Black ’47: Hambriento y brutal western irlandés
Un brutal western donde convergen no solo dos de los puntos geográficos más influyentes del género, sino también varias de sus corrientes narrativas y ciertas variantes de otros rubros para conseguir una propuesta que se denota fresca y revitalizante para los amantes del mismo. Su nombre es Black ’47, es irlandés, es de este año, está basada en un entorno real y contiene una perspectiva cruda que no deja desamparado ni a los curiosos históricos, ni a los amantes de la acción, la sangre explícita y el salvaje oeste ¿O será mejor decir “salvaje meridiano”?
Dirigido por Lance Daly, cineasta irlandés de bajo perfil y que apenas saltó a la escena en el nuevo milenio, la historia se centra durante la Gran Hambruna (1845-1849), donde un desertor del ejército busca a su familia en las pobres granjas de Irlanda solo para darse cuenta de la trágica condición de esta, por lo cual y a raíz de las brutales circunstancias, emprenderá una venganza sangrienta mientras es perseguido por las autoridades y por un mercenario que le resulta muy conocido.
Imaginen esto: La figura del “hombre sin nombre” bañado de sangre y sumido en una espiral y sed de venganza; un ex soldado conocido por su fiereza y que no descansará hasta conseguir su objetivo, perseguido por el mercenario salido del “espagueti” de Leone en una odisea oscura y contemplativa influida por los entornos narrativos de Peckinpah. Esta mezcolanza se ve aderezada por un contexto histórico bien cimentado por el también guionista irlandés, el cual se toma su tiempo en su primer acto para introducir también a los partícipes de su tablero.
Si bien Daly peca de ambicioso al querer incluir cierto tono bélico y/o thriller en su relato, obviándolo torpe durante varios lapsos en el desarrollo de su cacería, es la estructura histórica la que al final enriquece a la violencia y a la esencia del western, con tópicos sociales y de fraternidad militar que enriquecen un relato que a pesar de tropezar en su punto medio, se reaviva con un clímax y secuencia final que se engrandece no solo con un ritmo trepidante, sino también por la impresión del toque de emotividad en el destino de aquellos bien delimitados personajes, factor que de entrada ya da un plus cuando se habla de un western.
La empatía tarda en llegar, un error narrativo que en esta ocasión y accidentalmente logra expiar hacia dicha conclusión, en mucha parte gracias a los dos protagonistas australianos del film (de ahí la otra gran influencia geográfica hacia el género), Hugo Weaving y James Frecheville; el primero siempre de talento mezquino, logra presentar un mercenario decente y que sirve en varios puntos como un ícono paternal hacía con varios personajes y situaciones; el segundo, uno de los jóvenes actores más interesantes de esta época y al cual en lo particular me dio gusto poder encontrar tras aquel también sublime protagónico en la oda gansteril Animal Kingdom (con la que oficialmente debutó en 2010), procede con un desempeño bestial que va de la deshumanización a la redención, con grandes momentos dramáticos y un poco esperado y excelente manejo de la acción .
El reparto se complementa con Jim Broadbent, Barry Keoghan, Stephen Rea, Sarah Greene y Freddie Fox, un equipo solvente que a pesar de desperdiciar a los dos primeros mencionados, el “churrero” inglés Fox logra un más que atractivo antagónico, tratando con mucho esfuerzo de cuajar esa parte “bélica” dentro del relato.
Salida este año de las entrañas del Festival de Berlín, es lógico que las opiniones se hallen en los extremos, algunos atacando su agremiado de géneros sin definición, y otros simplemente elogiando su propuesta arriesgada, sangrienta, pulcra y cimentada en un desolado paraje histórico que a pesar de su distancia cronológica, emerge en este 2018 como un fresco entorno para un rubro que necesita revitalizarse año con año.
¿Recuerdan el post de su servidor donde les recomiendo 5 buenas películas que seguramente no han visto y deben de ver este 2018? Pues vayan sumándole una más, en un año en donde al parecer el western aún no tiene su última palabra, pues falta de ver si The Ballad of Buster Scurggs, The Nightingale y The Sisters Brothers, las tres premiadas en Venecia, tienen algo que decir frente a este sórdido y sorpresivo irlandés que irrumpe en escena para ser recordado con justicia por los amantes del género.