Apuesta Máxima: dónde nadie gana
Ben Affleck… ¿Un paso para delante y dos para atrás? A veces no sé que pensar de este hombre. Un momento estoy recordando Good Will Hunting, y al siguiente: Dare Devil. Aunque sin irnos tan atrás: por un lado Argo y por otro, la Bati-noticia. Para ser honestos, no hay mucho que reportar sobre su nuevo trabajito. En él, Justin Timberlake la hace de niño bueno, para variar; Richie, un estudiante de maestría en Princeton. La cual paga invitando a estudiantes de la universidad a una página web de juegos de apuestas, ganando comisión por ello. Pero las autoridades de la escuela se enteran de sus actividades y amenazan con expulsarlo si no deja su negocio.
Sin mucho que perder, Richie apuesta sus ahorros en la página de Ivan Block (Affleck), algo así como el rey de los sitios de apuestas en el mundo. Pierde, claro está. Pero gracias a una especie de centro de estadísticas en la misma universidad, puede probar que le hicieron trampa. Entonces, así nomás, decide viajar a Costa Rica a confrontar a Block. Algo así como si tu PC tronara y decidieras confrontar a Bill Gates, o qué sé yo. En fin, Costa Rica porque desde ahí opera Block, quasi-exiliado, ya que el FBI está tras sus huesitos.
Sin mucho problema –increíble– Richie llega a Block y le cuenta el asunto. Block le agradece, pues le atribuye la trampa a sus programadores, le devuelve su dinero, más un bono para poder pagar la escuela. Y hace algo más, le ofrece trabajo en su imperio: grandes y rápidas ganancias, fiestas espectaculares, mujeres bellas (incluida Gemma Arterton, chica Bond en Quantum of Solance)… Richie acepta. Todo es como el paraíso, hasta que el FBI lo “contacta” y lo amenaza con problemas con la justicia de EE.UU. sino coopera como infiltrado en el imperio de Block.
El personaje de Justino, asustado, corre a decirle a su jefe lo que le pasó con el Buró. Pero éste lo tranquiliza diciéndole que las autoridades de su país de origen no tienen poder sobre ellos, pues no están dentro de su jurisdicción. Pero después de este suspiro, Richie empieza a darse cuenta de que el trabajo soñado no es tan padre como parecía y que sí podría traerle problemas con América. Algo tendrá que hacer…
La trama es acelerada, y termina sintiéndose forzosa. Lo más decepcionante es que uno espera por acción o por algo de suspenso, de los cuales apenas se vislumbran intentos de. El director, Brad Furman, es casi un novato. Lo mismo los escritores: Brian Koppelman y David Levien (ambos, Ocean’s Thirteen.) Parece como si la apuesta aquí hubiera sido de los veteranos –Leonardo DiCaprio es uno de los productores. Sin embargo, no hay ganadores aparentes. La historia deja a los actores mal parados y a la audiencia poco o nada entretenida. Un buen concepto (graduados que se enfrentan al pago de los préstamos estudiantiles y el auge de las apuestas como adicción), un buen pronóstico… que falla.
Todo apunta a que éste fue un calentamiento, o algo así como una comida entre comidas, para Don Benjamín: un aperitivo entre Argo y su rol como el nuevo Batman. Y como esto nos deja un mal sabor de boca, habrá que esperar por el siguiente plato fuerte cortesía de Affleck. El cual, como ya todos sabemos, no está libre de expectativas. Ya sean altas o bajas.
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