Posesiones: Arrástrame al Infierno
No está chido meterse en broncas con alguien a quien no conoces. Ya no sabes qué te puede tocar. Si son ladrones, psicópatas, expertos en artes marciales o sólo algún loco que tuvo un mal día y busca al primer tarado que se le atraviese para desquitar su coraje. Pero hay una ventaja, los conflictos con dichos personajes suelen ser efímeros. Una golpiza y ya. En cambio, la peor persona con la que puedes tener pedos y que debes evitar a toda costa es una gitana. Más si ya está viejita y le provocas una gran ofensa. Su frágil cuerpo no es nada comparado con los poderes que pueda tener y sea capaz de dirigir en tu contra. Extrañarás que te den una la golpiza en cuanto veas al primer demonio, espíritu o ente que te espante en la noche y que no descansará hasta poseer tu alma eterna y llevarla directito y sin escalas al infierno. ¿Sueno exagerado? Tal vez. ¿Es probable que te pase? No mucho. ¿Soy un idiota? Asi es. Pero esta es la lección que me dejó un pequeño y divertido film del 2009 de terror cómico llamado “Arrástrame al Infierno” del director Sam Raimi, precursor de este subgénero, y no pienso arriesgarme como Christine.
La vida de Christine era casi perfecta. Tenía un novio del cual estaba enamorada y con quien estaba a nada de comprometerse. Un prometedor empleo como ejecutiva bancaria, con un gran e importante ascenso a la vista. Y por si esto fuera poco, un pequeño y adorable gatito que la recibía al llegar a casa. Pero todo esto cambió un día cualquiera en el que una anciana llegó a su escritorio para solicitar una extensión al pago de su hipóteca con el fin de que no la echarán a la calle. Christine usualmente se hubiese tocado el corazón y otorgado más tiempo a la mujer pero, para obtener el ansiado ascenso, ella necesitaba tener una mano más dura y ser capaz de tomar las decisiones más difíciles. Por lo que le negó el trámite. Sin saber que ya había cambiado su alma por un puesto, Christine se volvió el blanco de una poderosa maldición por parte de la humillada y rencorosa anciana. Ahora tendrá solo tres días para hallar la manera de romper el sortilegio y evitar que un ancestral demonio llamado Lamia, venga por su alma y la arrastre al infierno.
Siendo este su siguiente proyecto después de que su trilogía de Spider-Man fuese arruinada por el estudio con esa desastrosa última entrega, Raimi vuelve a lo que verdaderamente ama y que lo puso en el mapa: ese grotesco y gracioso terror que es casi un Cine B con mejor calidad. Y así funciona. Quizá no haya alcanzado el status de culto ya su saga de “Evil Dead” obtuvo casi instantáneamente, pero “Arrástrame al Infierno” es uno de esos filmes que se disfrutan de principio a fin y cuyo guión y ejecución pasan orgánicamente del terror a las risas sin que ninguno de esos dos aspectos opaque al otro. Se puede ver 10 veces y seguirá resultando divertida e impactante su final, esto lo digo desde mi propia experiencia. Markovich guaranteed.
Uno de los mayores aciertos que tiene esta pieza radica en que la historia es sencilla y decide no involucrar innumerables personajes que sobren ni meter varias subtramas para hacer relleno, que es algo cotidiano ya. El guión se centra en Christine y su diábolica odisea el 95% del tiempo, lo cual también requirió una actriz que fuese capaz de llevar casi sola toda la película. Esto corrió a cargo de la ya medio desaparecida Alison Lohman. Desde el inicio logra involucrarte con lo que sucede en la vida de Christine sin que decaiga en ningún momento. Resulta más rescatable que Justin Long como su novio y que nuestra compatriota Adriana Barraza, porque obviamente la hechicera buena del cuento tenía que ser una señora mexicana.
Sin egos y sin pretender ser un producto que se vuelva un referente trascendental en el género, “Arrástrame al Infierno” se ve que está hecha con verdadero cariño al terror y a lo grotesco. Su director se nota cómodo nadando en su elemento y entrega una muy efectiva historia, con una más efectiva moraleja que ya quisiera Esopo: nunca te metas con una bruja.