Anecdotario Cinéfilo Parte I
Los integrantes de Cinescopia han preparado un especial muy nostálgico, uno en el cual decidieron contarnos algunos de sus recuerdos fílmicos más queridos y en donde a través de una película, se remontan hacía alguna memoria, anécdota o el mero recuerdo de algún familiar o amor. El cine como ustedes saben, para muchos de nosotros significa más que un arte y/o un entretenimiento, sino toda una experiencia, un día y día y un estilo de vida que forma parte de muchos de nuestros mejores momentos.
Disfruten esta primera parte, pero más que nada, les invitamos a compartirnos alguna anécdota que tenga como factor común a nuestro amor el cine
Una mosca en mi cama
A finales de los 80´s y comienzos de los 90´s existió en Colombia un espacio para el cine a altas horas de la noche los domingos, por tanto, yo era el único despierto. La gracia de esto es que presentaban muchas películas de terror: Aliens, Poltergeist, Poltergeist 2… entre otras y hubo una en particular que quería ver por los buenos comentarios de la misma en mi familia, así que todo el día estuve en modo zombie esperando la susodicha película. Finalmente, a las 10 p.m. empezó y fue efectivamente fascinante desde el experimento científico, el fallo, la transformación, la degradación del ser humano y un par de escenas realmente inquietantes que no sólo funcionaban en la trama, sino que quedaron en mi memoria fuertemente plasmadas, esas son: El nacimiento de la larva (Dentro de un sueño) y el “secuestro” de la mujer en el hospital por parte de la mosca al entrar por una gigantesca ventana en el hospital (real). La película finalizó, todo en la casa muy tranquilo y tres días después teniendo pesadillas me daba cuenta del efecto de esas increíbles escenas.
Ya con el tiempo y después de verlas una y otra vez, y dejando de un lado la efectividad de esas secuencias, se despertó en mi la más absoluta admiración hacia la película por lograr asustarme, por el trabajo de efectos prácticos de la época, por la espectacular edición y desde ahí empecé a ver más cine de monstruos, gore y se convirtió en parte de mi gusto cinéfilo al igual que Cronenberg y que aún hoy después de mucho tiempo se mantiene intacto.
Estás en mi corazón
Para poder describir mejor mi experiencia con esta película debo de explicar antes dos cosas; el 2005 fue por mucho el peor año de mi vida, y lo segundo es que el cine, las películas en general, de alguna manera me reconfortan o me ponen más en contacto con mis propios sentimientos; no sé qué sensación provoque en el resto de la gente pero a mi muchas veces me han funcionado como la mejor terapia. Partiendo de esto puedo comenzar a platicarles porque esta película es un poco especial para mí. Se que no está cerca de ser la mejor de Ridley Scott, sé que en su estreno fue duramente criticada, sé que padece de muchos de los errores que suele tener el director, pero todo eso es lo de menos. Vaya, cuando te encariñas con una película no importa que sea hasta de la peor de Adam Sandler.
Regresando con la anécdota, a Scott lo tenía reciente por Gladiador y sabía de Blade Runner, pero aquel sábado o domingo de mediados de junio de 2005 no recuerdo bien, entré completamente a ciegas a la sala a ver Cruzada invitada por unos tíos que querían distraernos a mi mamá y a mí. Unos cuantos días antes mi papá había fallecido repentinamente, atravesaba el duelo y sabían que a ambas el cine podía distraernos. Y, como lo decía al principio, sé que dista mucho de ser la mejor película del director, pero en cuanto comenzó, funcionó, me distraje y me metí de lleno a la historia. Tengo que mencionar también que el subgénero de películas históricas (con todas las licencias que se permiten, claro) es de mis favoritos. Así transcurría la película y ocurre algo, Balian, el personaje de Orlando Bloom, atraviesa también por un duelo, su esposa acababa de suicidarse (no recuerdo bien, pero creo que a causa de haber perdido a un hijo que esperaban) y las interrogantes y las creencias que se pone en duda y por las que pasa, son parecidas a las que yo me hacía desde hacía días. Me sentí identificada con él en ese momento. En su camino a Jerusalén hay una parte en la que tiene como una especie de revelación que aligera su mente y de alguna manera lo impulsa a seguir con su misión, ¿quién decide donde están o a dónde van los muertos? y dice una línea que no olvido “¿cómo puedes estar en el infierno si estás en mi corazón?” que aunque suene cursi o trillado, en verdad me reconfortó mucho; realmente nunca sabremos a ciencia cierta si nos volveremos a reunir con esos seres, pero los recuerdos que tenemos con ellos, es al final lo único que nos quedará y donde descansarán por siempre (me pasó algo similar recientemente con Coco, pero ya fue algo menor, quizá por el tiempo y el tono de la película), al dejar de renegar, cuando te das cuenta de que no hay nada que hacer y llega poco a poco esa resignación, descansas. Debo decir que me la pasé llorando toda la película, y que claro no terminó mi duelo ahí, es un largo proceso, no fue algo sencillo, de repente me hago muchas preguntas aún, pero coincidencia o no, esa línea de Balian siento que me ayudó y reconfortó en ese momento.
Quizá hubiera entrado a ver alguna de Fast&Furios en ese momento y me hubiera ocurrido lo mismo no sé; pero desde entonces es una película a la que le tengo un cariño especial y que cada vez que veo recuerdo ese primer momento que la vi.
El Vals del comediante
Yo pongo símbolos fílmicos a todo y a todos(as). Recuerdo que la primera película que vi con mi esposa (en aquel tiempo novia) fue Children of Men, firmando ella desde ahí una cláusula en donde sabía que lo que menos le iba a faltar en su vida era cine.
Divagando un poco para llegar al punto de mi historia, recuerdo que en la preparatoria un amigo me contó que a su papá se le ocurrió la fantástica idea de pedirle matrimonio a su mamá viendo The Wall de Alan Parker y Pink Floyd, y que su mamá tuvo una reacción de rechazo casi cancelando toda la relación. Yo quería algo similar, pero sin la cancelada, por lo que le pedí matrimonio a mi esposa en una sala de cine cuando un amigo que trabajaba en proyección, me dejó pasar como un trailer de nuestros momentos como novios que anunciaba un próximamente “MATRIMONIO”, antes de la proyección de… ¿Iron Man 3? ¡Fuck! Era lo que había en esa semana de cartelera y pues bueno, fue todo un éxito con una sala llena aplaudiendo (todo así bien bonito y bien pinche ridículo), mi novia llorando diciendo que si y yo todo afortunado por su respuesta (si yo hubiera sido ella hubiera dicho que no al terminar el remedo de película que vimos).
Pero ahí no acaba mi historia, un año después nos casamos y había un momento decisivo… la elección de nuestro vals, y como pueden suponer, yo quería algo que me recordara al cine y ella a Elvis ¿La solución? Bailar dos vals, uno con Can´t Help falling in love with you, y otro con Unforgettable de Nat King Cole ¿Por qué? Por que me encanta la edición audiovisual y la secuencia gloriosa de la muerte de The Comedian en Watchmen ¡Por eso! A mi esposa le agradó la elección sin saber la verdadera razón de mi elección (ella pensó que la letra y la melodía eran muy bonitas), pues así como a la mamá de mi amigo no le agradó mucho The Wall, mi esposa odia hasta la fecha el momento en que la lleve a ver en 2009 Watchmen, recordando aún su expresión y su respuesta después de salir de la sala: “no me vuelvas a traer a ver algo así otra vez en tu vida por favor”. Se lo confesé después, y su expresión no fue del todo amistosa.
Diversidad de Pájaros
Por Edgar del Valle
Recuerdo que hace muchos años, se me ocurrió invitar a mi abuela al cine. Doña Ana María, mi abuela, era una señora de más de 70 años, con amplio criterio a pesar de su edad y formación cultural, por lo que la lleve a ver la película “Las mil y una noches” dirigida por el controvertido director de cine italiano Pier Paolo Pasolini.
Se estrenaba esta película en el cine Regis, que se encontraba en el hotel del mismo nombre-hoy ya desaparecido con motivo del temblor de 1985- ubicado en la avenida Juárez, en el centro del Distrito Federal, hoy Ciudad de México.
De antemano yo sabía que las películas de este director eran provocadoras y con un alto contenido de desnudos y trama erótica, pero como ya adelante, confiaba en el amplio criterio de mi abuela. Pues bien, llegamos al cine, compramos refresco y palomitas, entramos a la sala y nos dispusimos a ver la película. Empezó la proyección de la cinta y transcurrió sin que hubiese ningún comentario de mi abuela, a pesar de las imágenes y contenido de esta.
Finalmente concluyo la película, se prendió la luz y salimos de la sala. Estando ya fuera del cine, mi abuela solo me dijo: “esta película se parece a Pénjamo”, a lo que yo pregunte: “Porque abuela”? recibiendo por contestación: “Por su diversidad de pájaros”. Reímos y nos encaminamos a tomar nuestro transporte público.
El niño que le sudaban las manos
La anécdota de su servidor se remite a 1989, año en que con bombo y platillo se estrenó Batman dirigida por Tim Burton. En aquellos tiempos los blockbuster eran estrenados en un ambiente de hermetismo, no como ahora en donde nos cuentan toda la película en cinco tráilers diferentes, del director solo se sabía que era el mismo de Beetlejuice y según los comentarios de la crítica gringa la película era super-mega- archi- violenta, al grado de que habían tenido que cortar escenas y aún así, se sugería que los menores de edad la vieran acompañados de un adulto ¡Háganme el favor! A esas alturas ya me había echado en BETAMAX todos los slashers de moda, películas de hartos balazos como Caracortada y, Acusados, una cinta donde violan brutalmente a Jodie Foster. ¿Qué podrían mostrar en Batman que no hubiera visto antes?
Ahora que lo pienso, no me queda la menor duda que todo se trató de una estrategia publicitaria, no obstante, los censores en México -fieles a su costumbre ultra moralista- se tomaron muy en serio el rol de defensores de las buenas costumbres, sirviéndose de “el temible señor de la puerta” (un fulano que recibía los boletos en la entrada al tiempo que decidía según su dudoso criterio quién podía ver la película y quién no). Total que, ahí iba yo con mis papás, formados en una fila que casi le daba la vuelta al cine por aquello de ser el estreno del año. Rezando para que no empezaran con sus fregaderas de que no podía entrar, enderezándome para verme más alto aunque ni poniéndome de puntas pasaba del metro y medio, “Pon cara de serio” decía mi mamá, pero para colmo de males tenía carita de escuincle de 12 años. Debía pensar en todo, porque a diferencia de ahora, al temible hombre de la puerta le valía sorbete que ya hubiéramos pagado los boletos. Si me preguntaba cuál era mi edad, le diría que tenía 17 y que estaba a nada de cumplir los 18, total qué tanto era tantito.
Conforme nos íbamos acercando a la puerta, me sudaban las manos, esa situación es la que menos extraño de los años ochenta, poco faltaba para que checaran si no traías armas, te hacían sentir del nabo. Mis papás se pasaron por delante y yo estaba a un par de pasos de la gloria. Sin voltear a ver al temible señor le entregué mi boleto para que lo rompiera como se acostumbraba, si lo hacía ya no había poder humano que me impidiera entrar. Y entonces…, sucedió (música de suspenso). Sostuvo el boleto entre sus dedos pulgar e índice y dijo examinándome “A ver tu credencial para votar”, con voz de machín le contesté “No tengo, apenas voy a cumplir los 18” y ahí fue cuando supe que a los adultos ningún chamaco baboso los puede hacer pen…dientes. “¿Así? ¿En qué año naciste?” preguntó burlón, ¡Me lleva! Como nunca pensé que me preguntaría eso, me puse nervioso y comencé a hacer cuentas casi en voz alta respondiendo “En mil novecieeeentoooos…setentaaaa y …..ahora verá, uno, que diga dos”. Meneó la cabeza. Mi papá se regresó para decirle que me diera chance, que tenía su permiso para ver la película. Así como lo leen, queridos lectores, los padres no decidían lo que podían ver sus hijos, todo quedaba en las manos de un don nadie. Para no hacerles el cuento largo, me tuvo piedad y pude ver la cinta.
¿Y tanto pancho para qué? Para que la violencia consistiera en ver al Guason bailando unas rolas de Prince y a Batman haciendo estallar a un gordo, en una escena donde no se ve absolutamente nada. Sobra decir que por muchos años la odié.
1 Comment
Yo tengo varias que si me gustaria platicar algun dia…
– La cara de un niño entusiasmado que fue a ver The Counselor (esa cinta de Ridley Scott que involucraba narcos, Cameron Diaz y un mustang y Brad Pitt y un decapitador electrico) y el review que me hicieron borrar al final
– Las reacciones de mi esposa al ver Animal Vertical (y las mias al ver a la gente reaccionar a Eisenstein en Guanajuato)