Near Dark: Réquiem por un Vampiro

En Near Dark, Caleb (Adrian Pasdar) es un joven vaquero que ansioso por acercarse a una misteriosa mujer llamada Mae se ofrece a darle un aventón. La chica que a simple vista parece inofensiva, acepta ceder a los embates amorosos del insistente cowboy, quien durante el camino todo el tiempo intenta seducirla. Para desgracia suya pagará caro el asedio, ya que Mae es una mujer vampiro, quien además… no está sola.

Al igual que en Los Muchachos Perdidos (1987) de Joel Schumacher, el personaje se introduce al mundo del vampirismo a través de una colmilluda y atractiva fémina. La diferencia es que en Near Dark, segunda película de Kathryn Bigelow, directora ahora reconocida y ganadora del premio Oscar por cintas como Zona de Miedo (2008), se aborda la situación desde una perspectiva más seria, alejándose de los tópicos adolescentes e imprimiendo un dramatismo que sólo conservaron películas como El ansia (1983) de Tony Scott, en una década en la que el cine de vampiros se tornó más humorístico que terrorífico.

En Near Dark, la metamorfosis del hombre en vampiro se da en términos de dolor físico. Caleb vaga por las desérticas calles de un pueblo estadounidense en busca de ayuda, sin comprender con certeza qué es lo que está sucediendo. Jesee Hooker (Lance Henriksen) le ofrece unirse a su banda de vampiros a pesar de la renuencia de Severen (el recién fallecido Bill Paxton). La condición es que acepte que la única forma de mantenerse inmortal es alimentándose, es decir, matando.

Near Dark (conocida también como Los viajeros de la noche) resulta ser una efectiva amalgama de géneros. Los forajidos del viejo oeste, son ahora vampiros que tras la fachada de una familia de punketos desmadrosos, van causando disturbios a su paso, con pleitos de cantina y balaceras incluidas. La figura de los hijos de la noche se traslada al contexto rural sustituyendo los castillos lúgubres por moteles de carretera.

Apoyada en un pequeño cuadro de actores de entre los que sobresalen el villanísimo Lance Henriksen y un extraordinario Bill Paxton, Bigelow desarrolla una entretenida historia con un presupuesto mínimo, pero con la intención de ofrecer una perspectiva diferente, lo cual se agradece. También hay escenas que recuerdan el cine de Sam Peckinpah (La huida, 1978) y en menor medida el de James Cameron (Terminator, 1984) ex-pareja sentimental de la directora.

He ahí, la principal virtud de Kathryn Bigelow, demostrar que una mujer puede hacer cine con un toque francamente masculino.

Una película escondida y de culto que debe verse si se pretende recordar con justicia la carrera del muy querido Bill Paxton

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Acerca del autor

Flaco Cachubi     blogcinefantastico.blogspot.mx/

Amante del séptimo arte desde que tiene memoria o lo que es lo mismo desde que vio Superman. Sus géneros favoritos son el horror, la fantasía y la ciencia ficción. Ferviente admirador de Hitchcock y asiduo lector de Stephen King. El cine de luchadores, su máximo placer culposo. Se describe a sí mismo como un ser viviente que cultiva su mente, para ser un cadáver muy culto.


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