Cines Porno en la Ciudad de México Parte I
EL PORNO, DIVERSIÓN NACIONAL PARTE I
ADVERTENCIA: El autor sugiere discreción con el tema. La investigación siguiente contiene lenguaje e imágenes de sexo explícito apto únicamente para mayores de 18 años o edad legal para este contenido en su país.
La Ciudad de México es por mucho la ciudad más liberal de la república. Ha sido punta de lanza para el reconocimiento y supervisión de los derechos humanos y según dictan las encuestas, la más vanguardista. Tan solo llegar al Distrito Federal llena el espíritu de la certidumbre de que aquí, todo es posible, es una ciudad que hipnotiza, abraza y escupe por igual. Un gran atractivo de esta megalópolis es su vida nocturna: antros, bares, table dance, cantinas, pulquerías y hasta, contra lo que asegure el gobierno local, giros negros completan el menú para el habitante y visitante ocasional hambriento de diversión hasta el amanecer. Pero si se aguza la lupa y se confía en el olfato se podrá ver que la diversión bajo el amparo de la noche es sólo la faz visible de la diversión en la “capirucha”, una larga lista de “lugares de encuentro” en locales establecidos, la popularización del cruising o encuentros casuales en lugares públicos y bares como el mítico Espartacus en Ciudad Neza con “cuarto obscuro” complementan la oferta sexual aparentemente exclusiva de la comunidad gay de la ciudad. Entre esta larga lista de lugares que ofrecen un refugio para las caricias de ocasión destaca la existencia de las salas de cine “porno”. En general se trata de cines que otrora vivieron la bonanza y caída de salas cinematográficas con capacidad para cientos o incluso miles de espectadores, y que en la década de los 80 se vieron obligadas a exhibir películas clasificación C o incluso D para sobrevivir a la ruina que significó para estas salas la estúpida e ignorante política exterminadora de Margarita López Portillo y abrió la puerta a miles de mexicanos para disfrazarse de anonimato y experimentar, recurrir o simplemente dar rienda suelta a un nuevo estilo de vida mezcla de voyeurismo, exhibicionismo y hambre de sexo sin involucrarse emocionalmente… o eso parece.
Localizados en sitios de fácil acceso en áreas de gran tráfico en los límites de zonas populares que aseguran el anonimato de los asistentes, los cines porno conforman un microcosmos que funciona con sus propias reglas no escritas y que son implícitamente aceptadas por todos los asistentes, aquí no hay miradas furtivas, se olvida al momento que se desliza el importe del boleto a la discreta taquillera,en este caso una mujer entrada en años y carnes que evita todo contacto visual observando la mínima discreción que requiere un puesto que a todas vistas la incomoda y acepta con una mezcla de desagrado y resignación.
“El Nacional” es la primera parada. Ubicado en Fray Servando Teresa de Mier, en las orillas de la zona de la Merced y el Centro Histórico de la Ciudad de México, mi primer referencia sobre este sitio se remonta a una anécdota de un amigo muy cercano que incluye una redada y un ligue ocasional durante la huída de la ley y terminó en tórrido romance en hotel de paso con posteriores encuentros casuales en diversas fiestas de amigos comunes. El camino al Nacional es un preámbulo digno del sitio, una acera plagada de cantinas de mala muerte que hieden a sexo y abundantes en miradas inquietas de los parroquianos, viejos perros de caza en busca de carne fresca que escanean sin recato cuerpos masculinos o femeninos en busca de contacto visual. Es pues, la avenida Fray Servando una decadente pasarela que anticipa las puertas de un paraíso sexual sin prisa, sin nombre, sin control.
2 Comments
Interesante tema a discutir. Parte viva de la cultura actual. Por un momento sentí que vería un montón de posters porno o de alto contenido sexual. Creo que por ser una primera el contenido es “Soft porn”. Saludos.