Bob Esponja: En busca de los pantalones cuadrados – Insulto a la memoria de Hillenburg

El 26 de noviembre de 2018, el creador de Bob Esponja, Stephen Hillenburg, falleció a consecuencia de esclerosis lateral amiotrófica, conmocionando al mundo del entretenimiento y la animación. A raíz de esto, Nickelodeon y Viacom no esperaron ni siquiera a que cicatrizara la herida para explotar al máximo la gallina de los huevos de oro, generando dos series derivadas (spin-offs) y cuatro películas (con una quinta en camino para Netflix).

Si a usted le parece sospechoso que, justo tras la muerte de su creador, los dueños comenzaran a lanzar más contenido como si fueran cangreburgers, no es una leve “coincidencia”. Por esta razón, todo lo que ha salido de Bob Esponja después de Hillenburg no solo resulta ofensivo, sino que ha llevado a la franquicia a su punto más bajo (incluso peor que el periodo entre las temporadas 5 y 9).

Los errores de la última película, En busca de los pantalones cuadrados, son numerosos. De entrada, repite parcialmente la premisa de la primera cinta, con la diferencia de sustituir a Plankton por el Holandés Volador. Una vez más, Bob Esponja se ve impulsado a demostrar que es un “grandote” (especialmente ante Don Cangrejo), embarcándose en una aventura para reunir los atributos que lo convertirán en pirata.

Sin un elenco secundario interesante como el de Mindy o el Rey Neptuno, el defecto más notorio es la escritura, que ha quedado lejos el ingenio en los diálogos o las absurdas pero creativas situaciones que solían rodear a Fondo de Bikini y a la esponja amarilla. En su lugar, encontramos un humor soso, flojo y carente de chispa, menos cerebral y más idiota. Especialmente porque, en el perfil del protagonista, ya ni siquiera se opta por “flanderizarlo”, sino por “homerizarlo”, haciéndolo más torpe que Patricio Estrella.

Bob Esponja era ingenuo, y eso lo llevaba a cometer tonterías, pero sabía distinguir entre lo conveniente y lo peligroso. Su versión 2025, en palabras de la propia película, “no tiene cerebro”, lo que la vuelve molesta, simplona y carente de empatía: sus problemas no se originan en su inocencia, sino en su estupidez.

Ya no existe un contrapeso con Patricio, pues ahora es una calca del protagonista, por lo que la dinámica del dúo se ha perdido por completo. Lo mismo ocurre con Don Cangrejo (coestelar en esta entrega), ya que, al sustituir la ingenuidad por inmadurez, la relación maestro–alumno deja de sentirse genuina.

Otro de los grandes defectos está en la animación. El 3D con aspecto de stop motion no le sienta bien a Bob Esponja. Esto es grave, pues uno de los mayores aciertos de la serie eran los chistes visuales que jugaban con el hiperrealismo, el live action o el trazo 2D para potenciar el humor que incluso en palabras de los expertos animación era algo tan innovador desde la exageración en las expresiones que hacía Tex Avery. En esta película la falta de creatividad empeora el resultado, reduciendo los gags a chistes de traseros o de retrete, sintiéndose plana en ese aspecto.

Quizás lo único rescatable sea el intento por alejarse de esa versión extremadamente avara de Don Cangrejo —que rozaba la parodia— para darle una faceta más humana, preocupada genuinamente por Bob Esponja. Además, quienes conozcan la mitología griega encontrarán referencias interesantes a La Odisea de Homero, el mito de Orfeo y las doce tareas de Hércules.

Calificación

Dirección: 1.6

Guion: 1.4

Actuaciones: 1.5

Extras: 0.2

Calificación final: 4.7

El ciclo de Bob Esponja ha sido curioso. Empezó como una de las caricaturas más icónicas, digna de sentarse junto a clásicos como Mickey Mouse. Luego, entre las temporadas 5 y 9, se convirtió en un wannabe de Ren y Stimpy, plagado de chistes escatológicos y de tortura hacia sus personajes. Tras el regreso de Hillenburg en la temporada 9, la serie recuperó su esencia, pero después de su muerte volvió a caer en una etapa de sobreexplotación, donde se multiplicó por diez todo lo malo de su época oscura.

El Bob Esponja que conocimos ya no existe. Al menos en su versión fílmica, el personaje se ha convertido en un producto reciclado, con historias repetitivas y una animación espantosa que termina de despojar al filme de cualquier encanto. Solo basta comparar cualquier capítulo (incluso de la era oscura) y la primera película para comparar el bajón de calidad.

Esto es un insulto a la memoria de Stephen Hillenburg, quien tuvo el noble propósito de crear una serie animada que celebrara la vida marina. Su creación ha sido degradada a un producto corporativo, insulso, sin gracia ni propósito, que no entiende, ni pretende entender, lo que hizo grande a este show siendo su único objetivo: facturar a través de la nostalgia. Si este es el regalo cinematográfico navideño que nos ofrece el cine, mejor… mierda, amiga.

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Acerca del autor

El Cine Actuario   @maxpower_ar?s=09   facebook.com/dvclocblog

Actuario/Economista, Amante del Cine, Devoto de Dios, Intuitivo, Curioso, Rockero de corazón, Fanático de los Libros y del deporte de las tacleadas, quesero, colchonero, diablo rojo. "Las estadísticas son la forma en que las matemáticas cuentan las historias" "El arte es una ciencia y el trabajo del critico al igual que el del investigador es exponer sus axiomas y teoremas al mundo" "Estar de acuerdo, en no estar en desacuerdo es saludable"


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