Bombshell y las limitaciones del feminismo blanco

Antes de comenzar esta crítica, necesito que tomen en cuenta dos puntos importantes:

1) El movimiento #MeToo, creado en 2006 por Tarana Burke, tomó una nueva relevancia en 2015 y provocó un choque cultural, social, político y económico tremendo al revelar infinidades de abusos y violencias sexuales en los medios de entretenimiento. Aunque comenzó con la denuncia de Ambra Gutierrez contra el magnate de cine Harvey Weinstein, pronto se expandió para revelar un sistema de abuso dentro de la industria que continuaba gracias al silencio y encubrimiento de estos hechos

2) Fox News, canal de noticias del ultraconservador Rupert Murdoch que se caracteriza por distribuir noticias tendenciosas y que promueve odio contra minorías sociales, tuvo su propio momento #MeToo con la denuncia de Gretchen Carlson, periodista, de acoso por parte de Roger Ailes, alto ejecutivo en ese canal, en 2016. Este caso, que se volvió histórico gracias a las compensaciones que la empresa pagó a las víctimas, es el mejor ejemplo de las limitaciones del feminismo blanco gringo: aunque las víctimas estaban en todo su derecho de denunciar y buscar justicia, son/fueron victimarias contra otras mujeres blancas, personas de color -en especial contra las personas pobres, inmigrantes y/o de religión islámica-, y contra las comunidades LGBT+.

Este crucial contexto fue ignorado por completo en la adaptación cinematográfica Bombshell, protagonizada por Charlize Theron, Nicole Kidman, Margot Robbie, John Lithgow, Kate McKinnon, y Mark Duplass. Dirigida por Jay Roach (Trumbo, The Campaign, Meet the Parents) y escrita por Charles Randolph (The Big Short, Love & Other Drugs), la película simplifica uno de los casos del #MeToo gringo más difíciles para presentar un “golpe al Poder”; por su falta de tacto, pareciera confirmar varias de las acusaciones que surgen al momento de denunciar este tipo de abusos (como “lo están haciendo por dinero/atención” o “sí lo estaban buscando, ¿para qué se hacen las víctimas?”).

Bombshell inicia presentando a Megyn Kelly (Theron), una de las periodistas y presentadoras de televisión más reconocidas en Estados Unidos justo antes de que comiencen las elecciones para la candidatura del Partido Republicano a la presidencia en 2015. Por otro lado, está Gretchen Carlson (Kidman), presentadora del programa mañanero Fox & Friends, quien nota que su influencia dentro de la televisora va en picada. Para completar el panorama, está el personaje ficticio de Kayla Pospisil (Robbie), una joven periodista con grandes ambiciones dentro de FoxNews que conocerá los peores lados de esta empresa. .

Aunque la película comienza con mucha energía, conforme avanza pierde el interés en la historia central y toma giros melodramáticos poco creíbles gracias al nulo desarrollo de los personajes; esto, también, provoca que la película sea tediosa y predecible. El guion ablanda a los personajes femeninos, quitándoles cualquier matiz para presentarlas como Víctimas Que Se Levantan, mientras que villaniza a uno de los masculinos de forma grotesca (Roger Ailes) y “suaviza” a otros (Rupert Murdoch y sus hijos, Lachlan y James; Sean Hannity, Bill Shine) como diciendo “no todos los hombres son tan malos”. Theron brilla al imitar casi a la perfección a Kelly (quizás, éste sea el único punto a favor de esta cinta), mientras que Kidman batalla para personificar a Carlson. Por su lado, Robbie realiza una buena interpretación que flaquea a ratos gracias al guion, al grado que su momento catártico resulta hueco y su transformación superficial.

Otra cuestión es la forma en la que presentan a las mujeres: la cámara y narrativa convierte a toda mujer en pantalla en objeto. La cinematografía de Barry Ackroyd y edición de Jon Poll replica la forma en la que Fox News presenta a las mujeres en pantalla; imitarlo casi a la perfección choca con la historia de empoderamiento y búsqueda de justicia que, aparentemente, se quería contar. El resultado es una película tibia que se niega a examinar un caso complejo pero que quiere todo el reconocimiento posible.

Nominada a 3 premios de la Academia, Bombshell pasará a la historia por ser la primera película de alto perfil en adaptar al cine uno de los casos emblemáticos del #MeToo estadounidense, a tres años de que ocurrió. También, es el ejemplo perfecto de las limitaciones al momento de llevar cuestiones complejas y sumamente recientes a la pantalla grande (¿qué historias sobre movimientos y eventos sociales recientes valen la pena ser contadas? ¿Por qué seleccionar esta historia en particular y por qué ficcionalizar ciertos detalles? ¿Cómo contarla sin banalizar el caso y sin repetir narrativas sexistas?) mientras se busca un reconocimiento rápido y millonario dentro de la cultura pop.

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