Cannes 2022: Los hermanos de Desplechin duermen a la audiencia
Sin duda la mejor calidad, entretenimiento o al menos la polémica, se han desatado más fuera de la competencia que dentro, y es que a excepción de la jornada de ayer, la selección en competencia vuelve a vivir otro día gris, sin mucha inventiva o propuestas narrativas que justifiquen su participación por la gran Palma de Oro
Fuera de competencia se presentó la nueva cinta de George Miller, Three Thousand Years of Longing, relato que combina la fantasía y el romance, y que trae a Tilda Swinton y a Idris Elba como sus dos cartas importantes y mediáticas para el estreno en salas internacionales este mismo verano. El creador de “Mad Max” nos lleva a otra locura, pero esta vez centrada en un cuento de hadas moderno entre en una Doctora en Literatura y un Genio de la lámpara, el cual comienza a contarle su vida e historia a su nueva ama.
Acostumbrado a guiones simples, este no es la excepción; Miller desborda otra vez una imaginería visual increíble, dotando al relato de una ágil dirección, sin embargo su forma episódica de ejecutarla hace que “su magia” se vaya diluyendo entre una narrativa previsible y convencional, en lo que termina siendo más que un romance, una metáfora y hasta mensaje moralino sobre el mal uso de la tecnología y la adicción hacía la misma. No me malentiendan, la cinta de seguro va a gustar y posiblemente sea hasta una de las favoritas de este año, pero hay que ir con reservas.
Dentro de la competición oficial, tocó el turno al siempre en competencia y siempre perdedor, Arnaud Desplechin, al cual Cannes parece ya invitar cada año para hacer que sus asistentes descansen y se echen una siesta en la sala ¡Que detalle! (solo les falla la repartición de almohadas). Un clásico “Desplechin”, un exagerado melodrama alrededor de dos hermanos que se odian, y que tienen que arreglar sus diferencias tras el fallecimiento de sus padres.
El desarrollo de los personajes es poco más que absurdo. Las motivaciones de los mismos se ven quizá ensalzados (sobre todo en el primer acto) por la labor actoral de Marion Cotillard y Melvil Poupaud, pero el director se encarga de irlos desdibujando gracias a un guion repleto de situaciones y diálogos dignos de telenovela de Univisión. Si Desplechin hubiera nacido en España se llamaría Almodóvar, pero por alguna razón (extraña), al manchego se le aplauden estas cosas.
¡Se la están dejando muy fácil a los peces gordos! Y es que el domingo y el lunes, estaremos frente a un rumano, un sueco, un canadiense y un surcoreano que pretenden prender esta competencia ¡Atentos(as)!