Chicuarotes: La vida desde el abismo

El cine es una ventana para descubrir nuevas perspectivas, visiones e historias sumamente ajenas a las nuestras, de tal forma que nos permite, desde la comodidad de una sala de cine o de nuestros sillones (o camas), explorar realidades que de otra manera serían inimaginables para nosotros. Las historias sobre personas que viven en la periferia son, hasta cierto punto, necesarias para crear conciencia en la gente económicamente privilegiada de las problemáticas a las que se enfrentan quienes no tienen alimento asegurado, pero con frecuencia rayan en la explotación del contexto con tal de probar un punto. La segunda película de Gael García Bernal, tras su filme debut Déficit, camina en la delgada línea entre presentación y explotación del contexto, y nos da la genial oportunidad de dialogar sobre este tema.

Chicuarotes nos presenta a los adolescentes Cagalera y Moloteco, quienes viven en San Gregorio Atlapulco y buscan desesperadamente la forma de salir de su contexto empobrecido. Cuando un amigo les comenta que podrían comprar una plaza en el sindicato de electricistas por cierta cantidad, deciden cometer un crimen para conseguir el dinero rápidamente. El guion de Augusto Mendoza presenta una historia cruda con personajes bien delineados que, empero, no los desarrolla a fondo y deja que sea el contexto el que los defina; por otro lado, balancea el angustioso drama principal con ciertos tintes de humor negro. Asimismo, la historia se abre para presentar, aunque sea por un breve instante, la realidad de precariedad adulta y los distintos caminos que podrían tomar si se quedan. Las actuaciones de Benny Emmanuel y Gabriel Carvajal, los protagonistas, son enternecedoras y escalofriantes, mientras Daniel Giménez Cacho y Dolores Heredia sacan el mayor provecho a su tiempo en pantalla para dar una breve cátedra de actuación. La dirección de García Bernal es cuidada, controlada y metódica, con mayor precisión que hace 12 años pero sin desarrollar un estilo propio.

Con mucho qué decir y presentar, Chicuarotes es un filme ambicioso que, como Capernaum el año pasado, busca hallar el delicado balance entre exposición y explotación de la precariedad en los márgenes de las urbes.

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