Ciclo Ghibli: Porco Rosso, “un cerdo que no vuela solo es un cerdo”

Una semana más y seguimos por el camino redescubriendo cada una de las películas de Ghibli, y esta vez nos adentramos en el mar Adriático, volando y surcando los cielos a bordo de un hidroavión.

Hoy toca hablar de Porco Rosso (‘Kurenai no buta’) película en donde Miyazaki vuelca todo su fanatismo por la aviación; el génesis de este proyecto se remonta años atrás cuando Hayao escribía pequeñas historias del personaje para una revista de tiras cómicas en Japón; en total fueron 18 páginas las que animó y en las que contó la historia de un humano convertido en cerdo y que además era piloto aviador.

Así Miyazaki toma esas 18 páginas y las convierte en la película que todos conocemos, quinto proyecto del estudio y una cinta diferente a las que ya había hecho (recuerden que estamos en 1992, así que Nausicaa, El castillo en el cielo, Kiki, y Totoro ya habían sido estrenadas).

En Porco Rosso tenemos casi todos los tópicos del cine de Miyazaki, ambientada en una cuidad Europea, con increíbles escenas de aviación, personajes que en un principio pueden ser los antagonistas pero que al final no lo son tanto, y dos personajes femeninos que con un poco más de protagonismo se pudieran robar la película por completo, y donde también tenemos un elemento de fantasía que si bien no se explora por completo, si funciona como eje principal de la historia.

Y es que Porco Rosso antes llamado Marco Pagotto, fue un piloto aviador al servicio de la Fuerza aérea italiana, que ejerció durante la Primera Guerra Mundial, pero después de una batalla en la que perdió a su mejor amigo, y en la que casi pierda la vida, una extraña maldición lo convierte en cerdo.

A partir de ahí, deja de lado a la Fuerza aérea y utiliza sus dotes de aviador como cazarrecompensas luchando contra la Federación de Piratas, pero con lo que no contaba era que los piratas contrataron a un nuevo piloto, un estadounidense de descendencia italiana (Donald Curtis), una combinación de Clark Gable y Ronald Reagan (ya que una de las aspiraciones de Curtis, es el de llegar a Hollywood vender el guion que ha estado escribiendo, ser actor y además presidente) para poder derrotarlo y sacarlo del negocio.

Así, en medio de increíbles paisajes, viendo esas paradisíacas islas en medio de la nada, y con solo el mar y el cielo poblado de frondosas nubes blancas, Miyazaki se recrea por completo en las escenas aéreas; la técnica de la animación y los movimientos de cámara lucen mejor que cualquier película de acción real con aviones. Al igual la banda sonora, con el ya habitual colaborador, Joe Hisaishi, pone el toque mediterráneo a la música.

Otro de los aspectos importantes de la película, recae en sus personajes femeninos; si bien Miyazaki nos les da el suficiente tiempo en pantalla para lucirse, al menos nos las presenta de forma singular, siendo un punto de inflexión para el desarrollo de nuestro cerdo amigo Marco.

Por un lado tenemos a Lady Gina, toda una femme fatale, que gracias a un flashback se nos cuenta que ella y Porco Rosso se conocen de la infancia, cuando él seguía siendo humano, y que ella siempre ha estado enamorada de él, y que ahora en la actualidad, es viuda del mejor amigo de Rosso, y regenta un fastuoso hotel en medio del mar, qué funciona como territorio neutral entre piratas, militares y cazarrecompensas. Además de que en una secuencia posiblemente Lady Gina actúe como espía, así la vemos pasar sus días, se sienta en su jardín secreto y hace la misma apuesta de siempre, esperar a que la persona que ama, surcando por los cielos, baje de su avión y venga por ella, a la luz del día.

Y por otro lado esta Fio Piccolo, una joven de 17 años que Miyazaki dota de tal inteligencia que la convierte en la mejor ingeniera aeronáutica que pueda existir, ya que ella es la que repara desde cero el nuevo hidroavión de Porco, y aquí es donde Miyazaki en toda nuestra cara nos pone su lado en pro del feminismo rompiendo todos los estereotipos de la época. Donde Gina como propietaria de un hotel, y mandamás entre piratas, políticos y cazarrecompensas; y Fio como una niña capaz de construir un avión (además de que en la secuencia de Milán donde vemos cómo se construye el avión, son mujeres las que ayudan a Fio, las que trabajan en el taller), complementan y reinventan una mirada de la época en donde fueron las mujeres las que al quedarse en casa, no tuvieron opción más que trabajar en fábricas y maquilas, mientras sus maridos peleaban.

Otro punto importante es el de la pérdida de la humanidad, y cómo Miyazaki nos lo pone en pantalla. Si bien la imagen de un humano convertido en cerdo la veríamos en años próximos en “El viaje de Chihiro”, cuando conocemos a Porco ya es un cerdo, y la pregunta aquí es ¿como alguien deja de ser humano?

Bueno, Porco deja de creer en la humanidad por múltiples razones, una es la cruenta que puede ser la guerra, la cantidad de personas que Marco pudo matar y la cantidad de aviones que derribó son un factor importante, además que perdió al amor de su vida al momento de que Gina se casó con su mejor amigo, y que después, esté muriera en combate, son factores que influyeron bastante en la vida de Marco, para que hastiado de esa vida, la dejara de lado y se fuera a recluir a su isla en medio del océano. En diferentes conversaciones, se nos dice que Porco está conforme y acepta esa “maldición”, y a lo largo de la película sobre todo cuando entra en acción el personaje de Fio, es gracias a ella que Porco empieza a cambiar. Y es hacia el final, donde se nos da a entender que vuelve a su apariencia humana, aunque esta no se nos muestra.

Y ya que hablamos del final, este es uno de los aspectos negativos de la película. Si bien los finales abiertos son algo digno de ver, ya que el realizador deja en manos del espectador aspectos de la historia que no tienen un final definido, aquí Miyazaki recurre al final abierto para cerrar su historia, pero es tan abrupto que deja un sabor agridulce. Con sus 94 minutos de duración, nada le costaba unos cinco minutos más de metraje para cerrar por completo la historia.

Dejare en claro que Porco Rosso no está dentro de mi top 5 de películas del estudio, pero sin dudas es una película que se disfruta de principio a fin; y con esta película Miyazaki expía sus propios demonios, al tomar posturas feministas y sobre todo anti bélicas. Una película no solo importante para Ghibli, si no también para la propia filmografía del director.

Por esta semana es todo, seguiremos la próxima con una película no tan conocida de Ghibli, y que durante su producción tuvo un sin fin de problemas, y que por desgracia repercutió en la misma película.

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