Chicken Run: Dawn of the Nugget: El pollo satisfice, pero no te llena

El término “película para miembros” o “member movie” suele usarse para referirse a secuelas tardías de películas populares (mínimo unos 10 años de diferencia con respecto a la primera entrega), y que, por lo general, tienen como principal objetivo recapturar la energía y el impulso de la original. No son hechas para establecer nuevos elementos, profundizar el mundo o presentar nuevas facetas de los personajes, sino para revivir la nostalgia del espectador sobre algo conocido que le gusta y con lo que quiere rememorar mejores tiempos. Nadie las ve porque ofrezcan una nueva historia, sino por la experiencia y familiarización que ya se tiene con la original, y como los productores son conscientes de eso, tratan de disfrazar sus fines de lucro con tantas referencias y guiños como sea posible.

El dilema que siempre habrá con estas cintas es: “¿Por qué están haciendo esta secuela ahora? ¿Por qué no la hicieron inmediatamente después de la original?” La respuesta suele ser la misma: porque no había necesidad de hacerla. Hay algunas que son legítimamente buenas y divertidas (“Toy Story 3”, “Mad Max: Fury Road”, “Blade Runner 2049”) o que por lo menos hacen el intento de acoplarse a la original (“The Godfather Part III”, “Men in Black 3”, “Trainspotting 2”), pero suelen ser más la excepción porque su intención siempre será vendernos nuestra nostalgia de vuelta. Bajo este contexto, nos llega la secuela de “Pollitos en Fuga” de la mano de Aardman y producida por Netflix.

Por un lado, se agradece que se conserven casi todas las virtudes de la original, desde el tipo de humor hasta la personalidad de los personajes, de modo que la historia viene acompañada de muchos chistes que aseguran un ritmo más ligero y una tensión creciente conforme avanza la historia.

Esta vez, la propuesta va más enfocada a un tono parecido al de un thriller de acción liviano, más acorde a las películas del Bond de Roger Moore o a la saga de Misión Imposible, lo cual puede ser divertido, pero también un poco chocante porque da la sensación de que el tratamiento es más orientado al público infantil. No es malo, pero la recreación de la Segunda Guerra Mundial ha quedado olvidada, y tomando en cuenta este aspecto, no es extraño percibir la infantilización del producto por sobre el interés de contar algo nuevo. Hay menos chistes visuales y los diálogos no son tan ingeniosos.

Aquel público adulto que disfrutó la metáfora al Holocausto puede sentirse relegado desde el inicio por algo tan básico como la elección de la paleta de colores: tonos pastel tan coloridos y luminosos que contrasta con el gris y negro que abundaban en la original. Sin embargo, es entendible esta disuasión, pues el nuevo “Mundo Feliz” proporciona un contrapunto estilístico a la nueva alegoría social sobre el inicio de la comida rápida durante la década de los 50. Además, sigue intacto el concepto de gallinas queriendo enfrentarse a la cadena alimenticia porque ser alimento para los humanos es un acto de opresión contra ellas. Solamente que ya no existe el contexto y la atmósfera oscura que tenía la original, y como consecuencia, dependerá mucho de qué tanto estén familiarizados los padres con los personajes y la historia.

Por fortuna, los personajes conservan su personalidad y da gusto verlos de nuevo. Es cierto que tiene varios clichés usados hasta el cansancio como los padres sobreprotectores y el hijo rebelde, pero también considera el paso del tiempo para Ginger y Rocky, y por ende, la preocupación por el bienestar de su hija y su comunidad. En cuanto a Mollie, mezcla un poco de la personalidad de sus padres, pero no posee suficiente carisma para tener escenas completas por los clichés antes mencionados. Sin embargo, hay un detalle que vale la pena resaltar, y es que no se comporta como muchos personajes juveniles actuales, no tiene la típica actitud de “soy perfecta tal como soy y el mundo me la pela”. Al contrario, reconoce sus fallas y busca el apoyo de sus padres cuando la situación se agrava. De los personajes secundarios no hay mucho que decir, siguen con la misma caracterización de antes, en especial Babs y sus chistes ocurrentes y cortos.

Lo que sí puede decepcionar a muchos es la ausencia de Julia Sawalha y Mel Gibson en el reparto. No es que Thandie Newton y Zachary Levi lo hagan mal, pero simplemente no hay punto de comparación (sobre todo cuando sólo 4 de los actores originales retomaron a sus personajes). En el caso de la versión doblada, da gusto ver que la mayoría del reparto original volvió, por lo que será cuestión de preferencia en cuánto a quién quieren escuchar.

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Acerca del autor

Uriel Salvador     twitter.com/UrielSalvadorGS

Escritor, analista, crítico, gamer, investigador, actor (especializado en doblaje), fotógrafo. Pero ante todo, soy un amante del cine.


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