Lapsus, los límites de la fe

Tirarnos de cabeza a un pozo siendo niños, de adultos, lanzarnos al vacío en paraplente o simplemente agarrar una borrachera “de nevero” son acciones que gustamos realizar por el riesgo que conlleva. No tenemos empacho en aceptar las consecuencias que puedan resultar de nuestra conducta conscientemente riesgosa y nos pretendemos invencibles. Es saber que no lo somos lo que añade emoción a estas conductas abiertamente irresponsables.

Creer que siempre saldremos ilesos de los riesgos a que nos exponemos por diversión o autoflagelo es un acto de fe. Nos gusta sentirnos protegidos y gustamos aún más pretender que somos los hijos favoritos de la suerte, algún dios cuya bipolaridad fluctúa entre la más calmada misericordia y el enojo más terrible, nos gusta picarle la cresta al gallo pues y cuando las consecuencias lógicas aparecen gustamos aún más de poner cara de “yo no fui” y correr sollozando, refunfuñando nuestra “falta de suerte o abandono de dios o la suerte” depende que tan moderno sea usted… para volver a empezar.

El director, guionista, editor argentino Juan Pablo Zaramella aborda este tema con un particular humor lleno de simbolismo sobre esta dualidad humana sobre creer que se estará protegido por un ser superior con una suerte de escudo anti-catástrofe que le mantendrá a salvo a voluntad y deseo.

Esta paradoja se representa a través de una curiosa monja que invadida por la curiosidad se sumerge en lo desconocido (interesante que al inicio la monja se encuentre en el lado blanco de la pantalla y el lado negro represente lo desconocido) con una inocencia casi creíble, mientras va descubriendo su propia persona, sexualidad, pero más allá de todo esto, su propia religiosidad y afán de probar a ése ser en el que confía ciegamente (ya se verá que no tanto) hasta dónde es capaz de protegerla en un ejercicio de falsa devoción.

De manera inocente y hasta infantil la monja de corto va tentando su fe hasta límites casi heréticos en el contexto de la historia. Un dibujo animado digno de reflexión que demuestra una vez más que la risa es el mejor medio para conocernos, explorarnos y probar nuestra capacidad de asombro…. sobre nosotros mismos.

Tres minutos que, además, ejemplifican las consecuencias de vivir en blanco y negro pasando de los matices de gris.

Acerca del autor

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Equipo editorial de Cinescopia.


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