Ciclo Ghibli: La Colina de las Amapolas
En 1963, Japón se estaba preparando para las olimpiadas de Tokio 64; después de lo cruel que fue la Segunda Guerra Mundial y de verse obligados a participar de lado de los Estados Unidos en la guerra con Corea, Japón estaba viviendo tiempos de cambio, miles de personas se quedaron sin hogar y cientos de niños recién nacidos sin familia. “La Colina de las Amapolas” toma estos temas y este periodo histórico para contar una historia de amor en medio de un país que se estaba reconstruyendo, justo como pasó a principios del 2011, cuando un maremoto y un terremoto arremetió contra el país del Sol naciente, donde en esos instantes en los estudio Ghibli se estaba preparando la película de la cual hablaremos hoy.
Gorô Miyazaki fue el encargado de llevar originalmente el manga a la pantalla grande de la mano de su padre Hayao, que fungió como guionista de la película para estrenarse en junio de 2011; pero en enero de ese mismo año, un desastre natural cobraría la vida de cientos de personas y detendría la producción por completo. En una rueda de prensa realizada en marzo, tanto hijo como padre (director y guionista respectivamente) salieron a decir que la producción seguiría adelante ya que hasta el momento antes del tsunami, la película ya estaba en un 50% de realización y que después de largas juntas de producción, se acordó que seguía en pie para estrenarse el 17 de julio de 2011. Además, Miyazaki agregó que pese a la adversidad, era responsabilidad del estudio terminarla como signo de que “se tenía que seguir adelante”. Y así fue, la película se estrenó en tiempo y forma, y fue la que mayor recaudación tuvo en ese año.
De vuelta a la película, cuenta la historia de Umi, una adolescente que además de cumplir con sus tareas del instituto, es la que se encarga de administrar una pensión en la antigua casa familiar situada en la cima de una colina con vista al mar, además de que se encarga también del cuidado de sus dos hermano menores; Umi tiene la costumbre de todos los días al amanecer, izar un par de banderas en memoria de su padre que falleció en la guerra de Corea. Además en su vida escolar, se topará con la figura de Shiro, el presidente del consejo escolar, y Shun, editor en jefe del periódico escolar; gracias a la amistad que forja con Shun, Umi empezará a relacionarse con varios miembros de asociaciones de estudiantes que pelean contra la demolición del “Quartier Latín”, un edificio antiguo que sirve como sede de dichas asociaciones estudiantiles. En medio de su vida escolar y sus tareas domésticas, la amistad entre Umi y Shun empezará a escalar al punto de que varios secretos familiares saldrán a flote y su “amistad” se verá mermada.
Después del tropezón que Gorô tuviera con su opera prima, en esta su segunda película sin duda se recupera, ya que en su silla de director logra contar una historia tierna, con sutiles escenas románticas y sobre todo alejándose de la magia, la fantasía y adentrándose temas muy de la época que está retratando. Las consecuencias de la guerra son muy claras en la historia, más con el tema de la orfandad, por un lado se nos dice casi desde el principio que Shun es adoptado y por otro el padre de Umi murió en la guerra y su madre siendo catedrática en una universidad en N.Y. pasa casi todo el tiempo viajando.
Otro aspecto importante es el tema estudiantil, ya que es en esa época, los 60, en todo el mundo se empezarían a ver marchas y manifestaciones de estudiantes exigiendo un cambio en la educación. Y eso es otro de los temas centrales de la película, donde el consejo escolar (los adultos) quieren demoler el antiguo edificio para construir uno nuevo y que esté más acorde a las Olimpiadas del 64; por otro lado el consejo estudiantil haría todo lo posible para que esto no suceda rescatando y remodelando el viejo edificio. El problema con el guion escrito por Miyazaki, es que a pesar de contar una historia interesante,en algunos momentos se vuelve predecible, sobre todo cuando nos muestra la posible relación entre Umi y Shun y los secretos familiares que rodea a ambos. Aun así, la película cumple al cien, y sobre todo en animación es un trabajo muy bien logrado, combinado con el soundtrack que toma estilos de Jazz, que hace de la película más disfrutable.
Al igual que el 80% de las películas del estudio, que en los primeros minutos no sabes bien lo que te están contando o a ciencia cierta de qué va la historia, recomiendo que te dejes llevar por “La Colina de las Amapolas” y por esas secuencias costumbristas de la vida nipona, te relajes y disfrutes de una buena animación que cuando menos lo esperas, ya te habrás sumergido en su historia.