The Great Wall: La vergüenza épica de Zhang Yimou

Si usted no identifica al renombrado Zhang Yimou por sus películas: ‘La semilla de crisantemo’, ‘Hero’ o ‘La casa de las dagas voladoras’, tal vez lo recuerde entonces por la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Con estos antecedentes podemos definir al director de cine chino como un digno representante de lo espectacular.

‘The Great Wall’ (La Gran Muralla) tenía todo para resultar justo así, espectacular. Contaba con el gran ojo fotográfico de Yimou, unas locaciones memorables, una cultura milenaria, carismáticos actores de diferentes latitudes y mucha, pero mucha lana para adornar su primera película en habla inglesa. Por desgracia, ciento cincuenta millones de dólares no fueron suficientes para costear una buena historia.

Le voy a ahorrar la pena de ser mencionados al bonche de guionistas que sirvieron para darle al traste a lo que se supone debería ser una historia de aventuras épicas que describe majestuosamente las razones de ser de una de las Nuevas Maravillas del Mundo en tiempos de la dinastía Song, cuando el ejército protegía detrás de la muralla al pueblo chino de una criatura mítica llamada Tao Tei que sale de la montaña cada sesenta años con sus veinte millones de hijos para alimentarse de la humanidad.

La película promete los primeros diez minutos, pero después de eso no hay manera de detener su aparatosa caída. Ahí estaba yo aperingada en la butaca con el corazón latiendo al ritmo de los tambores y babeando por las impresionantes imágenes en IMAX 3D cuando sale el ‘Chupacabras’ chino para echar a perder todo, hasta las bellas secuencias del Cirque du Solei oriental se fueron a la basura.

Ni siquiera le puedo echar la culpa al siempre rescatado Matt Damon, o al poco agraciado español de Pedro Pascal, mucho menos a la sinrazón de Willem Dafoe. Le puedo asegurar que todo el bando chino camina desde entonces con una bolsa de papel de estraza en la cabeza (Andy Lau, Lu Han, Tian Jing, Eddie Peng).

Casi me atrevo a decir que visualmente es rescatable, salvo en la parte del hormiguero de bestias salido de quién sabe dónde, pero la verdad es que le estaría mintiendo. En serio que se les pasó la mano con tanto animalero, se ven más falsos que las boobies de Sabrina. Ni la fotografía, ni la banda sonora justifican tal derroche de dinero y de director.

Ya si se pone en plan muy relajado y sin pensar en lo que gastó en boleto y palomitas, puede que se ría un poco con esta cosa tan amurallada como absurda. Zhang Yimou hizo de ‘The Great Wall’ una vergüenza épica, un desperdicio de su talento y un tropiezo gigantesco en su carrera. Si usted quedó prendido de ‘La casa de las dagas voladoras’ no se acerque a esta cinta, es mejor recordar a Yimou cuando aún estaba vivo.

 

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