La Reina de Katwe: El Disney de siempre, pero para marginados

Disney es una fábrica de historias hechas para que los niños, jóvenes y familias siempre se sientan seguros e inspirados. Llevan con su fórmula desde que se fundó hace muchos más años de los que nos podamos acordar. No son tontos y se manejan de acuerdo al gusto de su público objetivo y los eventos alrededor del mundo. Es por ello que su fórmula se ha ido adecuando cada vez que es necesario pero sin dejar de lado la esencia. En otras palabras es como ver una telenovela de Televisa porque sabes que al final el protagonista siempre saldrá vencedor. Jamás Disney te mostrará una historia donde el protagonista no sea inspirador, o tenga una vida o drama que haya inspirado a otros. Esa es su fórmula y les ha funcionado a la fecha.

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La Reina de Katwe, la nueva cinta de la casa del ratón no es distinta. Tiene todos los clichés, giros y etapas por las que debe pasar un personaje Disney, ya sea de película o serie adolescente, no hay nada nuevo.

Probablemente lo único nuevo sea que ahora nos muestran un mundo marginal, gente viviendo en el basurero, como ver a María la del Barrio, pero negra. Phiona es una niña de unos 12 años aproximadamente, que no sabe leer ni escribir (si sabe contar) y vive con su madre y sus hermanos, su padre murió y eso puso a la familia prácticamente en la calle pues la sociedad no es muy amable con una mujer sola y con hijos. La sociedad de Uganda es de esas donde una mujer vale por lo que el marido valga y si no tiene marido pues… Pero la madre de Phiona no se da por vencida y hará lo que sea para llevar comida a la boca de sus hijos. Ven la diferencia con una clásica de Disney para blancos, aquí se trata de llevarse el pan a la boca.

Un día Phiona se percata que su hermano menor no está vendiendo como debería, lo sigue para ver donde se mete y es así que descubre el mundo del ajedrez. Con una sencilla premisa nos son presentados los protagonistas de esta historia basada en hechos reales.

En este lugar Phiona aprenderá a desarrollar su cerebro jugando ajedrez y por primera vez se dará cuenta que puede aspirar a más que vender maíz por las congestionadas calles de su pueblo.

No es que la película sea mala, sino que ya la hemos visto antes, solo que antes los protagonistas eran niños blanquitos de ojos de color que vivían en elegantes casas de los suburbios y cuyo sueño era el baile de graduación, el concurso de baile, dirigir la clase, su banda musical, la estación de radio, la carrera o el campeonato… todos al parecer sueños de niños blancos. Esta chica de color no tiene sueños, los va adquiriendo poco a poco.

Pero es Disney, ya sabemos cómo va todo; por eso no es de extrañar que el personaje pase por las etapas de:

Autodescubrimiento: Ajalas, puedo hacer algo más que vender maíz en las calles o ser prostituta.

Lograr colocarse: Anda, mira que soy más buena en esto de lo que yo misma pensaba, todos me la pelan, le parto la mandarina en gajos al que se me ponga enfrente.

La soberbia: Soy bien chingona ni debería perder el tiempo con estos losers, menos debería perder el tiempo ayudando a limpiar la pocilga que es mi casa

La prueba: soy tan chingona que no importa que sea un campeonato mundial van a saber quien es Phiona de Katwe, Uganda y me van a amar.

La caída: Mátenme que no soy tan sácale punta como creí, no merezco vivir, porqué nadie me dijo que podía perder así?

El convencimiento: No puedo ser tan mala, voy a intentarlo de nuevo, quiero salir de esta pocilga y cuanto antes mejor

Lección aprendida: A wevo, sabía que no era mala, pero ora no lo gritaré a los cuatro vientos, no se me vaya a salar.

Retest: Chingue su madre el América este campeonato es mío

Premio: Nada como restregarle el triunfo en la cara a los que perdieron frente a mi (pero de forma muy humilde)

Epílogo: ¿Verdad que se sintieron motivados? ¿sintieron el airecito de la Rosa de Guadalupe?

Esa es básicamente la fórmula para todas las películas de Disney, y no es que sea mala sino que es eso, la misma historia siempre, solo varían los factores como los nombres de los protagonistas y la situación, pero la esencia es la misma. Pudieramos rescatar la actuación de Lupita Nyongo pero es muy del montón, haga de cuenta Thalía defendiendo a su familia y con el barrio respaldándola. Aunque Madina Nalwanga (Phiona) no lo hace mal tampoco es como que vaya a ganar algún premio al igual que David Oyelowo en su papel de Robert Katende, digo, lo hace bien pero no es un Sidney Poitier.

Aquí no hay drama, bueno, solamente una escena que amenazaba con ser dramática pero se quedó en ya merito así que, lo dicho, aquí no hay drama ni lo habrá pues difícilmente veremos una historia más allá de la ya mencionada fórmula. Y al ser basada en hechos reales significa que a wevo debe tener su final feliz porque sino para que se iba a molestar Disney ¿no?

En otras palabras esta es una película perfecta para verla un domingo por la mañana después de misa y antes de comer. Es la típica motivadora que pondrían las televisoras locales un fin de semana por la mañana. Si usted está a gusto con eso entonces esta es su película.

Si la va a ver seguro le gustará, si no la ve no se perderá de mucho. La decisión final la tiene usted querido lector.

 

¡Hasta la Próxima!

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