Avatar: The Way of Water, y el abismo taquillero
Todavía no se sabe, pero si nos basamos en las estadísticas anteriores, la secuela de Avatar probablemente será la siguiente película más taquillera. Y no por calidad, así no suele funcionar la venta masiva de entradas a salas de cine, tiene que ver más con especulación y un brutal marketing por parte de las majors, en este caso 20th Century Fox.
En Avatar: The way of water volvemos a Pandora. Jake Sully (Sam Worthington) y Neytiri (Zoe Saldaña) están casados y tienen hijos. Todo es felicidad hasta que el Coronel Quaritch (Stephen Lang) reaparece, ahora como Na’vi, junto con una tripulación también compuesta de la especie azul. Los atacan, Jake huye con su familia y se refugian con las tribus que viven en el agua. Nuevamente conoces la extraña flora y fauna, y nuevamente James Cameron quiere enjaretarnos un discurso ecologista bastante flojo.
Cameron es uno de los grandes ilusionistas que todavía quedan en Hollywood. Combina los efectos digitales con los prácticos. Nos lleva a atmosferas y paisajes lo suficientemente extravagantes. A pesar de sus décadas de experiencia como director, el fondo todavía queda corto, y su forma cada vez más deformada.
Su declaración acerca de la testosterona es importante, ya que Way of Water carece de ella. En cambio, permea su ya conocida cursilería antes vista en películas como Titanic, Mentiras Verdaderas y El Abismo. Quiere entrarle a temas como empoderamiento femenino, ambientalismo, anticapitalismo, que funcionaron una vez, y con eso era suficiente. Y spoiler, el final plantea la posibilidad de una tercera parte.
Su duración de casi 3 horas desesperaría a los haters más feroces de Chantal Akerman. Este vicio lo arrastra desde Aliens, es insoportable en Titanic, pero varias décadas sigue empeñado en realizar películas innecesariamente largas. Con un guion repleto de obviedades narrativas, el monomito OTRA VEZ, clichés en sus diálogos, y uno que otro aforismo.
Pero nada de esto detendrá a la audiencia. Parece ser una obligación de cinéfilo pagar y verla en una pantalla grande. Caemos como la tripulación de Ed Harris en el abismo; en las profundidades de la influencia mediática, la cual nos dicta que ver y como ver, en un mar de reacciones optimistas sobre los discursos en la película.
En perspectiva, si la comparamos con los desastres del blockbuster de este año, queda mejor parada ante Yates y sus animales fantásticos, y es menos pretenciosa que Wakanda v.s. Tenoch, y si somos honestos, le podemos reconocer más a Cameron como pionero del cine super producido, y tal vez está es una razón importante para sentarse 3 horas a ver una historia que ya conocemos.