Christy: Te amamos, Sydney, pero necesitas un mejor agente

Me es imposible comenzar la reseña de Christy sin antes brindar contexto. Hace unos días su servidor tuvo una discusión con otros miembros de Cinescopia (El Cine Actuario, José Roberto Ortega y Adolfo Uriarte) por haber comparado a Sydney Sweeney con Marilyn Monroe, en específico en su capacidad actoral y atractivo físico. Es innegable que la rubia del lunar en el rostro se convirtió en todo un ícono por su belleza, pero se debe admitir que como actriz nunca fue muy buena, más bien tuvo suerte de congeniar con muchos directores que supieron colocarla en los roles adecuados (tampoco ayudó que los estudios no estuvieran dispuestos a darle papeles que la sacaran del estereotipo de rubia tonta que siempre la encasilló).

Con Sydney Sweeney pasa todo lo contrario: si bien es fácil verla como la sensación del momento por ser extremadamente hermosa y encasillarla en el mismo molde que la actriz de los 50, ella ha demostrado más registro actoral y tiene proyectos como la serie “Euphoria” y “Once Upon a Time in Hollywood” que prueban su talento y capacidad interpretativa. Lo que pasa es que le falta una película de buena calidad, pues hasta el momento toda su filmografía no pasa de la mediocridad con unos breves instantes de valor actoral. Por eso muchos la siguen viendo como una cara bonita que no se toma en serio su carrera (más aún después de que Ethan Hawke la expuso). Con esto en mente, tal como pasó con Dwayne Johnson en “The Smashing Machine”, Sydney quiere probar que está más que lista para roles más complejos en productos de mejor calidad, esta vez en la película biográfica “Christy” sobre la boxeadora Christy Martin y dirigida por David Michôd (“Animal Kingdom”)… y hasta cierto punto lo logra.

Empezando con la principal razón por la que “Christy” llama la atención, hay que aplaudir el compromiso de Sydney a la hora de personificar a la boxeadora. Toda la película la sostiene su actuación, complementada con la labor del maquillaje y uso de pelucas que hace verídica su transformación física. Por dos tercios de la historia luce muy diferente por la nueva musculatura, y aunque ya en el último acto la volvemos a ver más parecida a su apariencia real, no desmerita que logra transmitir la alegría, el sacrificio y el sufrimiento. El otro pilar es Ben Foster como Jim Martin, su incómodo y manipulador marido y entrenador, así como Katy O’Brian en su corta participación como Lisa Holewyne (con quien posteriormente Christy se casaría).

El problema es que el resto de Christy no está al mismo nivel, ya que la dirección de David Michôd da como resultado una narrativa convencional que no la hace destacar en nada. En el intento por abarcar mucha historia, todos los temas quedan sin profundizar y tampoco sabe ahondar en ellos con solidez (incluyendo la carrera, aceptación de su orientación sexual y problemas matrimoniales de la boxeadora y el machismo inherente de la época). Hay que agregar que las escenas de pelea no están filmadas con dinamismo, por lo que resultan planas y poco atractivas, y para empeorar las cosas, la edición las hace ver más como un trámite que un logro, porque da a entender que a Christy Martin le salió muy fácil llegar a la cima.

No obstante, y como si fuera una inversión con las cuestiones actorales, el último acto consigue inquietar, incomodar y repuntar cuando se mete en las cuestiones de mayor peso como el abuso marital y el maltrato hogareño. La historia cierra bien, pero no oculta el hecho de ver una planicie narrativa por 2 actos y que, si no fuera por las actuaciones, sería más evidente que estamos ante una película que no es mala per se, pero no deja de ser una más del montón y que está hecha para ganar premios, como toda carnada de Oscar fallida.

El mayor mérito de “Christy” es darle a Sydney la mejor actuación hasta la fecha, pero ojalá fuera en una mejor película. Por más que la apoyemos, si no consigue mejores proyectos a este paso en vez de volverse la próxima Marilyn, pasará a ser la próxima Megan Fox: irresistible e indiscutiblemente bella, pero convertida en otra moda del tiempo (al menos Marilyn está consolidada en la cultura pop y viene respaldada por varios clásicos, exactamente lo que le falta a Sydney. Y hablando de Megan, ¿alguien sabe qué pasó con ella?).

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Acerca del autor

Uriel Salvador     twitter.com/UrielSalvadorGS

Escritor, analista, crítico, gamer, investigador, actor (especializado en doblaje), fotógrafo. Pero ante todo, soy un amante del cine.


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