Creed II: La mejor secuela de Rocky por unanimidad
Será muy difícil convencer a los lectores de esto, pero antes de pasar a los argumentos debería comenzar con una sólida frase que engloba tanto mi sorpresa como mi objetivo por captar su atención: #Creed II es la mejor secuela de la saga Rocky” ¡Listo! Y con esto pasamos directamente a los porqués.
En primera Creed II no usa tantos artilugios dramáticos, decidiendo atacar astutamente el elemento “nostalgia”. Si hacemos memoria desde la caída narrativa de la saga en su tercera parte y que llegó a alcanzar límites absurdos, el héroe “paria” siempre perdía algo (al coach, al amigo, a la esposa, al cuñado, la fortuna, etcétera), queriendo hilvanar un tono dramático tan más vergonzoso gracias a su poca pericia directiva y/o histriónica, que para el final esta gastada fórmula encausaba en su pelea la misma emoción que un videoclip o la misma gracia que un comercial de Tecate. Si bien Creed II mantiene el mismo molde argumental (soy ganador, luego me retan, luego pierdo, luego me levanto, luego venzo), aquí la historia es un ganar – ganar sin pretensión alguna más que el de alejarse de las secuelas y asimilarse más al producto original de 1976, con situaciones un poco más creíbles gracias tanto a la escuela indie de su director y a las actuaciones de elementos con más tablas, como a los elementos “nostálgicos” utilizados con medida y sin sobrexplotarse como lo son metraje perdido, recuerdo de personajes y su árbol genealógico, el mayor uso de la partitura original en sus momentos clímax y lo más interesante, la centralización del conflicto en un aspecto más paternalista que de mera venganza, dando un poco de más coherencia y trasfondo a sus personajes (¡Vamos! Si hasta Ivan Drago sale psicológicamente beneficiado).
En segundo lugar Creed II está correctamente dirigida y es muy entretenida. Y es que a comparación de la sobrevalorada y muy aburrida antecesora, el director Steven Capler Jr. sabe encausar con gran agilidad el ya mencionado círculo vicioso con un disparo del conflicto rápido, una caída y rehabilitación que no decae en ritmo (y que el cineasta aprovecha para fortalecer tanto la personalidad de sus héroes y antagónicos como el elemento paternal como motor indiscutible del relato), y finalmente con un acto final que sorprende por su emotividad y pericia técnica ensalzado también por el siguiente punto.
En tercer lugar Creed II es menos Ivan y Rocky. Y es que por más que Sylvester Stallone y Dolph Lundgren sean “cool” y hagan comerciales de cerveza y parodias de acción, la realidad es que son terribles actores ¡Y eso hasta el propio Sly lo sabe! (que firma el guion junto al novato Juel Taylor) por lo que a pesar de ser usados como gancho promocional, sus personajes se reducen a ser meros elementos nostálgicos con diálogos que hasta se notan precisos y por más extraño que parezca, estando dentro del lugar y momento que se requieren, cayendo todo el peso en un Michael B. Jordan que sin ningún esfuerzo extraordinario (más que en lo físico), puede en este mediano pero muy eficaz nivel de entretenimiento tejer una telaraña de buena química tanto con Stallone como con Tessa Thompson, Wood Harris y hasta con el real boxeador Florian Munteanu, una verdadera bestia de muchos músculos y nulo talento actoral.
Y en cuarto y último lugar, lo más interesante de Creed II es que funciona sin Creed I, siendo un producto tan disfrutable por si solo que si bien guarda referencias y se basa en la nostalgia de Rocky IV para implementar esa emotividad “paternalista”, su buen ritmo la convierte inexplicablemente en un producto muy loable, entretenido y apto para ver con toda la familia sin pasar penas ajenas narrativas como en Rocky 3, 4, 5 o 6.
Creed II no es el blockbuster del 2018, y ni siquiera la película que justifique más repeticiones de una saga que accidentalmente se ha extendido a 8 capítulos, pero si tratase de escoger a dos de estos durante 42 años de historia, definitivamente habría que quedarse con la ganadora del Oscar de 1976 y con esta, su verdaderamente digna sucesora, un gusto culpable instantáneo.
Yo sé que no me creen, pero si irán a comprobarlo espero que su reacción sea tan grata y sorpresiva como la mía.