10 cosas que pensé mientras veía The Conjuring 2
¿Ya vieron The Conjuring 2? Si no lo han hecho paren aquí de leer, en el caso contrario, pueden continuar. Este conteo nace de la necesidad de expresar todo aquello que experimenté mientras vi dicha cinta y como no hay mejor terapia que la de compartir, pues aquí lo tienen. 10 momentos que van desde la risa, el odio y el miedo en esta cinta que está haciendo su agosto en pleno junio.
Pásele y comente: ¿Sintió usted lo mismo?
- ¿Son mis nervios o la tipografía de The Conjuring es la misma que la del clásico de los años 70 The Exorcist?
Quizá sea el hecho de que estoy trabajando de cerca con un diseñador y que he empezado a valorar la gloriosa labor que realiza. Sea como sea, cuando el nombre de la cinta apareció en la pantalla que se desplegaba frente a mis ojos, me percaté que el estilo en las letras era, si no igual, muy parecido. Según los conocimientos de mi sis Kimberly Tobías, la tipografía corresponde al nombre de Weiss Titling y por alguna extraña razón, tiene la carga suficiente para infundir en cada letra, una especie de miedo inexplicable. Sí, lo crea usted o no, desde ahí nos viene el sentimiento; hay todo un estudio detrás de las tipografías que sustenta en muchas veces, el éxito o fracaso para los posters que terminarán siendo la imagen de la película, y la tipografía sin lugar a dudas, juega un papel sumamente importante.
- El “hombre torcido” me recuerda inevitablemente a Tim Burton
Está por demás decir que este supuesto ente maligno estaba de más en la película y sólo trata de justificar su presencia para darle algo de peso al personaje del niño pequeño con problemas de habla. Pero cuando lo vi, me pregunté: ¿dónde he visto algo parecido? Y luego de hacer una rápida búsqueda en los archivos cinematográficos de mi cabeza recordé a Burton y algunos de sus personajes como: Victor Van Dort, de Corpse Bride, el mismísimo Bonejangles, esa calaca con tanto ritmo o Jack Skellington de The Nigtmare Before Christmas. Entonces resulta que el miedo que este personaje salido de un juguete debía de infundir, se queda en un muy mal intento y en una excelente idea de marketing para un ring tone.
- ¡Wow! Qué color de pupilentes lleva Janet (Madison Wolfe)
Muchos de quienes quedamos impactados con la primera parte de The Conjuring, notamos que en esta segunda entrega, los efectos especiales en la mayor parte de los casos terminaron por jugar un tanto en contra para la historia más que beneficiarla o darle mayor credibilidad. Esos pupilentes de Janet, transformada en el chamuco, no los tiene ni Obama.
- WTF con los momentos graciosos
Da coraje. Yo poniendo toda mi atención, estimulando mi imaginación y dejándome llevar por el frío del aire acondicionado y la coca cola fría resbalando por mi garganta, abrazando a mi adorado Wolf para que de repente me salgan con escenas que parecían salidas de Mr. Bean con un humor británico malísimo; dígame que a usted también le molestó aquello de los policías miedosos que salen huyendo de la casa, lo de la canción de The Bee Gees y el juego de palabras “yo cometí la broma” o la de la maestra que cacha a las escuinclas fumando en el colegio… incluso esas escenas donde el matrimonio Warren “coquetea” con el ánimo de dos pinches adolescentes con diálogos como: oh sí, yo sabré compensarte llegando a casa… ¿les cae? ¡No mamen! Imagínense que algo de este humor absurdo y pendejo hubiera aparecido en The Exorcist o en The Shining ¿verdad que no?
- Qué chingón es Ed Warren (Patrick Wilson) y cuántas habilidades tiene
Coleccionista de objetos embrujados, luchador de demonios, cumplidor con su señora, imitador de Elvis; cantante, músico, fontanero, electricista, ciego con visión y tino, escapista y pintor hiperrealista. Ed Warren es un auténtico cabrón que no teme a nada y que ya lo quisieran en cualquier escuadrón de súper héroes para acabar con todos los malos malotes, no me extrañaría verlo en una de estas revistas tipo Forbes en el top de los 50 hombres más influyentes y poderosos del 2016. ¡No mamen!
- La gente sigue sin saber comportarse en el cine
Se los digo de verdad; es el pinche colmo que a estas alturas la humanidad haya evolucionado en tantísimas cosas y en lo que respecta a una salida al cine, se siga comportando como le da su chingada gana. Ya sabe, desde la típica a la que le suena el celular y tras la molestia generalizada “contesta bajito” y si alguien se atreve a decirle: ¡Cállate! Ella responde: ¡Ven y cállame!
Luego está la pareja en donde el bato en cuestión hace de valiente durante toda la cinta; asusta a su novia, contesta a los diálogos que se proyectan, se ríe a carcajada y para que todo mundo tenga claro que es un hombre con carácter (al estilo Tecate) predice lo que sucederá: ay, ya sé lo que va a pasar….
Finalmente pero n menos nefasto, a quién chingados se le ocurre llevar a niños, díganme por favor. Mire, no tengo nada en contra de ellos y tampoco creo que la película no sea apta para ellos (creo que ven cosas peores en la televisión o en sus tablets), pero de veras, hay que enseñarlos a comportarse; a no patear los respaldos, a no estar pidiendo explicaciones de todo lo que no entienden y a no hablar en voz alta cada que quieren más palomitas o refresco. Cinepolis, papás, hagan algo por favor.
- La puerta y la hacha, ése fue el verdadero enemigo a vencer
¿Les cae? Un señor corpulento y una dama de lo paranormal contra una triste y vieja puerta de madera. Pudieron con un chingo de espíritus y demonios, pudieron sacar las conjeturas de que la niña no les mentía sobre todo el desmadre en su casa, pudieron hacer de todo, pero con esa puerta nomás no daban una. Luego al señor se le ocurrió ir a por una hacha… ¿de dónde la sacó? ¡Quién sabe! Pero ahí tiene al pobre hombre, dando de chingadazos con una hacita que daba risa y que apenas y podía quitar astillas (¿no tendría filo?) hasta que por fin logró su cometido para que la hermosa Vera Farmiga pudiera evitar la muerte de su amado; tan absurdo como cuando uno vio Titanic y pensó en que en aquella tabla donde Rose salvó sus carnes, cabían perfectamente ella y Jack. Vamos, de risa total.
- ¡Que se note que es Londres!
Un soundtrack (que es de lo más rescatable) que incluye a The Clash y a The Bee Gees, niños con dentaduras horribles, lluvia, los coches conduciendo por la derecha y hasta una aparición de la Reina Isabel en la televisión… vamos, que a todo este conglomerado de Culture English sólo le faltó fish and chips y que el espíritu se apareciera a la hora del té. Luego me dio risa cuando supe que gran parte de la película fue grabada en Los Ángeles, en la soleada California.
- Elvis Presley y el momento Coca Cola
Llámelo como usted quiera, pero niégueme que no sintió una rabia enorme cuando todos los personajes involucrados en este desmadre de monjas, viejitos y encorvados macabros, una canción de Elvis sonó como una especie de himno a la paz. Y ese diálogo tan terriblemente pro yanqui en el que Ed Warren pregunta con una arrogancia del tamaño del Big Ben: ¿Puedo cantarles algo de mi país? ¡Ay no me chinguen! ¿Entonces todo se trata del tío Sam? ¿Al final, el poder de Presley se impuso sobre el mal? Díganme por favor qué chingados tenía que hacer esa pieza tan especial del Rey. Luego pensé en mi querido Fett, ni más ni menos que su canción de boda, aquella que tan dulcemente le dedicó a su güera, y vienen estos a joderlo todo.
- La monja, un personaje de última hora que terminó por llevarse la cinta entera.
Sí, ese personaje al que muchos llamaron Lady Gaga o Marilyn Manson, esa monja interpretada por Bonnie Aarons sepan que fue uno de los elementos que más miedo le provocó a esta su humilde minina. Lo mío con las monjas viene de tiempo atrás; esas vacaciones de Semana Santa en San Luis Potosí rondando la casa de la tía Carmela… ¿en qué me quedé? Ah sí, la monja. Pues sí, para muchos, fue el personaje que se robó la cinta. Ni el viejito, ni el hombre jorobado, ni el mismísimo chamuco que tiene su momento de aparición casi al final de la película… nada, la monja fue un personaje que arrasó con todo. 3 meses antes de que se estrenara la película, se decidió meter a esta horrorosa mujer para que sustituyera a una especie de demonio con cuernos que ya se tenía prevista. Su nombre, Valak, no es fortuito; al parecer éste es realmente el de un poderoso ente maligno, el gran presidente del infierno que tiene hasta 38 legiones de demonios a su disposición y gusta de profanar cuerpos benignos como monjas o sacerdotes.
Y aunque hay cosas totalmente inverosímiles, esa escena donde la sombre de la monja recorre toda la habitación con los cánticos eclesiásticos fue suficiente para que una vez que me encontrara en mi cama no quisiera cerrar los ojos.
2 Comments
Concuerdo con usted estimado en todos los puntos, en el tema de la gente en el cine o fuimos al mismo cine y a la misma función o esta situación es en todos los cines del país por que si de por si la película tan poco es lo más disfrutable todavía tenía una pareja platicando a un lado, una niña riéndose a cada rato del otro, un niño pateandome atrás(que chingados pasa con sus papás) y la puberta de adelante mensajeando toda la maldita película…ese tipo de actitudes me dieron más miedo que la misma película jajaja
Ciertamente, esa monjita me dio mucho mucho miedo cuy cuy.
De risa cuando sale corriendo la familia, si, da risa, pero, de verdad nunca me había topado una escena de risa en una película de terror. Cosa curiosa.
Y finalmente yo quiero matar a los papas que llevan a sus escuincles a una película para adultos. El maldito chamaco llorando, no sé si por miedo, se cago en el pañal, le dió un retortijon o que diablo, pero esta llorando. Por favor, cines del mundo, hagan un letrero, prohibido llevar niños a películas de adultos. Si no consiguen quien se los cuide, no los lleven. Qué molestia.