Casas Embrujadas: Casper
Mis papás dicen que me llevaron a ver algunas películas al cine incluyendo como a todo buen “chavoruco”, The Lion King, sin embargo la primera experiencia cinematográfica que recuerdo en su totalidad (incluso recuerdo la sala, el asiento, las palomitas y la permanencia voluntaria para ver el principio de la película que nos perdimos por llegar un poco tarde), fue “Casper”, de 1995 a mis 9 años de edad. Con el pasar de los años, la bonita experiencia se fue quedando atrás solo como un dato estadístico de mi afición y amor por el cine, sin embargo al ahora hacer una retrospectiva de esa y otras muchas veces que la vi en la televisión o VHS, no pude resistirme a escribir por primera vez sobre ella en este especial de Halloween y esta semana que toca el turno a casas embrujadas, en este caso siendo una adorable, pero también y estrictamente embrujada.
Primer película dirigida por Brad Silbering y primera y única adaptación fílmica en acción real del dibujo animado creado en 1930, Casper se ha mantenido en el recuerdo y nostalgia millennial como un producto entrañable y muy entretenido a pesar de su convencionalidad por algunas obvias razones: la primera de ellas por supuesto sus revolucionarios efectos especiales, que para 1995 y de la bendición de su productor, Steven Spielberg, resultaron reveladores tanto para chicos como grandes, combinando con bastante eficacia la acción real con la animación por ordenadores; la segunda es su alta dosis de referencias a la cultura pop, siendo un compendio lo bastante básico pero divertido principalmente sobre el género de terror, pero también sobre los clásicos teenagers de los 80, la fábula el príncipe del castillo de Disney y por supuesto los elementos “poltergeist” o sobrenaturales que posicionaron a este tópico una década antes.
Sin embargo quizá sea el tercer factor el que mayormente influya en la memoria de la audiencia, y ese es la presencia tan tierna como carismática de la estrella femenina juvenil en ascenso, Christina Ricci, que venía de filmar las dos partes de las adaptaciones de Los Locos Addams para posicionarse al menos fugazmente como la “chica” bonita y macabra del momento, sin duda el amor de todo niño combinado con un príncipe encantador lo bastante peculiar para así surtir ese buen efecto romántico en el giro y final del film ¿a poco no se veían bien chulos bailando en medio del salón?
Por otro lado resulta grato recordar a los demás actores inmiscuidos: Bill Pullman haciéndola del padre viudo y soltero en lo que también era una alegoría paternalista bastante sólida y conmovedora para el relato; Cathy Moriarty como la villana en turno que venía reapareciendo tras una racha de altibajos ochenteros (la recordarán por Raging Bull); y finalmente el “Monty Python”, Eric Idle, fungiendo como un compinche antagónico lo bastante desenfrenado como divertido que nos hacía también por momentos apreciar una tragicomedia romántica con algunos toques de humor negro que incluían los cameos de Dan Akroyd, Clint Eastwood, Mel Gibson y Rodney Dangerfield. Todo esto sin olvidar la química de los siniestros y divertidos tíos del fantasma amigable.
Un cuento de hadas dentro de una casa embrujada, un embrujo de amor y una alegoría al duelo, la paternidad y la hermandad, la verdad es que Casper funciona mejor de lo que uno se pudiera haber imaginado a los 9 años.