Abel ¡Gracias Diego!
Por la sencillez y madurez mostrada en un film ajeno a los estereotipos del cine mexicano actual.
Hablar de “Abel (2010)” es expresar la sensación de un transgresor del cine mexicano actual como lo es su servidor ante esta cinta del charolastra Diego Luna.
El ojo crítico fue desecho, controlado y amaestrado desde los primeros minutos por un film cautivante, repleto de símbolos visuales que se incrustan desde la pantalla a la mente y corazón. Los hombros rígidos y los músculos faciales se relajan ante una propuesta del cine nacional que de de nuevo (aunque no constante) hace disfrutable la estancia y el viaje al Séptimo Arte.
Los aciertos son notables y sus errores son perdonables. Empezando por el casting y evolucionando a la dirección, Luna muestra que es una promesa para el Cine Nacional, al dirigir a un extraordinario infante llamado Christopher Ruiz Esparza y a un recortado pero magnifico reparto encabezado por José María Yaspik y Karina Gidi, los cuales a la orden del joven Director explotan unas actuaciones notables en un ámbito real y sobre todo natural de nuestro México.
El diálogo es simple y hermoso, sin caer en las cotidianidades de la industria fílmica y si en la vida real, lo cual hace de “Abel” un producto apto y dirigido a todo público, aunque su transfondo sea complejo.
Pensar. Eso es lo que causa este film que no es ajeno al entretener y cautivar, lo que lo hace diferente a otros productos mexicanos presuntamente presumibles.
El guión, a cargo del mismo Luna y basado según sus declaraciones, en los resultados de las sesiones con su psicólogo (a), es magistralmente exacto durante una tres cuartos del metraje, cayendo en los últimos 15 a 20 minutos en una resolución, aunque no carente de calidad, que no hace justicia al inicio y desarrollo de la trama, notándose forzado y apresurado en todo aspecto, desde el montaje del mismo, como en su lugar en el guión. Sin embargo su carencia y error en la conclusión no le arrebata el lugar que se merece como un producto fílmico de calidad, digno de verse y disfrutarse.
Luna comienza con los dos pies derechos su carrera de Director en una historia original (anteriormente ya había dirigido el documental “J.C. Chávez”), plasmando una verdadera expresión interna de él mismo, lo cuál es arte, y sobre todo, enriqueciendo a su obra el sello distintivo y característico de su persona, que es sencillo notar en su impresión en la dirección de actores y en el humor natural y de muy buen gusto con el que redondeó su film.
Una historia adulta, compleja, con magníficas actuaciones y diálogo, secuencias memorables y un símbolo al final de la cinta que le da una bofetada a innumerables bodrios de esta industria, dejando un verdadero mensaje y llevando a cabo una de las tareas más difíciles en el Cine Mexicano: hacer que el público piense y comparta la sensación de haber visto “Abel”.
2 Comments
Muy buena pelicula sobre todo muy buena direccion y muy buenas actuaciones.. Se le ve futuro a Luna .. ojala siga en ese ritmo y nos deleite con buen cine mexicano que ya hacia falta.