Alien: Romulus – El Xenomorfo ha resucitado

Tuvieron que pasar 38 años para que alguien pudiera reclamar de manera contundente el tercer puesto de una de las sagas más queridas y revolucionarias del cine de ciencia ficción y terror, pero no solo eso, y es que Fede Álvarez, sabedor de dicho problema, logra que Alien: Romulus se sienta como un producto original a pesar de los elementos contractuales de “nostalgia”, dotando a su relato de un equilibrio entre lo auténtico y el homenaje.

Tal vez el más grande valor de Fede Álvarez es que en todo momento él se encuentra consciente de sus debilidades, no como director, sino en la obvia posición y comparación con las dos joyas en las que Alien: Romulus se incrusta (cronológicamente entre los eventos suscitados en Alien y Aliens). Por tal razón conoce que aquel método directivo revulsivo de Scott lo sobrepasa y que el factor sorpresa del xenomorfo pudiera incluso parecer repetitivo y/o jugarle en contra, optando de manera ágil por agregar nuevos elementos a la mitología, especialmente en cuanto al ciclo de reproducción del “Alien”.

Así pues, el primer objetivo de Fede es centrar su atención en esos pequeños huecos que misteriosamente Ridley Scott no “explicó” (y que en aquel 1979 no era necesario, pues dicho misterio era parte de una natural impresión de terror hacía el contacto con una amenaza desconocida). Bajo una trama de lo más sencilla y respetando un básico desarrollo de una pequeña tripulación y su consecuente eliminación, el uruguayo inyecta nuevo material gráfico sobre el nacimiento del llamado “organismo perfecto”, permitiendo al espectador no solo gozar de una aventura bien estructurada, sino de explicaciones que aunque antes no eran necesarias, ahora se tornan interesantes al aportar profundidad no solo a la historia, sino también al ensalzar y complementar el misterio de aquella orden dada al Nostromo en 1979.

La fragilidad de la raza humana y el resquebrajamiento social ante una amenaza imparable vuelven a ser protagonistas dentro del concepto rector narrativo de la saga y de Alien: Romulus. Primero cargueros, luego militares y ahora jóvenes mineros, las decisiones de gente “común” por y para la supervivencia se tornan de nuevo lógicas y coherentes ante la magnitud del terror, una característica que ha hecho grande a esta franquicia y que hace que el espectador comparta el mismo horror de aquel “trabajador” cualquiera.

Fede también comprende a raíz de este punto que el villano no es el xenomorfo, sino los propósitos humanos en una evolución acelerada que ahora cuenta con una lógica interna totalmente sostenible, y que, a diferencia de las horribles precuelas, Alien: Romulus da una cátedra al propio Scott de cómo insertar una pequeña gran idea dentro de un guion sin tantas sandeces. Fede resume en 5 minutos lo que Ridley intentó (y no pudo) hacer en cuatro horas mediante la mejor arma narrativa de la saga: el androide, personaje clave y que de nuevo se roba la atención al compartir esa lógica narrativa y actuar, como bien lo menciona en la propia cinta, fuera de las emociones que han llevado a la humanidad a la extinción.

Es en este punto es donde tendremos un regreso muy inesperado y triunfal de las películas originales, una presencia que funge como el principal hilo conductor del argumento y que unirá las tramas de Alien: Romulus y Alien (dando al mismo tiempo un panorama más razonable hacía la expansión del organismo en Aliens). Tomando incluso un papel protagónico al lo largo de la trama, Fede Álvarez limita dicho recurso a momentos clave y sin abusar de la nostalgia, algo que en al menos tres cuartos del metraje se cumple, pero que al final parece que ya no pudo sostener…

Hablemos del último acto, y que por supuesto respeta la misma estructura de 1979 y 1986 al encausar un doble clímax que remite a la persistencia y supervivencia del xenomorfo. Hay dos factores que de manera muy obvia hacen que Alien: Romulus no pueda sostener su calidad; el primero, que Fede Álvarez desata ciertos elementos reciclados y a manera de homenaje de las dos cintas con las que comparte canon y cronología, incluso usando los diálogos y calcando cuadro por cuadro algunas secuencias, por lo tanto, y en donde el uruguayo había acertado al no abusar de dichos recursos, es aquí donde cae en la tentación, pero con un propósito que nos lleva hacía el segundo factor.

Si bien pudiera resultar cuestionable, es también razonable que Fede quiera poner su granito de arena en la saga y distinguirse de Scott y Cameron ¿Lo logra? Vaya que sí, con un truco no tan sacado de la manga (y es que el espectador lo puede deducir desde los primeros 15 minutos contando bien a los pasajeros de la tripulación) y que incluso logra un par de “jump scares” buenos y originales. La criatura, por así decirlo, causará más miedo por el diseño que por su origen, este último bien justificado y que tocará juzgar desde el mero “gusto” tanto a los fanáticos de la saga como al público que por primera vez tenga el contacto con esta (en esta parte de la audiencia sin duda funcionará mejor).

Otro defecto es sin duda la protagonista, y es que Cailee Spaeny no logra transmitir del todo la tensión, desesperanza y consecuente fuerza que se requiere para enfrentar esta amenaza; tal vez no sea del todo su culpa y solo sea una cuestión de percepción y de nuevo obvia comparación hacía la mejor heroína del género, una Sigourney Weaver incomparable y que dejó la vara muy alta. O quizá sea culpa del propio Fede Álvarez al decidir crear una pequeña copia de Ripley en lugar de buscar crear a una nueva heroína.

Sin embargo, la cuestión actoral es solventada por David Johnson como el androide Andy, que ahora debemos agregar a la lista como uno de los mejores personajes de la saga. El otro gran acierto será “ese” regreso que deberás descubrir por ti mismo, y que por extraño que parezca, ayuda a generar la tensión necesaria en toda la travesía a través del Romulus, agregando mucha veteranía “histriónica”.

El diseño de criaturas, los efectos prácticos (otra cosa que se agradece) los agregados de sangre, ácido y tripas, así como la fotografía, el diseño de producción y la banda sonora están en su punto, y aunque ninguno de ellos puede equipararse con 1979 y/o 1986, hacen lo suficiente para subirse al podio con el bronce de la franquicia.

Así es. Parece irreal, pero Alien: Romulus nos ha traído de regreso al xenomorfo, volviendo a la básico y con efectos prácticos y buenas vueltas de tuerca, agregando profundidad al canon y universo del organismo perfecto y su paso por el cine. No queda más que agradecer a Fede Álvarez (y a Ridley Scott, por haberse ido por fin a la chingada de su propia saga).

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


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