La Vida de los Otros: Espejo de Uno Mismo

Inicia un nuevo año y con é,l nuevos propósitos, vigor fortalecido y nuevas metas por cumplir. Y a manera de tarjeta tardía de buenos deseos a través del séptimo arte dejo esta, mi primera colaboración del año, mi recomendación de una excelente cinta europea que invita a la reflexión.

La historia se desarrolla durante la división del Estado Alemán después de la Segunda Guerra Mundial y en pleno auge de la guerra fría años antes de la perestroika (reestructuración, en ruso) impulsada por el presidente Mijail Gorvachov. Un ambiente con la tensión necesaria provocada porla justificada paranoia de los habitantes del antiguo bloque comunista. Es aquí donde encuentro el primer punto de contacto entre una realidad lejana y la vida actual, es verdad que, por lo menos de forma evidente, los gobiernos actuales no ejercen una vigilancia tan severa sobre nuestras vidas… o eso creemos.

El vertiginoso avance y cada vez mayor dependencia de la mayoría de las personas a la tecnología moderna obliga a estar “conectados” 24/7, a entrar en pánico si no recibimos un mensaje vía correo electrónico, teléfono o el dispositivo de su gusto, ya ni hablar de las constantes llamadas que interrumpen nuestro derecho a la intimidad aún en el propion hogar a horas y deshoras del día y la noche bajo cualquier pretexto como bien reflexiona Bouché en el Periódico Mediterráneo, o instituciones financieras que nos buscan frenéticamente si tardamos un día en el pago de la factura o si realizamos compras fuera del área en que generalmente nos movemos (este caso en particular encendió en mí los focos rojos, un gran servicio innegable, pero me dio la sensación de estar tan estrechamente vigilado como un peligroso delincuente). Así, Hacienda, el banco, el servicio del gas, la luz el cable, el policía de la esquina y prácticamente todo aquél con quien convivimos física y virtualmente nos vigila, y nos encanta, de lo contrario no facilitaríamos nuestra localización vía Twitter, Foursquare y cualquier otra aplicación que esté de moda. Estamos bajo la lupa.

Una vez establecida la situación, el director y también guionista de la historia, Florian Henckel von Donnersmarck entra en materia: Hauptmann Gerd Weisler (Ulrich Müher) es un capitán de la policia secreta de Alemania Oriental que se dedica espiar posibles traidores. Hauptmann es un hombre profundamente solitario, meticuloso y estricto, característica de aquellos cuyo vacío existencial impide llevar una vida social plena y satisfactoria, pero eso él no lo sabe. Cuando Ulrich Tukur, jefe inmediato de Hauptmann, le presenta al director de teatro e intelectual Sebastian Koch y su adorable esposa Christa-Maria Sieland el fino olfato de Hauptmann rápidamente identifica a la pareja como posibles traidores al sistema.

A partir de ese momento se establecerá un lazo de anónima complicidad entre Hauptmann, Christa-Maria y Sebastian. La estrecha vigilancia que se autoimpone el solitario Hauptmann a través de una complicada red de micrófonos ocultos en el departamento de los artistas le da una imagen clara de lo que es la vida de los que considera los otros, los traidores, el vigilante empieza a construir una realidad alterna que ejemplifica, justifica y dimensiona el anhelo de libertad. Pero esto sólo es el inicio de una verdad suprema, una vez entreabierta la puerta a esta nueva realidad desconocida hasta entonces para el apático vigía, éste buscará más revelaciones que palien aunque sea un poco su malgastada vida.

La historia fluye rodeada de la evidente corrupción que permea el hipócrita sistema socialista y las atrocidades que se comenten en pos del “bien común” que se ve aún más obscurecido a medida que Sebastian y Christa desnudan sus almas y exponen ignorantes de la vigilancia de que son sujetos, su día a día, sus enormes virtudes y drama humanos que les separa de tajo de un frío régimen que busca estandarizar aún los anhelos más naturales en el hombre.

Una pieza de excepcional belleza en su conjunto, La Vida de los Otros se apoya en un papel voyerista en su base, pero que en realidad habla del poder de la observación y la grandeza del carácter. A medida que Hauptmann entra en las almas de sus vigilados, el personaje crece hasta alcanzar un punto extraordinario de reflexión y autocrítica. La cinta se mueve entre dos mundos que conviven y eventual e inevitablemente chocan con resultados devastadores para el alma, y la vida, que en ese punto ya no es más “de los otros” y evoluciona hasta para ser “nuestra vida, nuestra libertad”.

Una colección de momentos histriónicos portentosa y delicada, en la que los diálogos son sólo acentos que confirman los diálogos que el espectador recrea en su mente y confirmando el vínculo invisible y confidencial que se ha creado entre los personajes y nosotros. El final de la historia es una belleza en sí misma, es un logro, la reconciliación, agradecimiento explícito, pero sobre todo la sublimación del espíritu humano.

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