One Night in Miami: Vaga y superficial caricatura histórica
Una de las películas más esperadas de la temporada de premios y ahora con su debut en prime este 15 de enero tras su presentación en el Tiff; One Night in Miami es el debut en dirección de la aclamada actriz Regina King, quien en estos últimos años ha gozado de un gran reconocimiento por sus papeles en If Beale Street Could Talk y en la secuela para televisión de Watchmen. Su ópera prima, adaptación fílmica de la obra de teatro homónima escrita por Kemp Powers, es muy ambiciosa: recuenta, con ciertas libertades, la noche donde cuatro futuros íconos de la cultura negra estadounidense – Cassius Clay, Sam Cooke, Jim Brown y Malcolm X – se reunieron para pasar la noche. Empero, la cinta no se levanta para demostrar que está a la altura de sus aspiraciones.
La película comienza presentando a estos personajes: Cassius Clay (Eli Goree), una creciente estrella en el boxeo, Malcolm X (Kingsley Ben-Adir), un activista radical por los derechos civiles de las poblaciones negras, Jim Brown (Aldis Hodge), una estrella en el futbol americano, y Sam Cooke (Leslie Odom Jr.), un cantante con grandes aspiraciones. Tras la victoria de Clay contra Sonny Liston (Aaron D. Alexander) la noche del 25 de febrero de 1964, los cuatro hombres se reunirían para celebrar. El guion de Powers hace poco por desarrollar temas complejos (como el racismo institucional, el colorismo y convertirse a otra religión) de forma concisa y profundizar en ellos, a tal grado que las discusiones que tienen los personajes sobre estos conflictos (internos y externos) se sienten superficiales y vagas. El cuidado y veneración hacia estos íconos, desde el guion y la dirección de King, hace que estos hombres no sean más que meras caricaturas de sí mismos.
One Night in Miami destaca por ciertas escenas controladas donde los actores demuestran sus habilidades; en particular, Ben-Adir brilla como Malcolm X, mientras que Odom Jr. demuestra una sensibilidad perfecta como el cantante de Mississippi. Asimismo, es brillante la forma en que recrea, por ejemplo, la sesión de fotos bajo el agua de Clay. Empero, ni el guion ni la dirección toman ningún riesgo, resultando en una visión sumamente conservadora y simplista sobre hombres extraordinarios a nada de demostrarlo ante el mundo y temas complejos que siguen pesando sobre el país vecino.
En una época con brillantes películas y series sobre la particular experiencia negra estadounidense frente al persistente racismo institucional, es una lástima que una tan ambiciosa y con personajes históricos tan ricos quede noqueada desde el inicio.