The Dark Knight Rises: Gotham City se reconcilia con su héroe

Se refieren a él como “The Batman” en inglés. Según las reglas gramaticales del inglés, y a diferencia del castellano, el artículo “the” se utiliza básicamente para sustantivos de los que sólo existe uno en su género, o para sustantivos específicos. Así probablemente el Batman de Christopher Nolan, Christian Bale, quedará mucho tiempo en la memoria colectiva como “el” Batman.

En 1989 Tim Burton regaló al cine una visión del superhéroe que rompía con otra imagen que se tenía del mismo hasta entonces, resultado de una caricaturesca adaptación del personaje para una serie de televisión producida en los Estados Unidos por William Dozier, al aire de 1966 a 1968. Colorida y francamente ridícula, el gran logro de la serie fue impulsar el deseo de verdaderos seguidores del héroe salido del cómic de llevar a Bruce Wayne no sólo a la gran pantalla, sino que además dotarle con la seriedad que el complejo personaje merecía.

Así pues Tim Burton ofrece una versión más “seria” (¿de verdad don Burton puede ser tomado en serio en algo que no sea 2 ó 3 cintas?) del hombre murciélago con otro ridículo elenco encabezado por Michael Keaton y una inverosímil parodia de un supuesto Joker encarnado por un actor tan pobre como Jack Nicholson (me disculpará el lector, pero para mí Jack Nicholson es como el Ignacio López Tarso de los EUA, su recursos son tan pobres que con la misma emoción dice “buenos días” que “tengo cáncer“), sin embargo sienta las bases para un Batman en un entorno  más obscuro una visión, hay que decirlo, fresca y dotada de cierta profundidad.

A éste Batman siguen Batman Returns (1992) también dirigida por Burton, Batman Forever (1995); y Batman & Robin (1997) ambas de  Joel Schumacher; posteriormente habrá que esperar hasta 2008 en que aparece Batman Begins, del visionario Christopher Nolan. Nolan ya conocido por la profundidad psicológica que logró con sus personajes en trabajos anteriores: Memento, The Prestige, Inception, los hace desde mi punto de vista, el  director más adecuado hasta el momento para dirigir una saga sobre uno de los personajes  de ficción más interesantes de la literatura popular.

A diferencia de Schumacher y Burton, la carrera de Nolan se ha caracterizado por saber perfectamente cómo crear expectativa alrededor de sus producciones pero sobre todo, por preocuparse no sólo por satisfacer las expectativa de la audiencia, sino que en la mayoría de los casos sobrepasar esta expectativa. Y es que Nolan es de esos escasos directores que logra moverse en el campo de lo popular mediante la creación de tomas impresionantes apoyadas en fantásticos efectos especiales y que siempre están sustentadas en un guión sólido que “tridimensionaliza” a su  personajes, una combinación que se defiende por sí misma y que habla de un creador que entiende a su público y eleva el nivel: sus seguidores no sólo van a sorprenderse, también van a pensar.

Si bien en gran logro de Batman Begins es contar a través de esta dualidad Nolan el origen del Batman, la cinta también sirve como cimiento para las producciones siguientes en las que se descubren los motivos de Bruce Wayne para defender una causa desde otro punto de vista quizá perdia, retirando las capas que ocultan los misterios de su corazón y a la vez deseando conocer más de cerca al nada improvisado defensor de la justicia es una jugada maestra del director.

Una vez dejada en claro la psicología del personaje llega, como la juventud misma, una cinta llena de volatilidad emocional que se libera a través de escenas espectaculares y personajes que necesitan tocar el fondo de sus perversiones para encontrarse y dejar aflorar a su recién nueva y evolucionada, para conocer su posición en la sociedad y por lo tanto, su función como parte del engranaje que mueve a toda Ciudad Gótica, el mundo, ya para destruirla ya para salvarla de sí misma, me refiero por supuesto a Batman, The Dark Knight pieza que prepara  un banquete con mezcla mortal: ambición y locura, y sirve como aperitivo un coctel de emociones que ejemplifican los extremos de la naturaleza humana, basada en una construcción maniquea de personajes que en su camino a la redención sirven como espejo de una sociedad siempre pasivo-agresiva siempre distraída, siempre irresponsable, que gusta de vivir al límite y dejar su salvación en las autoridades, cuya función aparente es proteger y servir (como chivo expiatorio). Un festín de acción y una montaña rusa emocional.

Aún con este antecedente tardé en ver Batman, the Dark Knight Rises, principalmente porque la expectativa era tremenda, la publicidad apabullante y también por la imposibilidad de encontrar un asiento decente en la IMAX de cualquier sala en el D.F. hay que decirlo. Y la espera sirvió, sirvió como ejercicio para no ir con tantas ganas que la cinta resultara decepcionante, o en su caso, atribuirle aspectos positivos que estuviera lejos de poseer. No leí muchas críticas o reseñas, el spoiler estaba en su máxima expresión y decían los más discretos, había una sopresa al final. La mayoría de quienes pregunté hablaban maravillas de la cinta pero con pocos argumentos, para la mayoría de los mortales las películas son “buenas” o “malas”, lo demás es “clavarse demasiado”.

Por fin llegó el día y debo decir que escribo esta reseña con respeto a quienes leen y saben sobre cómics, y aclaro que el siguiente es un punto de vista como comunicólogo aficionado al cine, es todo. Antes que nada, tuve clara una cosa: Batman … está funcionando porque es espectacular como debe ser, y porque conociendo el trabajo de Nolan la cinta debe tener algo de profundidad dramática que que está seduciendo a la gente, con todo y la dificultad para explicarla. Y ahí estaba. Me encuentro a un Bruce Wayne debilitado (congruencia después de la cinta anterior en la que (se) echa toda la carne al asador ¿quién no termina prácticamente deshecho?), pero con un espíritu fortalecido, emocional, emocionado y emotivo.

La película me pareció más bien caótica, y tiene con razón, hay muchos personajes secundarios y su participación es muy equilibrada a lo largo de la cinta lo que hace muy llevadera la historia de casi 3 horas, y a pesar de haber sido muy bien tratados, hay aspectos que son francamente predecibles. Aquí la importancia del caos aparente: cumplir su función como distractor de las historias que se desarrollan paralelamente. Aunque con partes francamente flojas, Batman, The Dark… aborda un discurso político-social que aplica para cualquier parte del planeta, o así parece, la falta de líderes morales y una cada vez más amplia separación entre gobernantes y gobernados parece ser una grita por la que empieza a permear una tierra de nadie, campo fértil para todo aquél que deseé asumir el papel de líder redentor con discursos simplistas que abonen un mesianato empírico que busque ése otro caos, el que nace en la ignorancia y el primitivismo.

Por otra parte Batman resurge de entre sus cenizas y personifica la constancia y aún más importante, la fe en uno mismo, en los ideales personales como combustible para la autorealización y el bien común como resultado colateral, y por lo tanto: la libertad. Como sus predecesoras, The Dark Knight Rises es un festín de referencias sociales, políticas y morales pero con un uso más mesurado de las escenas de acción y más planos secuencias que resultan igualmente espectaculares, acentuadas con un poco usual toque de sensibilidad válido en cualquier despedida (es la tercera y última entrega de la saga, no hablo de una escena particular), la despedida de cada uno de los personajes se realiza de una manera tan natural y humana resulta muy contrastante con la violencia (social y física) que se ve en pantalla. En resumen puedo decir que es una muy digna despedida de Nolan a su héroe, e insisto, superarla en años próximos será todo un reto por muchas razones asimismo, creo que Christian Bale será “el” Batman que todos nos llevaremos grabados en el corazón.

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