Amadeus: El teatro hecho cine. El cine hecho música.
“Mediocres del mundo, yo los absuelvo” Antonio Salieri.
Dirigida por Milos Forman y ganadora del Oscar a Mejor Película en 1984, Amadeus tal vez sea la mejor cinta de su década en el rubro de los filmes condecorados en la principal categoría por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.
Adaptación de la obra teatral de Peter Schaffer (quien también escribió el guion para el cine), Amadeus es una obra memorable plagada de momentos fascinantes en los que el séptimo arte contrae una fiel y amorosa relación con la banda sonora y el arte de la música, en su mayoría obra del mismo Wolfgang Amadeus Mozart.
A pesar de que la cinta podría haber causado conmoción entre los puristas, al presentar un ficticio Mozart que cae en los excesos de la inmadurez, vicios y hasta en un cierto toque de retraso mental, Forman realiza una expiación precisa de los defectos del protagonista y de su posible comparación con la realidad al presentar en pantalla una fastuosa producción, con impactantes e imprescindibles duelos actorales y aderezado con las magníficas secuencias de las representaciones musicales de las óperas.
Dicha forma de mostrar el ridículo comportamiento de un ficticio Mozart (y su ya emblemática carcajada), es la excusa precisa y perfecta para llevar el “motif” de la trama en la que el personaje de F. Murray Abraham: el compositor de la corte de Viena Antonio Salieri, enreda sus emociones de admiración, odio, incomprensión y envidia al conocer al que había sido su ejemplo a seguir. Un Mozart que bajo la interpretación de Tom Hulce ha quedado en la estima y admiración de los seguidores del séptimo arte.
Un filme dramático, de suspenso, divertido y entrañable que su principal característica recae en escapar de los estándares de Hollywood establecidos en decenas de biopics, que suelen resultar en lo llamado “políticamente correcto”.
Los actores protagonistas ofrecen uno de los mejores duelos interpretativos que se han visto en la historia del cine. Tanto Tom Hulce como F. Murray Abraham hacen creaciones magistrales que los llevaron a ser nominados al Oscar por sus papeles en la misma categoría de Mejor Actor. La estatuilla finalmente fue obtenida por Murray Abraham, lo cual habla de la ironía que plaga la historia de esta cinta, dándole la vuelta al inferior talento de su personaje (Salieri) frente al de Hulce (Mozart).
Dato curioso.
En la obra teatral los roles protagónicos recaen en el mismo Murray Abraham como Salieri y en Mark Hamill como Mozart. Este último no fue considerado para repetir su papel en la adaptación cinematográfica, debido a que la producción le temía al encasillamiento del actor en las pantallas como la cara que dio vida a Luke Skywalker en la saga de Star Wars, pese a que el mismo Hamill ya había cosechado varios premios por su interpretación en el teatro.
Para recordar.
No hay mejor ejemplo de la magnificencia de esta obra cinematográfica, que la secuencia incluida en la edición “Director’s cut”, en la que un Mozart agonizante dicta a Salieri su famoso “Requiem”, mientras éste no da crédito a la música que aparece en su cabeza cuando traduce esas partituras mentalmente. La música y las imágenes nunca han sido tan hermosas.