Solo: Una innecesaria pero entretenida historia de Star Wars

Esta nueva generación de películas de Star Wars no se puede entender sin el contexto de Disney. El ratón compró los derechos de autor por $4,000 millones de dólares de George Lucas y por tanto están comprometidos a recuperar su inversión inicial. Lucas también veía su franquicia como negocio, pero la gran diferencia de la producción de Disney es lo que se conoce entre agencias como diseño por comité y sus resultados impredecibles.

El despido de los directores Lord y Miller (supuestamente por su estilo “improvisado” de dirección) pudo haber sido una consecuencia de esto, pero si los rumores son ciertos y querían darle a la película un aire de Guardians of the Galaxy, yo personalmente no podría estar más feliz de que Ron Howard haya tomado el mando y que decidiera filmar de nuevo el 70% de producción. Si esto no es señal de que algo no andaba bien, no sé que lo es.

Solo: A Star Wars Story es la historia de origen del emblemático personaje Han Solo, protagonizado por Alden Ehrenreich; no la necesitábamos, no la pedimos, pero de cualquier forma aquí estamos. Han y su novia Qi’ra, protagonizada por Emilia Clarke, viven en los barrios más bajos de Corellia, un planeta industrializado bajo el control del Imperio. Sin nada que perder, intentan escapar juntos de ese lugar sin futuro y termina separándose de Qi’ra quien no lo logra. Sin nada más en la vida, Han termina uniéndose al Imperio para lograr su sueño: convertirse en piloto. Nada sale como espera (porque no sabe seguir órdenes) y termina como infantería en una de las guerras de conquista del Imperio, donde podemos ver por un momento como eran estas batallas con estética de la primera guerra mundial y entre trincheras.

Más adelante conocemos a Beckett, protagonizado por el fantástico Woody Harrelson, un habilidoso pistolero que hará de mentor de Han, mala influencia y que lo introducirá al traicionero mundo de los sindicatos mafiosos y contrabandistas de la galaxia. Chewbacca vuelve a la vida con Joonas Suotamo, como prisionero del Imperio y que decide colaborar más por accidente que por bromance a primera vista. Donald Glover como un Lando Calrissian juvenil y desconfiado se une a la aventura y rápido le toma el ambivalente cariño y odio a Han que todos conocemos.

La historia es sorprendentemente un Western medio bien logrado; un poco enlatado de clichés y un poco entintado con los movimientos sociales de nuestra galaxia (que por alguna razón, siguen pasándose a su galaxia lejana). En el gran contexto de las originales, precuelas y las secuelas, esta película es su propia aventura de la cual se rumorea que habrá más capítulos y que se medio confirma con su final. Tenemos una historia de personajes que pasan de ser los rechazados de la sociedad a ser soldados, desertores y forajidos; asaltando trenes en movimiento, peleando con bandas rivales por el botín y enfrentando sus deudas con mafiosos más poderosos. La película es toda una aventura de los recién conocidos Han y Chewbacca, con tiroteos a quema ropa, duelos en medio del desierto y épicas persecuciones espaciales para escapar de la ley del Imperio (sin duda mi parte favorita).

La última de las secuelas, la infame The Last Jedi, introduce un nuevo concepto nunca antes mencionado en el universo de Star Wars: Hyperdrive fuel. Aquí, el combustible para viajar por el hiperespacio se vuelve aún más protagónico y recibe nombre por primera vez: Coaxium. El preciado recurso es el mejor botín ya que al parecer es tan caro y fácil de vender en el mercado negro, que hasta se puede usar para sobornar guardias imperiales.

El arco final se siente un poco forzado, quizá fue alguno de los problemas de dirección que tuvo la película: Una batalla cuerpo a cuerpo que no era necesaria y una separación difícil de creer. De ahí en más tenemos una historia que se conecta con el resto del nuevo canon y que mantiene a los personajes con motivaciones y situaciones verosímiles la mayor parte del tiempo.

Después de meditarlo, creo que Solo se siente más sólida que The Last Jedi e incluso que The Force Awakens, pero no creo que sea por mérito propio. Creo que el problema con las secuelas es que Disney y su diseño por comité es que se apresuraron al imaginar su conflicto y no se tomaron la molestia de desarrollar los fundamentos básicos que una historia necesita para ser épica.

Una batalla épica, más allá de ser violencia física, es violencia moral y emocional; para esto primero hay que conocer a los combatientes, sus orígenes, sus valores y sus motivaciones. Nada de esto existe en las secuelas: La galaxia estaba en paz después del Retorno del Jedi, pero como la paz no vende, inventaron una Primera Orden que sale de la nada y que destruye a la Nueva República sin que tampoco lleguemos a conocerla. Los fundamentos del conflicto son inexistentes. En este sentido, Solo y Rogue One tienen la ventaja de que su historia está justo en medio de otras más grandes y complejas. No tuvieron que construir los fundamentos de su conflicto épico porque nosotros ya conocimos cómo cayó la República y cómo se formó el Imperio. Estas bases argumentales le dan firmeza a Solo, la cuál puede usar para saltar a donde quiera sin mayor esfuerzo. Es injusto porque ellos no la crearon, pero probablemente es la mejor forma de desarrollar una historia; con un ritmo más lento, pero necesario para que pueda sembrar las bases de su propio conflicto épico.

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Acerca del autor

Ignacio Benavides   @Linnk   incrementacrm.com


1 Comment

  • Muy buena crítica, casi me convence de ir a verla pero debo hacerle notar un pequeño detalle, el combustible para el salto al hyper espacio no es nada nuevo por parte de The Last Jedi, es un tema muy común y recurrido en la entretenida serie de Rebels.

    Saludos

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