Rush: un bioepic poderosamente cinematográfico

…Happiness is the enemy. It weakens you.

Suddenly you have something to lose…

Niki Lauda

 

Atención: Spoilers

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La reciente película del director Ron Howard apuntaba a que sería un “biopic” con todas las características del lado más conservador de Hollywood. Con cintas como Apollo 13 (1995) y A beautiful mind (2001), Howard siempre ha presentado historias que si bien se exponen de manera interesante, caen en la exageración del drama fácil y la agenda políticamente correcta. Con Rush (2013) esta tendencia no se muestra y nos ofrece una película poderosa y sencilla en su ejecutar, que si bien tiene rasgos clásicos del subgénero arriba mencionados, la narrativa se centra en aspectos que logran cautivar al espectador y lograr una conexión cinematográfica.

Ambientada en la temporada de la Formula 1 de 1976, la película narra las rivalidades entre el piloto frio y calculador Niki Lauda (un excelente Daniel Brühl), y su competidor el extravagante y temerario James Hunt (Chris Hemsworth). Desde sus inicios como pilotos en la Formula 3, la cinta nos va narrando a modo de flashbacks como la rivalidad de los dos personajes hace que vayan creciendo diametralmente con un solo objetivo: ser el mejor piloto del mundo.

Daniel Brühl and Chris Hemsworth talk about Ron Howard's Rush

Actuaciones que captan realidades

Nunca he sido fanático de la Formula 1, se me hace una exageración llamarle deporte a un entretenimiento elitista y que dista mucho de ser una actividad atlética. Sin embargo, después de ver Senna (2010) entiendo el que tenga muchos seguidores en el mundo debido a la captación de personajes con un símil de la vida en términos de la competencia y la hechura de héroes al estilo épico.  En Rush, la principal cualidad es la ambientación y la captación de las esencias de los protagonistas. Si bien Brühl, ya había demostrado sus dotes histriónicas en la excelente Inglourious Basterds (2009) la recreación del piloto Lauda es sorprendente; mas allá de lograr captar su discurso, tono y manerismos, Daniel se mete en el personaje y logra hacer una transformación que me costó conectarlo con la película de Tarantino. Por otra parte, el australiano Hemsworth logra que nos olvidemos de su interpretación (sic) del dios del trueno y nos trasmite la superficialidad y carisma de un Hunt en sus años mozos. Si bien la calidad de estos actores es demostrada continuamente en la cinta, el punto importante es la dirección actoral de Howard, quien no deja de lado sus años de experiencia y su capacidad de demostrar que cuando quiere puede hacer lucir a los actores, principalmente en las escenas en donde los dos protagonistas lucían en un tono de naturalidad y rivalidad que trasmitía al espectador.

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La sencillez es la esencia de la calidad

Para una película “biográfica” la sencillez en la narración debe de ser pieza importante para su presentación, Howard lo sabe y lo lleva al extremo dotando de un inicio que hace referencia al clímax de la película. El realizador ha aprendido que la sobreactuación, el drama excesivo y los “giros sorpresivos” si bien pueden dar premios de la academia, no hacen que una cinta enganche con un público cansado de clichés; de ahí que su historia como esencia, se centre en la presentación de los motivos personales en torno a sus personajes y como estos generan una postura ideológica de lo que hacen y porque lo hacen.

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Esto se puede palpar en el momento climático de la cinta en donde Lauda sufre el accidente y que da pie a momentos dramáticos bien llevados y narrados, pero que no se saturan de emociones al espectador en búsqueda de una identificación facilona y chapucera. Más allá de eso, el director se sigue centrado en la competencia entre los dos protagonistas (real y metafóricamente hablando) y la conexión del piloto Austriaco con su esposa Marlene Knaus  (una Alexandra Lara, excelentemente, caracterizada).

Los setentas, época que aun se trasmitían valores

Diversos directores nos han llevado en el último decenio películas con referencias a la época de los setentas con diversos enfoques. Desde un film, con tintes políticos magistralmente presentada, Argo (2012); hasta David O. Russell quien en su nueva película American Hustle (2014) nos presentara claras referencias en términos de mostrar que la década de los 70s aun conservan un halo de pureza debido a  la poca estrategia política y económica que empezó a surgir en los ochentas de la mano del postmodernismo y el neoliberalismo. Hay una especie de romanticismo en recrear cine en esta década, debido a sus conexiones con la cultura popular y el pináculo de esta, mostrando grandes exponentes culturales, principalmente en la música y en la cinematografía.

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En el caso de Rush, las referencias son netamente el recrear el espíritu de la competencia “deportiva” desde la clásica referencia del innatismo por el aprendizaje. Hunt representa el espíritu libre caracterizado por la diversión, el talento puro y el ímpetu propio de la juventud de los 70s. Por otra parte, Lauda ejemplifica la posición de la industria triunfalista y que solo reconoce el éxito por sobre todas las cosas, basado en el trabajo arduo y la constancia en términos del aprendizaje de patrones de comportamientos de la memoria deportiva, que sería el pináculo en las décadas de los 90s y en la actualidad. Lauda es una maquina de pensar, mientras que Hunt es el sentir vivo.

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La felicidad y el miedo: la razón detrás de una cinta redonda

Tal vez el momento más intimista de la cinta es en la cual Lauda al verse pleno en términos personales y realizado en sus actividades profesionales, duda en la cuestión de una felicidad plena, dándole la categoría de debilidad y algo no deseado al ser ya vulnerable; aumentada con el clímax de la cinta y su posterior culminación. Si bien, sabemos que es un recurso narrativo, implanta la idea en el cierre del film, en donde más allá de la escena un poco sentimental (de lo poco cursi que le queda a Howard) lo importante es lo que implica la frase. Al final de la cinta, el director nos indica que si bien el desafío del ser humano es el de trascender, no olvidemos que parte importante es el disfrute de los logros por el mero hecho del sentimiento de hedonismo. Finalmente, el espectador puede identificarse con los dos personajes y sus dualidades que se presentan en cada de uno de nosotros. De ahí que más que un ejercicio fílmico, representa una cinta redonda, arriesgada en términos de autor y que deja al director bien parado ante su lado comercial, que esperemos que haya dejado atrás.

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