Bibi Andersson, la primera musa de Ingmar Bergman fallece a los 83 años
Bibi Andersson (1935 – 2019)
La niña convertida en mujer, pupila de Bergman desde su surgimiento en la escena teatral de Malmo, debutó a la orden del director en un comercial para detergentes en 1951 para después conseguir una pequeña participación en 1955 en Sonrisas de una noche de Verano, año en el que también comenzaría un amorío con el cineasta que se prolongaría por 4 años. 13 serán las veces que trabajarían juntos, convirtiéndose en la adorable faceta, conmovedora y aniñada dentro de la feminidad fílmica del sueco, con papeles que desbordaban coquetería y ternura en un estudio de tomas que realzaban su belleza y finas facciones. En esta primera etapa Bibi se sumergiría en dicho arquetipo con roles en El séptimo sello (1957), Fresas salvajes (1957), En el umbral de la vida (1958), El rostro(1958), El ojo del diablo (1960) o ¡Esas mujeres! (1964), sin embargo todo cambiaría para 1966, año en el que aparecería tal vez la película de mayor culto en esta comunión artística: Persona, tratado surrealista sobre los temas que más inquietaron a Bergman; un compendio psicológico y metafísico, desde sátira social hasta ensayo sobre la muerte y el sexo femenino, donde Bibi se convierte en una actriz de carácter, proveyendo uno de los mejores monólogos en la historia fílmica.
Lograría la internacionalización trabajando a lado de cineastas como John Huston y Robert Altman, también teniendo presencia en países como Argentina e Italia. Ganaría el Premio de Cannes en 1958 por Tres Almas Desnudas (premio que compartió con 3 de sus co-protagonistas), y el Oso de Plata del Festival de Berlín en 1963.
Retirada en el 2010 tras 103 títulos entre el cine y la televisión, Bibi se dedicó a la escritura y a la publicación de su autobiografía.
Que descanse en paz uno de los iconos histriónicos del cine internacional, definiendo con su talento, belleza y versatilidad toda una época y carrera junto a uno de los mayores cineastas de todos los tiempos