Conclave: Intriga Católica

Es bien sabido que el cristianismo/catolicismo y el cine no congenian, y es que a diferencia del judaísmo y el islamismo, no hay un buen historial porque siempre se prioriza el mensaje religioso por encima de cualquier otro elemento, resultando en melodramas empalagosos, molestos y soporíferos o una especie de conspiración religiosa (no es extraño que los mejores proyectos relacionados pertenezcan a la comedia, el terror o aquellos enfocados por completo a la figura de Jesús). Por esa razón, la sorpresa que trajo Edward Berger con “Conclave” llama mucho la atención, una bocanada de aire fresco (y aun así eso no la salvará de los más puritanos).

Para empezar, lejos de querer copiar por enésima vez a Dan Brown, “Conclave” muestra el difícil y complejo proceso de elegir un nuevo Papa, y abarca todas las facetas del sistema con mucha precisión, desde la destrucción del anillo hasta el método de votación y los requerimientos. La autenticidad de estos eventos y la seriedad con la que abarca el tema se complementan con el apartado técnico, de donde destaca la fotografía de Stéphane Fontaine. La composición de cada toma es precisa y aprovecha los contrastes de luz y sombra que iluminan y oscurecen los pasillos y salas del Vaticano. A esto se agrega el vestuario y la escenografía para una mayor fidelidad al interior de la Basílica de San Pedro y un ritmo tranquilo que cuece la tensión, creando un tono casi documental de un evento de repercusión mundial.

“Conclave” también hace hincapié en las dudas respecto a la fe y la obsesión por el liderazgo, pues si las candidaturas políticas para alcanzar la presidencia de un país ya tienen arraigadas varios conflictos personales, estar al mando de la religión más extendida del mundo (31% de la población global) significa controlar la voluntad y forma de pensar de la gente. Por esta razón, las luchas internas de poder se contraponen a la buena voluntad que debería fomentar las creencias, saliendo a la luz la hipocresía de algunos estamentos de la Iglesia, la traición y el chantaje (y por qué no, homicidio). Esto plantea si la iglesia debe regresar a lo que fue, no sólo como un pilar de la moralidad, también como los encargados de ayudar a las personas a encontrar su camino a Dios (ya que desgraciadamente las creencias tampoco son inmunes a la ideología progre). De manera que el thriller religioso también estructura todas las variantes del complot y mantiene el interés durante el desarrollo de los hechos.

Es innegable que en Ralph Fiennes recae todo el peso de “Conclave” con un personaje complejo y con muchos matices, que transmite tanto autoridad como vulnerabilidad y hace sensible y empático a un cardenal que es detective y testigo de todas las estrategias de los miembros. También se agrega la insistencia que emana Stanley Tucci por tomar el poder (tan seguro de sí mismo como dudoso de su propia competencia para tan titánica labor), el autoritarismo de John Lithgow e incluso la breve participación de Isabella Rossellini como una de las hermanas del convento (la cual no era meritoria para estar nominada en la temporada de premios, pero tiene algunos buenos momentos).

Pero es justo el giro final donde genera controversia por una jugada que, aunque va acorde a los planteamientos que propone el director (y es muy fiel al sistema que se hace para la elección del futuro Papa), comete una serie de errores graves que degradan mucha de su calidad. El primero, mete un conflicto cerca de la recta final (no puedes hacer esto cuando vas terminando el relato). El segundo, que fiel a la fe, dicho giro parece un “Deus ex machina” concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. El tercero, la conclusión que quiere entablar puede malinterpretarse como un ataque a la institución y una imposición de la ideología de género sobre la tradición moral usando países marginados como escudo contra las críticas. Si se agrega que el guion de “Conclave” está lleno de muchas conveniencias para facilitar el conflicto del cardenal Lawrence, evita una mejor naturalidad de las decisiones que toman sus participantes.

Conclave tiene muchos méritos en el apartado técnico, en las interpretaciones del reparto, en la dirección e incluso se siente un aire de respeto hacia la religión en cuestión, pero el giro final entorpece el resto y hará que muchos la vean como propaganda liberal, carnada de Oscar o incluso como blasfemia. Si bien es un paso para tomarse a esta religión más en serio en el cine, también denota que el camino a ganar el respeto que ya tienen el judaísmo y el islamismo todavía es largo. Una buena propuesta que queda por debajo de obras más reconocidas alrededor de la temática cristiana/católica, pero que nos recuerda que sus miembros son totalmente humanos.

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Acerca del autor

Uriel Salvador     twitter.com/UrielSalvadorGS

Escritor, analista, crítico, gamer, investigador, actor (especializado en doblaje), fotógrafo. Pero ante todo, soy un amante del cine.


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