Bob Ross: El hombre que domesticó al Internet
Los canales nacionales de arte en los 90 eran de mis favoritos, pasaban mucha programación interesante de National Geographic y Discovery Channel antes de que se inundaran de reality shows, pero entre todo esos shows mi preferido era ver The Joy of Painting con su anfitrión inconfundible e inolvidable Bob Ross. Robert Norman Ross cumpliría 74 años este pasado sábado 29 de Octubre pero nuestro amo y señor de los pinceles fue una víctima más del cáncer. La serie fue dirigida por Sally Schenck y Jim Austin. Los productores fueron Jim Austin, Annette Kowalski y Bob Smith.
No soy muy bueno para pintar en un lienzo, lo poco que aprendí fue de mi difunto padre y del amable Ross. De hecho una de las razones por las cuales amo este show es porque me recuerda ese pequeño pero inolvidable vínculo con mi progenitor: la pintura. Pero no estamos aquí para hablar de mi poco llamativa vida, estamos aquí para hablar como Bob Ross y su conocido show resurgieron de entre las cenizas y ahora es uno de los shows más respetados no por nosotros quienes crecimos viéndolo llenar su lienzo de árboles y montañas, no, sino por esos odiados y despreciados jóvenes conocidos como millenials.
La fiebre se desató cuando en Twitch, un canal que sirve como “streaming” o mejor dicho transmitir en vivo lo que desees, desde lindas señoritas con una enorme pechonalidad y como supuestamente juegan videojuegos en línea, hasta jugadas de rol, y campeonatos de videojuegos. Pues un día se les ocurrió hacer un maratón de Bob Ross y ocurrió lo impensable, el internet enloqueció por completo.
Una de las principales características de Twitch es que la gente puede comentar y discutir en tiempo real, pues se han de imaginar como abundan trollazos despreciables sin educación alguna que desdeñan la vida por completo; pero cabe señalar que cuando se hizo el streaming de The Joy of Painting, los comentarios solo eran de asombro, de felicitaciones, de duda, los jóvenes y adolescentes ardían en deseos por conocer más de este prodigioso pintor que en menos de media hora llenaba su lienzo blanco de un paisaje increíble. La fiebre fue tanta que hasta armaron una canción llamada I Believe en autotune a base de un pequeño monólogo del pintor.
Pero más que su habilidad para pintar, todos cayeron presa de la carismática personalidad de Bob Ross, quien con una humildad sincera (tan carente en estos días) te alienta a tomar los pínceles y atreverte a hacer algo que quizás nunca harías, te invita a ser el maestro de tu propio mundo y a sentir el control de tus propias ideas.
El fenómeno ha crecido tan rápido que Netflix ya anunció todas las temporadas de The Joy of Painting en su servicio y no tardará mucho en llegar a este país. Hasta el día de hoy, ese show me ha acompañado en muchos de mis dibujos y tareas de escritorio, no duden que puede ser un buen compañero suyo yambién.
1 Comment