Club Zero: Engaño nutricional

Estrenada en el Festival de Cannes, tras un año de retraso, llega una de las cintas más controversiales de dicho certamen: “Club Zero”. Sin embargo, las propias críticas recibidas al proyecto de Jessica Hausner dejaron al descubierto las intenciones de esta propuesta: una historia desordenada, mal estructurada, pretenciosa y que depende del morbo para llamar la atención (y eso ni siquiera le sale bien).

El principal problema que tiene esta cosa es que no sabe qué quiere contar: si ser una alegoría a los desórdenes alimenticios como la anorexia o la bulimia, la decadencia del sistema escolar (al dejar que cualquiera pueda impartir clases pese a que no esté capacitado para hacerlo) o una burla a los cultos religiosos y cómo usan la manipulación para convencer a la gente de unírseles. Esta falta de enfoque es empeorada porque la fotografía usa constantemente zoom-in y zoom-out todo el tiempo, ya que no pasa mucho tiempo para que el espectador se dé cuenta que, pese a la cuidada puesta en escena, visualmente es monótona, y por lo tanto, cansada de ver. Aunado a que cae en el humor involuntario varias veces y a la espantosa banda sonora, llega el punto en que uno se ríe… pero de ella y no con ella.

Por si esto fuera poco, la historia peca de tramposa y pretenciosa al intentar usar el morbo como principal atractivo para darle una oportunidad. El inconveniente yace en la dirección de Jessica Hausner, pues uno pensaría que habría un festival de escenas grotescas, pero que justificarían el tono y la intensidad que pretende dar (mediante una advertencia al inicio de la cinta, donde recomienda discreción porque algunos de los trastornos mostrados pueden ser muy fuertes para el público). Bueno, cuando todo el morbo se reduce a una chica comerse su propio vómito, uno se da cuenta que le tomaron el pelo porque aparece la inevitable pregunta: “¿En serio? ¿Eso fue todo?”. Sería el equivalente a ver una película de terror del tipo tortura pornográfica (“Hellraiser”, “Saw”, “Hostel”, “A Serbian Film”, “The Human Centipede”) y que sólo haya una escena en toda la historia, ejecutada de manera más similar a cómo los niños creen que es visitar al dentista.

Los personajes son sumamente planos, no tienen desarrollo y cualquier detalle que pudiera darles trasfondo o algo de personalidad se reduce a meras anécdotas o escenas recortadas que debieron durar más. Puede ser que haya mejorado un poco con los años, pero Mia Wasikowska aún padece de la parálisis facial que ha perjudicado su carrera desde que interpretó a Alicia, probando que si Park Chan-wook y Guillermo del Toro no lograron hacerla actuar, nadie podrá (y aún así, es de lejos lo mejor que tiene la cinta). Debido a la pobre estructura de los personajes, los demás actores lucen planos y suenan monótonos desde el inicio, casi como si estuviéramos viendo autómatas haciéndose pasar por humanos (si fuera una asimilación progresiva y mostrara esa transformación, sería entendible y más creíble, pero esto va desde el inicio y se vuelve inverosímil).

Tiene un par de ideas interesantes, pero están mal ejecutadas porque el desarrollo es banal al momento de tratar los desórdenes alimenticios como la anorexia, la bulimia y los problemas de sobrepeso, lo cual degenera en algo sumamente cliché, con personajes desquiciantes y llena de una ironía demasiado involuntaria. Se agradece el cuidado en la parte técnica, pero no es suficiente para salvar una de las decepciones provenientes de Cannes, que además representa lo peor del cine de autor.

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Acerca del autor

Uriel Salvador     twitter.com/UrielSalvadorGS

Escritor, analista, crítico, gamer, investigador, actor (especializado en doblaje), fotógrafo. Pero ante todo, soy un amante del cine.


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