El más grande y dulce amor. Cinescopia despide al Divo de Juárez.

Perdona si te hago llorar lr cin

Pobrecito del palomo, pero qué necesidad… ya lo sé que tú te vas, ay mi Juanga, por qué me haces llorar. Alberto, Adán, Juan, santísima trinidad de nuestra cultura, cómo decirte adiós.

Mientras escribo y reescribo estas líneas, pienso en que quizá, el país no se había visto envuelto en una desgracia de esta magnitud desde la muerte de Cantinfas, o el terremoto del 85; no se ofenda, de verdad. Piénselo. Medite la cantidad de veces que ahí, en la despedida en un panteón, no lloró usted escuchando las notas de ese gran himno llamado “Amor eterno.” Yo misma lo canté cuando murió mi abuela y trataba de consolar a mi madre entre lágrimas y un dolor muy agudo, de esos que pesan y que aunque pase el tiempo, nunca se quitan.

Juan Gabriel supo mezclar toda la tradición de nuestra música; de esa mal llamada “música regional” (como si ésta sólo se pudiera delimitar por los contornos geográficos que abrazan a la sirena que es la República Mexicana) catapultándola a niveles insospechados.

El hombre amanerado, vestido con toreras de lentejuelas, plantó cara a las botas y el moño de la masculinidad transformada en mariachis, supo hacer suyo el sonido de una nación a través de la música, pagando puntual su tributo, su derecho a ser “de ambiente.” Así, combinó el desgarrador estilo de José Alfredo, el alma y la fuerza de Lola Beltrán, la sencillez de Angélica María y el romanticismo de Armando Manzanero. El resultado no pudo ser más maravilloso.

Juan Alberto Aguilera Valadez sacudió su miseria moviendo con sensualidad sus hombros y explotó su genio con esa aguda y poderosa voz; encontró su fuerza en su debilidad, brincó y giró con gracia y grandeza, esa que hoy, domingo 28 de agosto, se apagó.

Hablar de su carrera, es pensar en 1800 canciones, 10 películas y más de 60 discos que puestos así, resultan insulsos para reflejar su enorme y fascinante trayectoria. La vida y carrera del Divo de Juárez es imposible medirla así. Hoy no murió un cantante, hoy murió nuestro Juanga, compañero de penas de amor, letrista de nuestras desgracias y alegrías, amigo de las desveladas entrañables con la Vero Castro, compadre de Lucía Méndez, embajador de la Dúrcal y la Pantoja; hacedor de milagros filarmónicos y trompetas que retumbaron nuestros corazones, él.

Hoy, el corazón de quien aquí intenta escribir a nombre de todos los que formamos parte de Cinescopia, agradece y rinde tributo al más grande de nuestros compositores.

Veo con melancolía el boleto que pone su nombre y la promesa de encontrarme con su música el próximo sábado, no pudo ser, así fue.

Descanse en paz, Alberto Aguilera Valadez. El eterno, Juan Gabriel.

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Cat Movie Lee    


5 Comments

  • Se fue un icono de la música latinoamericana. Los argentinos estamos conmovidos.

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    • Hola Alejandro. Si en Argentina están conmocionados imagina en México. Ni hablar, nos queda su enorme legado. Abrazos hasta el sur.

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  • Adios Juanga, nunca te olvidaremos; Pero por favor medios, dejen de lucrar con él.

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    • Hola Max. Efectivamente, nunca olvidaremos a Juanga y todo su enorme legado musical. Lo de lucrar con él espero que no lo hayas dicho por nosotros. Aquí escribimos por puro gusto y quienes formamos parte de este H. Blog. no recibimos nada a cambio más que el puro placer de hacer un mundo más lleno de alegría. Saludotes 🙂

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      • No, no, no, para nada, fue como pensar en voz alta refiriendome a esos medios que únicamente buscan la nota morbosa para generar rating.

        Saludos

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