Andor 2: El Star Wars que no trata a su audiencia como retrasados
Saludos estimados cinescopes, después de otro largo período de ausencia, regresamos a su sección geek preferida de Cinescopia con su tío el Arqueodan, y es que ahora les traemos de reseña un producto del cual verdaderamente vale la pena hablar a pesar de tener el sello de “made in Disney”, pero como ignorarlo, cuando su primera temporada nos dejó un sabor extremadamente dulce de boca. Hablamos del regreso de Andor, serie que de la mano de Tony Gilroy se ha convertido uno de los productos “gourmet” del universo de Star Wars.
Su primera temporada cautivó por su tono maduro, serio, un drama político bien estructurado e inteligente, a pesar de que las “novias de Filoni” la hubiesen criticado por no tener suficientes “piu piu” e innecesarios cameos de los personajes de Clone Wars que tanto les gusta explotar, Andor 2 logra afianzar lo que ya parecía posicionarse como el mejor producto serial de SW. Cuidado que la reseña viene con algunos spoilers de los tres primeros episodios
En lugar de entregarnos las historias infantilizadas de Filoni, Tony Gilroy retoma la historia un año después de los eventos de la primera temporada, profundizando aún más en la complejidad de la rebelión contra el Imperio. En estos tres primeros vemos una narrativa madura, bien estructurada, con diálogos inteligentes, escenas de lo más apoteóticas y un desarrollo de personajes que nos adentra completamente a la vida política de Star Wars y que se aleja del modelo “Clone Wars – Precuelas” en donde lo único que importa es que los duelos de sables de luz se vean bonitos, para retomar más el toque místico de la trilogía original, agradeciendo a Gilroy que de verdad se centre en la historia y esta no dependa de los cameos innecesarios.
En estos tres episodios, la historia se centra precisamente en tres personajes: Cassian Andor, que continúa su evolución de un ladrón a un miembro clave de la rebelión, regalándonos secuencias donde se infiltra en una instalación imperial, roba una nave y se encuentra con un grupo rebelde desorganizado, lo que resalta la falta de cohesión en los primeros días de la resistencia; por otro lado, Mon Mothma, cuya historia nos muestra cómo se enfrenta a los dilemas personales y políticos, donde resalta toda la secuencia y montaje de la boda arreglada de su hija Leida, junto al escape de la granja de Cassian que es algo que simplemente se resume en un: carajo, esto es cine.
Finalmente tenemos la historia de Bix Caleen, interpretada por Adria Arjona, que nos muestra la vida que toca vivir en las colonias oprimidas por el imperio, donde aquí queda de manifestó precisamente los excesos y abusos de los oficiales imperiales, tocando una de las fibras más sensibles que nunca antes se había visto en el universo de Star Wars, pues Bix protagoniza una de las escenas más polémicas, pero que sin duda retrata la madurez de esta obra: un intento de violación por parte de un oficial del imperio.
Este mensaje es claro y contundente, Gilroy nos muestra esas fibras sensibles del porqué del descontento de la población ante el imperio, en una historia que siempre se nos había narrado con un, “pues es que ellos son los malos y nosotros los buenos” o como un dilema que nada más le competía a los jedi y sith, cuando en realidad, desde la trilogía original se nos muestra como había miles de personas decididas a combatir al imperio, pero ¿por qué razones? Pues justamente en esto ahonda Andor.
En resumen, estos primeros tres episodios de la temporada 2 de Andor establecen una base sólida para la narrativa, explorando las complejidades de la rebelión y los sacrificios personales involucrados, acompañados de una dirección impecable y un enfoque maduro, con una fotografía y secuencias de acción muy bien logradas, además dándonos pistas de que muy probablemente pronto veremos al emperador de nuevo. De continuar de esta manera, Andor sin duda será un top 3 de productos de Star Wars, junto a Rogue y El Imperio Contraataca.