Bardo: ¿Pero que “Verg… Man” es esto?

Una tendencia fílmica cada vez más recurrente, y que al parecer sirve al artista como un instrumento de expiación, un manifiesto de su legado,  o bien como una terapia para exhumar sus traumas, fantasmas o bloqueos creativos. Las auto biografías si bien no son algo nuevo, si parecen ser la alternativa emocional y psicológica preferida de muchos directores actuales (Sorrentino, Linklater, Cuarón, Brannagh, Spielberg), siendo la esperada y polémica “Bardo”, el más reciente viaje a la mente y sentimientos del más grande genio directivo de nuestra época y quizá la figura fílmica más inalcanzable de la historia.

Moldeado a base de las enseñanzas y bendiciones de Fellini y Bergman, y provisto de un conocimiento narrativo y sapiencia técnica tan formidables que ningún mortal, crítico y/o espectador podrá alcanzar a comprender, Alejandro González Iñárritu se digna en materializarse y exponer su superioridad ante el ente ordinario, aquel común migrante, desaparecido, guionista, conductor de televisión y/o mexicano promedio, que será testigo afortunado de presenciar no solo su vida y obra, sino también sus más profundas emociones. No importa si esta meta ficción es demasiado compleja, o si en realidad parezca que no trata sobre nada, y al mismo tiempo sobre todo, por qué al igual que su servidor, estimado ordinario, usted es el idiota, y Alejandro es Dios.

Comencemos entonces aceptando nuestra estupidez ordinaria, y dejémonos llevar por este milagro de la cinematografía moderna.

Bardo, epítome del cine mexicano, comienza por ser una interesante metáfora hacía el duelo y la falta de identidad. Iñárritu se mimetiza en este periodista, un profeta lejos de su tierra, un hijo pródigo incomprendido y un maestro artístico global, que regresa a su tierra ordinaria para revivir su dolor y fantasmas del pasado.

Es innegable que “El Negro” (al que no le gusta que le llamaran “prieto”) es una maestro del plano secuencia, no solo desde el aspecto técnico, sino también al construir sobre este una tensión narrativa progresiva que va delimitando a “su personaje”. Usando su mejor habilidad – truco, el excelso “MAESTRO FÍLMICO” es capaz de conectar con el espectador de una manera natural, sincera y muy emocional; incluso en lo visceralmente honesto que resulta este doble “duelo” (donde su “yo” del pasado muere a la par de querer dejar atrás a su hijo recién nacido y fallecido), Iñárritu es capaz de dejar de lado la “anunciada” pretensión para entregar un relato catártico, bellamente estilizado, montado y con diálogos de auto sátira inteligentes y provocadores.

Como el símbolo del surrealismo artístico postmodernista en lo que este maravilloso ente sobrehumano se ha convertido, desde aquel encuentro paranormal con el mismo Ingmar Bergman en los parajes suecos (catedral del cine y donde recibió su ordenanza como el estandarte de esta corriente), “Bardo” se convierte en un lienzo para una expresión surreal exquisita, en especial cuando se refiere al duelo y a la relación familiar en donde el artista parece querer encontrar el nuevo sentido de su vida, uno de aceptación, resiliencia y nuevos caminos.

Un primer acto bello, pero nada comparado con el porvenir. Como si se tratase de un acto de misericordia artística, “PRIETO BERGMAN” decide dar un conciso machetazo a su narrativa. No abandona aquel duelo, aquellos traumas y aquellas sub tangentes y elementos de su profunda meta ficción con ciertos toques de auto homenaje (materializados en la arena y en los migrantes) ¡No! El solo los supera, y el cambio de tono y estilo aunque incomprensible para el mortal, es solo la muestra de una superioridad sensorial que lo lleva de manera inmediata a superar a Buñuel, a Lynch, y a otros maestros que quedarán anonadados con esta cosmovisión filosófica sobre todos los aspectos que rodean a la sociedad.

Así pues, como si se tratase de otro corte fílmico, Iñárritu vierte en este segundo acto una porción sobre “EL TODO”: política, religión, lucha racial, imperialismo, aspectos sobre la conquista bélica y espiritual española, crítica a los medios de comunicación, migración, desaparecidos, racismo, militarismo y por supuesto “la muerte”, piedra angular de su relato y metamorfosis, donde es casi posible ver a Bergman de nuevo en la labor directiva a través de su nuevo e inmortal discípulo. Resulta incomprensible al ojo y al entendimiento humano, toda la mezcolanza y tangentes que irresponsables e idiotas como yo, y usted, pudieran tachar de pretencioso, inconexo, absurdo y/o sin sentido ¡Qué vulgar es el público! ¡Ja! Y es que este semi dios fílmico no puede verter toda su inmensa sabiduría en una hora, por lo que el montaje es solo una parte sustancial de “la verdad” absoluta y del más alto nivel de cine jamás presenciado.

Es impresionante como Iñárritu sufre por ser el Dios fílmico, algo totalmente comprensible al ver este pedazo de majestuosidad. Su segundo acto se centra pues en este sufrimiento, donde usted miserable humano, será testigo de los más grandes problemas existenciales desplegado en una pantalla de cine, donde “PRIETO” sufre por ser prieto, por recibir premios, por los elogios, por estar bien con su familia, por su éxito, porque él es un chingón ¡No! perdón, sufre por ser “EL CHINGON”. En cada corte, en cada sketch “inconexo” de esta masturbación fílmica, el espectador acompaña a su director hasta alcanzar el orgasmo, pero no antes del onanismo, donde “VERGMAN” repite el dolor de su sufrimiento no hasta el cansancio, sino para que te quede claro, ser inferior mexicano, la razón de su tormento.

Embelesados ya, el tercer acto no solo es alucinante, sino que podría catalogarse de “pura perfección”.  El alter ego blanco de “PRIETO”, abandona su cuerpo en una muerte espiritual, el símbolo “bergniano” por excelencia, y que el profeta nutre con el gran giro de tuerca de 100 años de cine, donde deja claro que todas sus analogías y metáforas surrealistas convivieron dentro de un “sueño en coma”. Iñárritu no usa el cliché ¡Lo domina! ¡Lo manipula! ¡Lo revoluciona! Haciendo un “meta cliché” donde la construcción de sus planos surreales abandonan la narrativa de su primer y su segundo acto, para abrazar esta “muerte” mental y así vincularlo con un simple sueño.

Tan sencillo como perfecto, tan inocente como onírico. Se lo que usted está pensando, habitante promedio, y si, Iñárritu mejoró el “meme” de  “Los Supercampeones” donde Oliver Atom despierta sin piernas en el hospital ¡Que grandioso! ¡Qué enorme sensei de la narrativa! Donde todo plano surreal pierde incluso su bella complejidad para convertirse en eso… en algo burdo, así como usted, así como yo, y ese lector, es el principal mensaje de esta joya, la manera de comunicar una verdad incomprensible y llevarlo al lenguaje ordinario para su entendimiento y debate ¡FASTUOSO!

¿Pero usted cree que este “ATLANTE ARTÍSTICO” ha terminado de auto complacerse y complacerlo? No, pues su epílogo está más allá de cualquier etiqueta, adjetivo o palabras que este crítico pudiera escribir. No importa si usted ya lo vio en 8 ½ de Federico Fellini, pues Iñárritu no lo copia, no lo homenaje ¡SINO QUE LO PERFECCIONA! Para dejar así claro su superioridad absoluta de entre todos los cineastas que existieron, existen y existirán. Bardo pues, es el traductor del cosmo sensorial – onírico – fílmico de un ente elevado que se ha sobajado para hablar con usted. Sépalo apreciar y agradézcaselo.

Y por cierto, si usted se encuentra confundido, frustrado, enojado con esta “crítica”, lo(a) invito a ver Bardo, y así poder comprender la verdad, la mentira, la sátira, la burla, el cumplido. Tal vez no sea nada de eso, tal vez lo sea todo, o tal vez sea como lo que hizo Iñárritu, una vulgar y vil auto mamada.

PD: Daniel Gimenez Cacho, muy bien.

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


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