Corgi: Un Perro Real que no ladra

Las películas animadas que no son del gigante Disney y/o Pixar son un universo rarísimo. Enfocadas en las audiencias menores a 12 años, suelen tener como protagonistas a animales humanizados, con voces de actores de moda, historias sencillas y paletas de colores brillantes. Empero, desde que Shrek llegó y cambió nuestras vidas, en 2001, las productoras y estudios de animación han buscado replicar ese éxito incomparable, que atraiga a tanto niños como adultos. Con el paso de los años, a muchas películas infantiles les han puesto cada vez más humor o subtramas adultas para mantener el interés de los papás, y aunque es arriesgado, pudiera dar resultados interesantes. En el caso de The Queen’s Corgi (Corgi: Un Perro Real), se queda a medias y sin nada qué ladrar.

Rex es el corgi preferido de la Reina Isabel, causando problemas tanto para el Príncipe Felipe como para los otros corgis reales. Tras una desastrosa visita de Estado, Rex se pierde y comenzará su largo recorrido de vuelta al Palacio de Buckingham. El guion de Rob Sprackling y John R. Smith es predecible, no desarrolla a sus personajes y recae en un humor cuestionable (¿acoso sexual como fuente de comedia?) que hace que la mayoría de las risas en la sala sean de los adultos presentes. Es así que la película queda en un tono muy extraño: da la impresión de que fue pensada originalmente para ser una comedia para adultos, al estilo de Sausage Party, pero que durante la producción decidieron que funcionaría mejor como película infantil.

Con una brillante y buena animación, Corgi: Un Perro Real es una película que ni ladra ni muerde.

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