“Beau is Afraid”: El puer eternus de Ari Aster
En una era de inmediatez y abuso del relativismo, se ha confundido la provocación con la autenticidad. Creemos que cuando una obra es agitadora, es sinónimo de transgresora o disruptiva, sin verificar cuáles han sido los métodos que se han utilizado para evocar esas sensaciones. A través de ese hueco, algunos artistas han encontrado la manera de colocarse dentro del gusto del público apelando a cierta demografía. Si te sientes único y especial por consumir un producto no tan popular entre la “masa”, déjame decirte que incluso en ese nivel, alguien supo cómo apelar a tu necesidad de consumo, utilizando elementos escatológicos y clichés sin ningún contexto, como un periódico de prensa amarillista.
El colmo de los colmos (valga la redundancia) ha llegado con Ari Aster, quien apelando emocionalmente a una generación científicamente comprobada como una de las más ansiosas y deprimidas, consumidora en exceso del impacto y sensacionalismo barato (¿por qué creen que las fake news son tendencia?), genera una de las peores películas no solamente del año, sino quizás de la última década. Una cinta no solamente terrible en su manufactura, sino que, de manera tramposa, apela a un estilo bizarro para esconder sus huecos y justificar una narrativa excesiva, cansada y molesta de más de 3 horas.
Rompiendo paradigmas (para mal)
La historia se podría resumir en un intento por escribir la odisea de un hombre inseguro, con problemas de ansiedad, y que tiene miedo de ir a visitar a su madre gracias a los enormes complejos que ella ha depositado en él. El problema es que la trama se queda en eso: en una mera intención de explorar las consecuencias psicológicas de un individuo con una relación maternal destructiva.
Esto se debe principalmente a que Aster no tiene otro recurso más que el morbo escatológico para desarrollar a sus personajes. El ejemplo más claro es el protagonista, que fuera de sus problemas psicológicos y su ansiedad, la película se esfuerza poco en mostrar una faceta diferente a la tóxica relación con su madre. Parece como si la cinta no encontrara otra manera de hacerte empatizar sino es a través de la “porno-tortura”. Como consecuencia, todos los personajes parecen más caricaturas, sin contrapeso fuera de lo soez. Incluso dentro de este estilismo provocador, debe existir el claroscuro y el contexto que justifique su uso, pero parece como si la madurez mental del escritor fuera la de un puberto con enormes problemas psicológicos que cree que lo escatológico y perturbador es equivalente a una “algo profundo“.
El intento fallido de Aster por ser Fellini
El otro problema, es que Aster en su delirio, se ha sentido la reencarnación de Fellini y el heredero de Lynch sin una noción de lo que verdaderamente es la corriente surrealista, terminando por transformarse más en un Shyamalan “Región 4”.
El mayor pecado es pensar que el escribir una historia de manera absurda y onírica te da derecho a colocar cualquier suceso en el guion (y montaje) de manera aleatoria, con la excusa de que estamos en una atmósfera “donde todo puede ser inexplicable y todo se vale“. Incluso cuando juegas en el mundo de lo irracional, tienes que mantener una consistencia y coherencia interna para que la figura que estás utilizando se vea como un recurso artístico y no una manipulación para que la historia se maneje a tu conveniencia. Ahí está el gran detalle con “Beau”, la cual cae en contradicciones de manera constante. Puede introducir un elemento a través de un chiste de humor negro, luego algo escatológico, para después decir que era una trampa de algún personaje. Estos cambios constantes denotan que Aster no tiene ni idea a qué puerto llevar su historia y que se está valiendo de los estilos abstractos para llenar sus vacíos argumentales.
La peor parte es que muchos de estos elementos surrealistas están antecedidos por los clásicos clichés del consumo de sustancias psicoactivas o problemas psicológicos (incluso hay una regresión al pasado porque el protagonista se fumó un churro). Si el espectador llega a pensar que el juego abstracto se debe al factor mental del protagonista, no lo culpo, pues la manera tan torpe y burda da pie a pensar eso, y rompe de manera instantánea la picardía del estilo surreal que pretendía darle el director.
De esta manera, cuando se cierre la historia, poco te importará si “Beau” resolverá sus “mommy issues”, pues cada uno fue desarrollado de una manera tan superficial y convencional que te dará exactamente igual cómo acabará la situación.
La película batalla por balancear la comedia, el horror, lo bizarro y el melodrama. Hay escenas cuyas situaciones que cuentan son tan absurdas como para ser tomadas como algo perturbador. Sin embargo, Aster se esfuerza a través de su estética para que esta situación se vea como algo provocador. Uno simplemente queda extrañado, pues incluso da la impresión de que ni el mismo director sabe a lo que quiere transmitir.
Además, la actuación de Phoenix es decepcionante, quizás uno de los peores trabajos de su carrera, producto en parte de un personaje mal escrito y una dirección terrible. Los matices de Phoenix se limitan a una expresión de sufrimiento y a gritar de manera desesperada cada 5 minutos, lo que hace que su actuación resulte cansada y fastidiosa.
Un desastre técnico
Debido a que el director no encuentra nunca el tono adecuado, la película no consigue encontrar el ritmo adecuado. Por esta razón, la edición y la fotografía son un desastre. Aster abusa de los close ups y planos secuencia, alargando demasiado algunas escenas, mezcla planos sin sentido e incluso introduce otros “al revés” para hacerse más interesante, recurriendo al movimiento de la cámara para generar sensación de incomodidad.
Con una falta de consistencia visual y un montaje desordenado, la película es un desastre técnico que refleja la mal estructurada narrativa. No es de extrañar que no se pueda tomar en serio una historia que justifica la ausencia paterna con un chiste sobre el fallecimiento por eyaculación, que pasa por una situación de engaño maternal, y que luego se transforma en un melodrama, para después volver al absurdo con la inclusión de un gemelo y un pene gigante. Todo esto sin ninguna articulación entre cada suceso y con en un estilismo que no aporta nada.
Apelando al puer aeternus
Incluso como un viaje de descubrimiento, la película es una completa farsa, ya que el personaje principal no muestra ningún signo de madurez o crecimiento, navegando en un círculo vicioso. Es notorio y evidente que la ausencia de una figura paterna ha convertido a Beau en un ser débil. En las grandes historias de “camino del héroe” (clásicas y contemporáneas), nuestros protagonistas necesitan abrazar la figura paterna para romper con la sobreprotección materna y pasar al mundo adulto. Varios psicólogos han concluido que los síndromes derivados de una falta de madurez y (Peter Pan o Puer Aeternus) generalmente se deben a una representación nula o denigrada de la figura paterna. Bajo ese concepto, el conflicto de la película se podría resolver fácilmente si Beau aceptara, por muy extraña que fuera la figura del padre, y se separara así de su madre castrante.
Pero como Aster probablemente nunca haya leído los mitos culturales más relevantes de la historia de la humanidad y/o sea un niño adulto igual que su protagonista, incapaz de abrazar ese lado progenitor, se le hace más fácil reducir su concepto de paternidad a un clon y/o un pene gigante. No solo es un acto estúpido en concepto, sino que incluso la reacción del protagonista termina por quitarle ese concepto de “odisea” que intentó darle Aster y sea más un cuento reiterativo e infumable de 3 horas de un puberto “edgy” de 40 años.
Calificaciones:
Guion: 0.9 – Por la pura temática, se ganan algunos puntos, pero una premisa interesante no implica una buena historia si le das un pésimo manejo.
Dirección: 0.6 – Pésimo manejo de cámara y, sobretodo, una edición espantosa que afecta el tono de la cinta.
Actuaciones: 1.0 – Una de las peores actuaciones de Phoenix, producto de un mal guion y dirección.
Extras: 0.2 – La canción del trailer es lo único rescatable.
Calificación: 2.7 (Espantosa)
En conclusión, parece que Aster se tragó un bote de pintura mientras escribía esta historia, pues Beau is Afraid es un desastre en todos los sentidos. No solo narrativamente es limitada, sino que intentaa escudarse en el estilo surreal para justificar sus cambios de tono y vueltas de tuerca. Se lleva entre las patas a la parte técnica, tan desordenada y con falta de sentido como la propia historia y la actuación de su personaje principal, tan fastidiosa y desesperante como las situaciones y el tono de la película.
Aster ha cometido todos los errores que un cineasta de autor puede ejecutar en su obra, y a diferencia de quizás otras cintas “polémicas” o catalogadas como “auténticas”, “alejadas de lo convencional” (o mamadoras para el público más mainstream), nada es rescatable. Incluso aquellos cineastas tan polarizantes por temática y estilismo al menos saben manejar una cámara o hacer un corte.
Pero Aster no tiene nada de qué preocuparse, porque hay una parte del público que lo ha endiosado. Valiéndose del argumento del exceso de relativismo y del clásico “A mí me gustó y por eso es buena”, justificarán este esperpento principalmente porque gran parte de su narrativa apela a una parte de una generación infantilizada, incapaz de observar un tema que no sea bajo la lógica de la dicotomía o el simplismo (como los mismos niños), orillados a creer que el mundo adulto de entretenimiento es sinónimo de lo vulgar, provocador y grosero (como la óptica de un adolescente). Esa generación que se niega a crecer, que prefiere encerrar en el ático a la figura paterna para poder vivir en la juventud eterna, aunque eso implique estar bajo el yugo de una maternidad tóxica. Quizás, en el fondo, bajo ese razonamiento, el título de “el cineasta más representativo de su generación” le queda como anillo al dedo a Ari Aster.