Are you there God? It’s me, Margaret: Sencilla, pero efectiva
Los coming-of-age son historias con las que todos nos podemos identificar, ya que abarcan aspectos cruciales de nuestra vida que definirán como somos, desde detalles importantes como los cambios físicos del cuerpo y el primer beso hasta otros más superficiales como emborracharse o drogarse. Sin embargo, siempre fue un género enfocado a los hombres. Pese al arribo de la novela “Mujercitas” en 1868 y muchos clásicos que han aparecido desde entonces, no fue sino hasta los 2000 cuando empezó a haber una mayor proliferación de historias dirigidas a la mujer, y obras como “Mean Girls”, “Lady Bird” y “Booksmart” respaldan este hecho. Es con estos antecedentes que llega “Are you there God? It’s me, Margaret”, que dentro de su sencillez, es reconfortante como el preámbulo y la iniciación a la adolescencia.
La directora Kelly Fremon captura etapas clave de esta fase, tales como el crecimiento, la búsqueda de la identidad, el control de las emociones, la resiliencia, la curiosidad y la aceptación del ser, lo mejor es que logra tratar estos temas de forma natural y sin caer en los clichés o la dramatización excesiva. Tiene un buen sentido del humor que la hace más ligera y va muy acorde a las situaciones y a la experimentación de los cambios que suceden, pero también sabe cuándo hay que dejar que la calma dramática tome su lugar. Hay que añadir el diseño de producción, ya que la recreación de la década de los 70, que abarca desde el vestuario hasta la banda sonora de un Hans Zimmer, crea una atmósfera inocente que va acorde al viaje de Margaret, dando un aire que puede hacer sentir nostálgicos a quienes vivieron en esa época o están interesados a indagar en ella.
Uno de los detalles más llamativos, y a la vez preocupantes, es el uso de la religión como elemento de la trama principal, ya que la historia nos ha demostrado que el cine y las creencias usualmente no van de la mano. Es aquí donde la integración de este recurso tiene una recepción mixta. Por un lado, se agradece que esta no sea una historia sobre hacerte creer en Dios o cosas por el estilo. Por el contrario, prefiere usarlo para explorar más a su protagonista, enfatizando la importancia de las creencias personales y de encontrar el camino propio, y más importante aún: sin caer en pretensiones. No obstante, da esa sensación de que se pudo haber hecho algo más con el tema y no limitarlo a las conversaciones de Margaret con Dios (hay una escena cerca del final que lidia con las interacciones entre personas de diversas religiones, lo cual pudo retroalimentar más este punto, pero como nunca se exploró a profundidad, no tiene la importancia ni el peso que debería).
En cuanto a las actuaciones, Abby Ryder Fortson carga con el protagónico y encarna la vulnerabilidad, la curiosidad y la resiliencia que implican los primeros años de una lucha interna que aparece al crecer. Asimismo, Elle Graham como Nancy es un gran contrapeso y una muestra de lo que podría haber pasado si Margaret hubiera copiado la misma actitud. Sin embargo, quien merece los aplausos es Rachel McAdams como la mamá de Margaret, tan comprensiva y cariñosa que nos hará recordar a nuestras propias madres, teniendo las mejores escenas cuando ambas comparten pantalla. Un papel que incluso rivaliza con su ya legendaria Regina George como la mejor interpretación de su carrera. Mención especial para Kathy Bates como la abuela de Margaret. Entre las 3 simbolizan las perspectivas de diferentes generaciones con respecto a sus afiliaciones y a su forma de ver la vida.
Una cinta tierna que abarca más de lo que debe, que recuerda que la adolescencia es más que los cambios hormonales y los dilemas familiares, también trata sobre el pensamiento, la espiritualidad y el entendimiento. Tiene sus problemas como un ritmo un poco acelerado (especialmente en la segunda mitad) y algunas subtramas pudieron estar mejor desarrolladas más para crear un impacto más profundo, pero su mayor fuerte es las relaciones entre personajes, habiendo empatía con los mismos y de manera natural, convirtiéndose en una propuesta adepta a jóvenes y adultos.