5 Secuelas imaginarias que (NO) deberían existir

¡Cómo han pasado los años! Y no, no estoy cantando querido lector, lo que sucede es que me invade la nostalgia recordando aquellos ayeres cuando era un chamaco ávido de ver cuánta película estrenaran los fines de semana en los cines de mi ciudad. Producciones entre las que se encontraban las franquicias de Star Wars e Indiana Jones, las cuales, ya entrados en el tema, se han encargado de darles en la progenitora (para usar una expresión decente) primero sus creadores y luego los benditos “genios” de Disney.

Llámenme viejo iracundo, anticuado, conservador, neoliberal del séptimo arte, enemigo de la modernidad o grítenme ¡Ya siéntese señor! Pero si usted cómo yo pertenece a la tres veces heróica generación X entenderá y justificará mi malestar al ver a los personajes que marcaron mi infancia convertidos en una caricatura, sacados de su contexto original, tratando de dar ternura pero en realidad generando el comentario de “Que amolado está” y lo que es peor, ocultando todas las carencias narrativas de las historias tras un excesivo despliegue de efectos visuales con CGI.

Es por ello que hoy, haciendo un ejercicio imaginario, le pongo de ejemplo querido lector, lectora y lectore (uso lenguaje incluyente, no se me vaya a ofender) lo que hubiera sido ver a algunos de los héroes de mis abuelos, en películas ochenteras, celebrando el hecho como lo hacen en la actualidad los centennials con el estreno de la presunta última cinta de Indiana Jones.

 

Casablanca 2: Tócala de nuevo Prince.

Año de estreno: 1982

Tratando de repetir el éxito de la película romántica por excelencia, WB contrata a Spielberg para dirigir a un avejentado Bogart en lo que significa su regreso a la pantalla grande. Después de quedar prácticamente como novia de pueblo al final de la película anterior, el prólogo de ésta nos pone al tanto de lo sucedido en los últimos cuarenta años con Rick. Abandonó Marruecos y ahora es dueño de un McDonalds en el Bronx. Una tarde, una anciana entra al establecimiento y ¡Oh sorpresa! Se trata de Ilsa, el amor de su vida. Como lo que pegaba en ese tiempo era la ciencia ficción, Spielberg le da una vuelta de tuerca al asunto y resulta que Ilsa ha ido a buscar a Rick para que la ayude a encontrar a su esposo Víctor, pues sospecha ha sido secuestrado por extraterrestres. La cinta termina con una emotiva escena en donde Rick visita al capitán Louis en el hospital y en un guiño le dice “Este es el final de una bella amistad”, mientras se escucha al fondo el tema clásico As times go by en una versión moderna interpretada por Prince.

 

Robin Hood, la última aventura

Año de estreno: 1980

Un septuagenario Errol Flynn se pone el sombrerito y – sobre sus calcetines para las varices – las mallas usadas cuatro décadas atrás para beneplácito de las nuevas generaciones y pena ajena de quienes lo vieron cuando eran niños. Convertidos en abuelos, Robin y Marian cuidan a sus nietos en el bosque de Sherwood hasta el día en que, el pequeño Juan y Will Scarlett deseos de sacar a su amigo de la rutina, se lo llevan a un concurso de tiro con arco en donde, resulta que el héroe tiene mejor puntería con miopía que en sus años de juventud. Los enfrentamientos de Robin con el Sheriff de Nottingham son de antología, sobre todo cuando entran en escena los stunts, quienes a diferencia de los actores que apenas si caminan, brincan que da gusto y hasta se balancean del candelero. Al final Robin de Locksley muere. Aunque los productores juraban que era la última aventura, lo reviven y hacen dos películas más.

 

La pasión de los más rucos

Año de estreno: 1986

El realizador John Ford en La pasión de los más fuertes (1946) nos dio su particular versión de lo sucedido en Tombstone cuando el Sheriff Wyatt Earp y su amigo Doc Holliday enfrentaron a unos forajidos en el famoso duelo de Ok Corral. En el siglo XX, el lejano oeste ha quedado atrás y ambos personajes comparten habitación en un asilo. Cuando se enteran de que un mafioso llamado Al Capone está sembrando el terror en Chicago, los dos viejecitos que ya rondan las 90 primaveras escapan de la institución. Aunque la primera película era cosa seria, aquí Fonda y Mature se dan vuelo haciendo chistes sobre lo difícil que es calzarse las botas sin herniarse o desenfundar el revólver con la mano temblorosa. Ambos coinciden en qué ya extrañaban las balaceras mientras unos gángsters los rafaguean con metralletas. En la escena post créditos, aparece Jane Fonda vestida de vaquerita haciendo aeróbics, lo que sugería un spin off  sobre  la hija de Wyatt Earp.

 

Ángeles con cara sucias: el regreso del padre Connolly

Año de estreno: 1980

Ha pasado tanto tiempo desde que el padre Jerry Conolly (Pat O’ Brien) vio a su amigo el mafioso Rocky O’ Sullivan ser rostizado en la silla eléctrica, que ya ni se acuerda que esto sucedió (al igual que muchos espectadores), no obstante, es más fácil repetir una historia probada que escribir un nuevo guion. Por ello, aquí el anciano sacerdote hace migas con un chicano muy cotorro quien se lleva a todas margaritas con los niños huérfanos de su congregación. Conolly descubre que el fulano es un peligroso delincuente y lo exhorta a entregarse a las autoridades para dar un buen ejemplo a los niños. El chicano (interpretado por Edward James Olmos) se niega, por lo que Conolly se disfraza de pachuco, lo va a buscar a un antro, baila un par de danzones y luego lo reta a una pelea de artes marciales. La descabellada e infumable escena ofendió a los fanáticos de la película original quienes no daban crédito de la tontería que estaban viendo. Años después sucedería lo mismo cuando los admiradores de Indiana Jones veíamos al arqueólogo meterse a un refrigerador y, a su hijo columpiarse con unos changos hechos por computadora.

 

Tarzán, un abuelo muy mono

Año de estreno: 1983

Un cuarentón contrae nupcias con una mujer más joven y tienen un bebé al poco tiempo. Ante la insistencia de ella por conocer al abuelo de su vástago, el hombre termina por ceder, no sin antes advertirle que el susodicho practica costumbres extrañas como vestir solo un taparrabos. En escena harto conmovedora, se abre una puerta y aparece un irreconocible Johnny Weismuller, el hombre mono más icónico del celuloide. En ese momento, se nos revela que el esposo era Boy, el hijo adoptivo de Tarzán a quien conocimos en las películas de finales de los años 40. Tarzán apenas lo reconoce, Boy le presenta a su nieto pero antes le reclama haber abandonado en la jungla a Jane prefiriendo irse a vivir en amasiato con Chita. Se trata de una película intimista dirigida por Robert Redford situada en los Estados Unidos de Ronald Reagan. Los fanáticos que esperaban ver algo de acción salieron decepcionados pues esta versión pretendió mostrarnos un personaje más humano que el creado por Edgar Rice Burroughs. No obstante, los espectadores que nunca vieron los filmes originales, esos donde Tarzán era un excelente nadador, se emocionaron en la escena de la tina cuando el otrora héroe se queda dormido y da patadas de ahogado.

 

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Acerca del autor

Flaco Cachubi     blogcinefantastico.blogspot.mx/

Amante del séptimo arte desde que tiene memoria o lo que es lo mismo desde que vio Superman. Sus géneros favoritos son el horror, la fantasía y la ciencia ficción. Ferviente admirador de Hitchcock y asiduo lector de Stephen King. El cine de luchadores, su máximo placer culposo. Se describe a sí mismo como un ser viviente que cultiva su mente, para ser un cadáver muy culto.


1 Comment

  • A mi si me gusto la jalada que hizo Mangold con Indy y… esa jalada que mencionas de Robin Hood, ya se habia hecho, la protagonizo Sean Connery, hay buenas peleas y al final… pues se muere… curiosamente ayudado por Marian interpretada por la madura pero hermosa Audrey Hepburn. Yo quisiera la secuela de Vacaciones en Roma, pero que se llame Vacaciones en Madrid, donde la nieta de la ahora reina se decide ir a soltar el pelo en plena movida madrileña, se liga a un joven Antonio Banderas y tiene a Pedro Almodovar intentando documentarlo todo, el evento es tal que Almodovar quema los videos y en su lugar escribe el guion de Mujeres al borde…

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