A Real Pain: Culpabilidad y humanidad ante el Holocausto
Dos primos de origen judío viajan a Polonia en un tour sobre el Holocausto para visitar la casa donde vivió su abuela antes de la llegada de los nazis. Con este argumento podríamos pensar en otra historia innecesaria utilizada como carnada para premios, pero nada más lejos de la realidad. El segundo trabajo de Jesse Eisenberg como director, A Real Pain, busca alejarse de esos lugares comunes para enfocarse principalmente en sus personajes.
A Real Pain es un road trip tragicómico con polos opuestos; el primer primo es carismático, extrovertido y con una habilidad natural para socializar, mientras que el otro es más reservado, tranquilo, ordenado y con un ligero atisbo de ansiedad. Ambos han decidido emprender este viaje para conocer sus raíces, guiados por un sentimiento de dolor y culpa por las heridas de la memoria histórica, siendo está emoción el tema central plasmado incluso en el grupo del tour que los acompaña y donde la mayoría ha comprado este paquete impulsado por un sentimiento de fallo, al tener una vida mucho más privilegiada que la de sus antepasados
Este tópico, por supuesto, es sumamente espinoso y podría caer en una estigmatización o autoindulgencia, de no ser porque el principal enfoque de A Real Pain está en el trasfondo de los personajes evitando quedarse en la superficialidad. Jesse Eisenberg lleva a cabo una radiografía completa de principales y secundarios para hábilmente conecta el dolor alrededor del pasado con el actual, revelando el distanciamiento que ha existido entre estos dos campos históricos, el trasfondo psicológico que esto ha provocado y la historia personal de uno de los protagonistas, la cual hace un paralelo entre las emociones provocadas por este viaje de descubrimiento con las raíces de esta familia.
Al hacer esta conexión el sentimiento de culpa de los personajes no solamente se sustenta en el privilegio, sino también en la carga de la responsabilidad de que crecer en todos los aspectos de manera intergeneracional, dado que tenemos condiciones más favorables que lo que quizás tuvieron nuestros antecesores, pero sobre todo en la lucha día a día con las batallas personales siendo el regreso a los orígenes una búsqueda a la respuesta de los conflictos actuales y para contestar las preguntas ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? Esto convierte a A Real Pain no solo en una reflexión sobre el privilegio, sino también en un análisis de la complejidad de los lazos familiares y las vicisitudes actuales.
Uno de los elementos destacables del guion es que A Real Pain jamás cae en comparar el dolor de la memoria histórica frente al dolor moderno y personal. Por el contrario, esa humanización con la que está escrita valida completamente ambas formas emocionales sin hacer que una pese más que la otra. Siempre busca conciliarlas como un mecanismo de sanación.
La credibilidad de los personajes principales permite que las situaciones se sientan naturales y que se genere una mayor empatía emocional. Al final, ¿cuántos no hemos tenido relaciones personales o familiares que se han distanciado por las circunstancias de la vida? ¿Cuántos no hemos sentido que no hemos aprovechado las ventajas y privilegios que nuestros antecesores no tuvieron, y que por consiguiente los hemos defraudado? ¿Cuántos no hemos sentido que el dolor presente nos impide avanzar hacia el futuro? Esta naturalidad es un reflejo del humanismo de A Real Pain
Esa humanidad se ve reflejada hacia el arco final, donde, quizás, muchos esperarían una resolución uniforme o un desenlace emocional más sencillo. Sin embargo, Eisenberg deja claro que, en temas familiares y de sanación interna, nada es lineal ni se resuelve de la noche a la mañana. Quizás la mejor forma de honrar a nuestros antepasados es simplemente seguir adelante.
Otro aspecto notable de A Real Pain es su balance entre comedia y drama. Aunque las situaciones planteadas podrían parecer una crisis existencialista, las dosis de comedia que se inyectan evitan caer en lo meloso gracias a la disparidad en personalidad de los primos protagonistas, dando pie a buenos momentos humorísticos tanto en las situaciones como en los diálogos. Jesse Einseberg añade este humor para burlarse de la superficialidad, autoindulgencia y la frivolidad con lo que es tratado el tema del Holocausto en la cultura y sociedad en general, siendo consciente de su necesidad de alejarse de todos los tropos que Hollywood ha realizado.
Finalmente, en el apartado actoral, Kieran Culkin sobresale al interpretar a un personaje que transita entre un individuo afable, simpático y sociable, hasta manejar emociones intensas. Su actuación es impecable y se complementa con un Eisenberg que, aunque quizás interpreta un papel similar a trabajos anteriores, tiene momentos destacables.
Calificación final:
Guion: 3.5
Dirección: 2.7
Actuaciones: 1.8
Extras: 0.4
Calificación: 8.5
A Real Pain es una demostración de que, con un guion bien estructurado, las buenas intenciones florecen de manera orgánica. La humanidad que se plasma no es casualidad, y más escritores deberían de aprender que, antes de cualquier conflicto, debes primero desarrollar y crear a tus personajes.