo logró.

Con argumentos que salen del alma de la más extraordinaria pureza y un lenguaje directo y sencillo esta pieza de belleza singular, parte road movie parte comedia, prepara un cóctel con los sentimientos más humanos y básicos que sirve en copa de gala para delicia del público, un vistazo al interior, la importancia de cerrar círculos, el significado del amor y vivir por amor a la vida son tocados en esta cinta.

Un buen día Drew Baylor (Orlando Bloom) debe lidiar con el fracaso de un megaproyecto confiado por una fábrica de zapatos, una llamada telefónica de su hermana Heather (Judy Greer) anunciando que su padre ha muerto y su madre está atravesando una crisis existencial, todo esto, además, interrumpe un torpe intento por suicidarse. No sólo eso, debe ocuparse de los preparativos para el funeral de su padre Mitch (ausente), lo que implica viajar a su pueblo natal… Elizabethtown.

You are a son of a Mitch” dice la azafata Claire Colburn (Kirsten Dunst) al afligido Drew y entonces sabemos de qué va la película. Drew está bastante aturdido con lo que sucede a su alrededor para darse cuenta que la tranquilidad (¿felicidad?) que busca está al alcance de la mano, los problemas cotidianos le han vuelto un satélite de su propia vida, se ha estirado tanto para lograr el éxito que ha quedado suspendido entre su realidad y aquélla que anhela.

Claire, por su parte, ha construido un mundo en el que la aceptación de los fracasos es toral, fracasos que colecciona y guarda en un lugar en que no puedan hacerle daño, los guarda y banaliza antes que se conviertan en pesadas anclas. La falta de “suerte” para encontrar el amor ha vuelto a Claire una “persona sustituta” de esas que sólo sirven como distracción mientras la pareja en turno descubre el verdadero amor en alguien que jamás será Claire, pero conserva la fe porque dentro de ella sabe lo valiosa que es.

Un pintoresco elenco conforma un cuadro difícil de olvidar que nos hará sentir como en casa, y el momento clave de la historia está acentuado por una intimísima versión de Moon River (Henry Mancini) que acompasa el recuerdo que cede su paso al olvido de una siempre perfecta Susan Sarandon.

A partir de ese momento la cinta estará acompañada por un soundtrack inolvidable y perfecto para quien cuente con las referencias necesarias, para quien no, significará el descubrimiento de un tesoro musical invaluable.

Durante su regreso a casa Bloom deberá cerrar ventanas y heridas, y aprenderá a retomar el camino. Verá la vida con nuevos ojos y aprenderá que la vida vale por lo que se ama, no por lo que se tiene.

Quien sabe, si una planta puede brotar entre el cemento siempre es posible encontrar el amor: “hasta un sencillo salmón es capaz de nadar contra la corriente con un sólo propósito: sexo, claro está… pero también para vivir“.

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