Cine en Español: ¿Nacionalismo o mera falta de aspiración?

Gracias a la nueva configuración de Cinescopía tuve ocasión de leer la crítica que nuestro querido Fett hizo sobre Rescatando al Soldado Pérez y, por supuesto, las respuestas de los lectores.   Llamó poderosamente mi atención que la postura de muchos de los dectractores de la opinión de Fett, que defendieron esta película bajo el argumento de ser una “buena película de humor mexicano”.  Algo semejante ocurrió cuando nuestro caza recompensas vapuleó también  a la polémica No se Aceptan Devoluciones.  La ópera prima del, eso sí, genial comediante Eugenio Derbez ostenta el título de la cinta mexicana más taquillera de la historia, en territorio nacional, pero fue convenientemente descartada para las competencias internacionales (salvo la poco seria premiación People´s Choice Awards, para la que estuvo nominada), cosa que por lo visto causó un severo golpe al ego del comediante, quien en respuesta se abstuvo de inscribir su obra para competir por los Arieles, los premios a la cinematografía nacional  (No se pierdan la crónica de estos eventos realizada  por nuestra experta Cat Movie Lee).

 

Viva México...

Viva México…

 

El aparente exabrupto de egolatría perpetrado por Derbez, sin embargo, fue efectivamente contestado por la crítica internacional. Cuando No se Aceptan Devoluciones fue estrenada en España, amen de fracasar estrepitosamente en taquilla fue sonoramente vapuleada por los expertos.  El más piadoso de los críticos llamó a Derbez “un Cantinflas sin gracia” (y digo “piadoso” pues Cantinflas es un bien amado cómico nacional y apreciado en el extrajero).    Naturalmente, el nacionalismo se impuso y la defensa mexicana para nuestro compatriota no se hizo esperar (¡Malditos gachupines, pues!).  Cierta “experta en cine” no dudó en responder algo así como “claro, pero hay que comprender que No se Aceptan Devoluciones es una película que sólo es para público mexicano” y todos felices con nuestra taquillera pero férrea mente localista película, que nos “divirtió e hizo llorar” ( a mí no, desde luego) pero sin contar con la menor calidad de exportación.   Y cuando mediocres películas como Rescatando Al Soldado Pérez son destrozadas por la crítica la defendemos alegando que es un “fino humor nacional”.

El narcotraficante como héroe nacional. Díganselo a sus víctimas.

El narcotraficante como héroe nacional. Díganselo a sus víctimas.

 

Está muy claro que el cine mexicano, en el grueso de su producción, apuesta a dos vertientes:  Pretenciosas pero soponíferas películas que apelan a temáticas complejas y “artísticas” con miras a competir en festivales y comedias insulsas de formato televisivo dirigidas al público dispuesto a pagar un boleto de cine para ver en 90 minutos y en la gran pantalla lo que puede presenciar diariamente en la TV abierta.  Lo más triste del caso es que quien se atreva a objetar este último tipo de cine es un “traidor a la patria” a la altura del mismísimo Santa Anna o de la no menos vendida Malinche.  Los escasos intentos animados, igualmente, apuestan por temas que serían incomprensibles para el espectador extranjero.  Y como cereza del pastel tenemos supuestos vehículos de denuncia como Obediencia Perfecta, que pretendió narrar los crímenes de Marcial Maciel  pero no hizo otra cosa que disfrazar a un actor como el perverso cura y ponerlo a hacer travesuras, sin ofrecer la menor profundidad y apostar por la caricaturización.

 

No es gratuito que una de las pocas obras nacionales que ha sido reconocidas en el extranjero, la polémica Después de Lucía, amén de ser un buen ejercicio fílmico (no exento, desde luego, de altibajos y detractores) aborda un tema de trascendencia mundial como el Acoso Escolar; mientras que la película de Derbez, atiborrada de estereotipos nacionales y un humor sectario haya sido aniquilada fuera de México y Estados Unidos (de cuya población de origen latino el 70% proviene de México).   El éxito internacional de Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu y el recientemente oscareado Alfonso Cuarón obedece desde luego a su talento pero también es consecuente con su apego a temáticas comprensibles más allá de nuestras fronteras.  Pero claro, no han faltado las voces que les acusan de “avergonzarse de sus raíces”.

Patadas de ahogado del cine mexicano

Patadas de ahogado del cine mexicano

 

¿Por qué la industria fílmica nacional está tan castigada?  La falta de presupuesto es siempre el argumento.   Sin dinero no hay buen cine.  Pero afirmo, como un espectador cansado de la mediocridad del cine nacional, que cuando hay dinero no hay buenos guiones.  Está visto que las casas productoras que cuentan con presupuestos, digamos, suficientes, destinan dichos recursos  a la creación de obras de nula aspiración intelectual y temáticas que sólo resultarán comprensibles para el público nacional, sin la menor oportunidad de gozar de aceptación en el extranjero.  A decir verdad, por desgracia, los mismos espectadores mexicanos parecemos felices con este nuestro, pero muy nuestro, cine nacional.

 

La decatanción de contenidos que no trascenderán  más allá de las propias  fronteras no es, por supuesto, un fenómeno privativo de nuestro país.   El cine de habla hispana en general parece gozar de la comodidad del mediano éxito en su país de origen, con escasos intentos de internacionalización, habitualmente representados por complejas y escasamente entretenidas “piezas de autor”.  ¿Dónde más hemos visto esto?

 

El caso español:  Ocho Apellidos Vascos

 

Es cierto que en los últimos años el cine español ha gozado de cierto prestigio internacional, específicamente por la aceptación de su cine de terror.  Incluso en Estados Unidos, cuyo público suele mostrarse renuente al cine que no provenga de dicho país y sobre todo al no hablado en inglés, el gusto por estas obras derivó en la no muy exitosa parodia Spanish Movie.  Si bien tal filme no pasó de ser una más de tantas parodias absurdas compuestas por gags aislados basados en varias películas, su existencia demuestra que sí es posible penetrar el difícil mercado “gringo”.

Sin embargo, la Madre Patria no está alejado de este nacionalismo que nos es tan propio.  Para muestra está el sonado éxito de la película Ocho Apellidos Vascos.  Dirigida por Emilio Martínez-Lázaro y estrenada en España en marzo del presente año, se trata de una comedia romántica que narra las peripecias de un joven de Andalucía, quien jamás había abandonado dicha comunidad autónoma, que viaja al centro del País Vasco para enamorar a su pretendida.  Para lograr su objetivo,  el sevillano se hará pasar por un vasco que ostenta los ocho apellidos del título.

Esta película, según reporta Jaime Iglesias,  el corresponsal en Madrid de la revista mexicana Cinepremiere, se ha convertido en la quinta película más vista en España de todos los tiempos y actualmente supera en taquilla a las más recientes producciones hollywoodenses.    Al mismo tiempo, los críticos españoles se preguntan si tan exitosa película tiene el potencial para ser exportada.

Y yo que pensé que los gallegos eran los que usaban boinas...

Y yo que pensé que los gallegos eran los que usaban boinas…

Ocho Apellidos Vascos (aun en cartelera en España y obviamente no disponible para verse en otros formatos todavía) apuesta por el estereotipo y las diferencias regionales.  Literal, se duda que un mexicano, un francés o un brasileño pueda entender y disfrutar de la farsa presentada al no estar familiarizado con la problemática que se aborda  (ver el artículo correspondiente en Cinemania.es).  Un no español, cuando mucho, está al tanto de que ciertas comunidades españolas como Euskadi (o País Vasco) y Cataluña tienen afanes independentistas. Sobre todo el País Vasco, cuna de la aparentemente extinta organización terrorista ETA.  Sabría, tal vez, que en Euskadi se habla además del castellano un complicadísimo idioma llamado Euskera, pero quizás no ha escuchado o leido una sola palabra de éste.

Quien no radique en dicho país no alcanzaría a comprender las diferencias entre el sevillano y la vascongada y ciertamente no encontrará graciosos los conflictos derivados.  Si bien en México somos proclives al etnocentrismo y nos fascina la dichosa lucha entre  el “Trabajador Norte” y el “Perezoso Sur” (según la visión norteña) o el “Autóctono Sur” y el “Agringado Norte” (según la visión sureña), una trama cómica que narrase las aventuras de un regiomontano enamorado de una jarocha, por ejemplo, no se antoja posible pues aquí la “lucha” entre regiones difícilmente alcanza los tintes separatistas vistos en España.  Ni qué decir de otras naciones que a diferencia de la América hispanoparlante no comparten un contexto cultural con la llamada Madre Patria.

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El gran éxito de Ocho Apellidos Vascos, según Iglesias, se debe a la “poca ambición intelectual” del pueblo español, hoy azotado por una crisis económica y de desempleo de proporciones apocalípticas.   Con una industria fílmica lastimada por la crisis económica que ha puesto en peligro incluso la misma existencia de la Unión Europea, este podría ser un síntoma de que el cine español podría apegarse al localismo en un intento por obtener dinero fácil, mantenerse a flote sacrificando la posibilidad de expandir sus horizontes.

 

¿Y Hollywood? ¿Bollywood? ¿El cine de artes marciales Hongkonés?

 

Es claro que la todopoderosa industria fílmica estadounidense genera productos para el consumo global.   Siempre nos hemos preguntado por qué las historias suelen ubicarse en Nueva York o, con menos frecuencia, en Los Ángeles,  Las Vegas o Chicago.  Se trata de ciudades con un gran porcentaje de población migrante y por lo tanto representan un mosaico multicultural que exime, en cierta forma, a los guionistas de apegarse a regionalismos estadounidenses. Claro, también por ser de las ciudades más afamadas fuera de la Unión Americana.   De tal suerte que el espectador extranjero no tendrá que estar al tanto de las diferencias entre los oriundos de Carolina del Norte con los radicados en Texas, por ejemplo.  No es de extrañarse que ciertas comedias románticas que apuestan por los estereotipos locales (típico, una pareja formada por un oriundo de Nueva York y algún originario de Iowa, digamos) hayan pasado sin pena ni gloria por el mercado exterior.

Sobre el cine Indio (que no hindú, aclaro…), prolífico pero rara vez exportado  y el cine de artes marciales Hongkonés, pues la historia es distinta.   Industrias mucho mejor estructuradas y establecidas, en el caso de la India no tienen necesidad de exportarse para mantener una calidad conocida y generar ingresos.   En cuanto a las artes marciales, se trata de un cine de tradición con un público muy bien establecido que desde luego no aspira a la creación de blockbusters.   La internacionalización, vaya, no parece ser útil o necesaria en estos casos.

 

Conclusión

 

Pero ni el cine español y menos el latinoamericano son Bollywood ni Hong Kong.   Si algo necesitan ambas industrias fílmicas para salir del letargo en que se encuentran es precisamente apostar por el mercado masivo y alejarse de retratar conflictos que sólo los locales entenderán.  A la par de producciones mexinaquísimas como el petardo de Derbez, la producción de películas de diversos géneros pero comprensibles (y por lo tanto, disfrutables) para el público  no mexicano será una inyección de vitalidad económica para nuestra castigada industria.

"ash... ¿y mis premios, apá?" Qué original...

“ash… ¿y mis premios, apá?” Qué original…

Claro está que para mantener vivo el engranaje fílmico se requiere de fondos, los cuales bien pueden ser generados por los frívolos productos que son la delicia de las masas adictas al duopolio televisivo.  Pero apostar por estos ejercicios de forma tan entusiasta y el incondicional apoyo del nada exigente espectador a estos fugaces divertimentos en nada ayuda a que el cine mexicano se aleje del chiste barato sobre tequila y tacos.  Como espectadores debemos alejarnos del “entretenimiento para pasar el rato”, que es la defensa esgrimida siempre por los defensores de bodrios como El Cácaro Gumaro,  y exigir productos que puedan dar expansión a la industria.  Mientras sigamos siendo devotos defensores de los gags televisivos largos que nos espetan en el cine, jamás saldremos del hoyo.

 

 

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Acerca del autor

Dr. Dark    

Médico de profesión y cinéfilo de corazón. Amante del buen cine y destructor del que no lo es.


4 Comments

  • Así es y cuando le quieren pegar al documental, sacan cochinadas como De Pansazo sólo para levantarse el cuello y presumir alguna labor periodística cuando obvimente no existe.

    Saludos!

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    • Precisamente. Y mientras sigamos yendo a carretadas al cine a ver estas gilipolleces los productores seguirán apostando por la TV abierta en el cine. De seguir así, pronto los finales de telenovela dejarán de transmitirse en especiales dominicales de dos horas sino que se presentarán en cine…

      Saludos, mi estimado!

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  • ¿Qué les pareció de este año Tercera Llamada? y otra pregunta ¿Ya saben si tiene distribuidora Arqui Cruz?

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