Casas Embrujadas: La Casa del fin de los tiempos
Una mujer regresa a casa después de cumplir una condena de 30 años por haber asesinado a su esposo e hijo. Pero el recuerdo del crimen viene acompañado de otros más relacionados con una serie de sucesos sobrenaturales cuya explicación se encuentra entre las paredes de la vieja casa.
Anunciada como la primera película venezolana de horror y ganadora del Screamfest 2014 al mejor director, La Casa del fin de los tiempos, es una muestra de lo que puede conseguirse con un presupuesto modesto, un guion inteligente del que entre menos se sepa es mejor y, una equilibrada dosis de suspenso y drama, pero no del drama lacrimógeno y telenovelero, sino del que conmueve y provoca que el suspenso vaya in crescendo.
Un cuento de casas embrujadas cuyo título puede hacer pensar al espectador que se trata de una adaptación de la novela La casa en el confín de la tierra de William Hodgson; no es el caso aunque, coincidentemente hace unas semanas leí esa obra y ambas guardan algunas similitudes, pero en fin, ya sabemos que no hay nada nuevo bajo el sol. Ojo, cabe advertir que si los primeros diez minutos no son suficientes para atrapar su atención o peor aún, les provoca la sensación de que ya conocen la historia de memoria, están ante un error, porque es a partir de ese momento cuando inician los misterios y las interrogantes, con su respectiva cuota de sustos, claro. Vale la pena ser paciente.
La película del director debutante Alejandro Hidalgo transita por las mismas veredas tenebrosas de otros filmes como El orfanato y El sexto sentido, así como la serie televisiva House on Haunted Hill, no obstante, la cinta destaca por méritos propios, ya que como bien ha mencionado Hidalgo “Ya sabemos como reaccionan los personajes en las películas gringas, ahora hay que ver cómo lo harían los venezolanos”. Atinado comentario y con el que coincido totalmente, ya que se nos ofrece la perspectiva de una familia latinoamericana inmersa en la problemática local; olvídense de la pareja e hijos modelos que parecen sacados de un catálogo de ropa. Tenemos a una madre de aspecto descuidado que está entregada al cuidado de los hijos, misma a quien, cuando la historia se traslada al presente, vemos como una anciana decrépita, gracias a un buen trabajo de maquillaje, siendo que la actriz Ruddy Rodríguez, no solo presume histrionismo, también tiene un físico nada despreciable. El padre por su parte, es un tipo del montón, que como cualquier otro ha decaído en su estado de ánimo por la falta de empleo, lo que a su vez repercute en su matrimonio. La familia la completan los hijos, dos chavales a quien hay que agradecer lo mesurado de sus actuaciones y la naturalidad frente a la cámara (el punto débil de muchas producciones que incluyen niños).
En el aspecto técnico es donde la película encuentra la clave de su éxito, es notoria la habilidad del director venezolano para diseñar con exactitud las tomas, los planos, la iluminación, la fotografía, la música y el sonido, logrando al final por medio de una cuidada edición embonar con precisión las piezas del rompecabezas. Con solo dos largometrajes en su carrera, Alejandro Hidalgo está desperdiciado, ésta, su opera prima es una apuesta arriesgada sobre todo considerando el poco apoyo con el que cuentan las películas de horror sobrenatural hechas en Latinoamérica, exceptuando su exhibición en los festivales de género, en donde son recibidas con regocijo, no obstante, supera con creces al grueso de las películas producidas alrededor del mundo incluyendo las realizadas por nuestro país vecino del norte. Vale la pena su visionado.