Jason Bourne: Del olvido no me acuerdo

Que producto tan lleno de ironía es Jason Bourne, quinta película sobre el agente creado por Robert Ludlum, donde Damon y Greengrass vuelven a formar dupla, explotar los recursos clave de la saga y encaminar nuevos y trepidantes números de acción sin un elemento clave: el olvido, vehículo motivante del ex agente de la CIA que aquí deja de lucir como el protagonista para convertirse en una simple excusa vengativa, anulando la humanización de un personaje que ahora recurre más a la venganza que a la búsqueda de una coherencia narrativa. En otras palabras, en su propósito por humanizar a Bourne, el guion de Christopher Rouse y el mismo Greengrass convierten al agente en un robot incapaz de detenerse a pensar si esta historia es suficiente para su regreso de dos horas.

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La introducción y la interacción parecen familiares: En su exilio, Jason Bourne es contactado por una antigua colega que al parecer tiene la última pieza del rompecabezas de su origen e inicialización; aunque el agente ya recuerda, un misterio envuelve su primer reclutamiento. El tratamiento fluye y no hay tiempo para dramas; Greengrass arranca su odisea de espionaje internacional adaptando de manera eficaz el conflicto en la época actual, entre el caos social de Grecia, complots gubernamentales para vigilar a la población mediante las redes sociales y hasta referencias al caso “Snowden”, Bourne resurge para descubrir un poco más allá de su pasado ¿Pero ese pasado es atractivo?

La respuesta es un rotundo no. Los motivos del antihéroe se opacan incluso ante la supuesta “tangente” de las redes sociales (Claro parecido con Facebook) y el director se las arregla para que su agente y el espectador puedan sobre vallar todos los minutos gracias a 4 o 5 secuencias –casi persecuciones- que embelesan y sirven como nexo a una historia que no se decide hacia que esquina irse. Un típico caso de dirección sobre guion, Greengrass de nuevo sobresale de toda la producción al demostrar la valía del que quizá sea el mejor director de acción en la actualidad, con escenas que tienen su clímax en una de las mejores persecuciones no solo de la saga, sino de la historia del cine, la cual tiene su lugar en esta ocasión en Las Vegas

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El rubro actoral palidece también junto al guion; no hay nadie que sobresalga pero sí que decepcione. Por un lado Matt Damon, Julia Stiles, Tommy Lee Jones y hasta Riz Ahmed cumplen sin ir más allá, sin embargo la sorpresa viene de Alicia Vikander, la cual quizá no tenga la culpa sino el guion, pero su personaje luce sobrado y forzado, como si se tratase de un elemento amarra-secuelas sin ningún tipo de importancia narrativa en esta cinta. Por último Vincent Cassel no es el suficiente antagónico, un actor sobrevalorado que no le va el juego de espías ni creerse el malo; con diálogos fuera de lugar quizá él tampoco tenga vela en el entierro, sino el cast y otra vez el guion.

En conclusión, Jason Bourne logra apenas sobresalir como un interesante ejercicio de acción y secuencias de espionaje situándose como la menos agraciada de las cuatro cintas interpretadas por Damon; el fanático se sentirá cómodo al saber que todo se encuentra en su lugar, solo con un poco de más arrugas: el registro facial de Damon, la anulación de sonrisas, el tono serio y complejo, las referencias a las nuevas tecnologías en pro de la corrupción gubernamental, el maravilloso soundtrack y las pistas de John Powell y hasta la clásica inclusión de Moby y su  tema Extreme Ways que marca los créditos finales, sin embargo, tanto el allegado a la saga como el espectador en general sentirá un hueco al nunca poder explicarse si aquello era para tanto.

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De buena o mediocre manera, Jason Bourne ha regresado, pero si la productora consigue encausar más secuelas mediante ese final abierto (Y de lo mejor del film, dramáticamente hablando) necesitará mucho más libreto e historia para justificar todo este “Desmadre Bourne”. Por lo pronto, el fanático puede sentirse conforme y no  traicionado

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


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