Da 5 Bloods: Spike Lee, un “BLANCO” fácil para la crítica
Hay una frase muy coloquial mexicana: “se pone de pechito”, que sirve para referir a aquellas personas que hacen relucir sus defectos de una manera propositiva o bien tan obvia, que es imposible no criticarlas o hacérselos notar. Pues bueno, Spike Lee es definitivamente una de ellas. Antes publicista, luego cineasta y últimamente activista, es más que obvio que el director afroamericano más “racista” y “odia blancos” de la historia, ha decidido usar sus habilidades promocionales y sociales para llevar a cabo otro de sus panfletos audiovisuales “pro color”, aludiendo a la gracia y favores de la trágica situación actual para ganar adeptos entre la crítica, audiencia y prensa más “progresista”, y dejar de lado el quehacer fílmico dentro de una producción que sorprende no por su historia, sino por qué parece estar hecha por un adolescente impulsivo y pasional, siendo una amalgama de errores técnicos y narrativos tan penosos como extravagantes.
Irónico, pues en la búsqueda de un “estilo” inexistente que siempre ha intentado combinar la ficción con la crítica y sátira racial en los últimos años, Lee ha perdido un estilo existente de crítica y sátira racial que le valieron sus mejores años fílmicos en los 80 y 90 (Malcolm X, Do the Right Thing, Jungle Fever), cuando efectivamente su principal propósito era artístico, y no social o publicitario ¿de verdad es tan difícil comprenderlo?
Pero hablemos del desastre que es Da 5 Bloods, su primera cinta de tono bélico y a cargo de Netflix que como dato curioso, tuvo que haber inaugurado el Festival de Cannes de este año (el cual tenía a Lee como presidente del jurado).
La realidad es que Da 5 Bloods cuenta con un excelente argumento: 4 veteranos de Vietnam regresan al país asiático para recuperar los restos de su comandante caído y el tesoro en oro que enterraron como compensación personal y social por los abusos a la raza “afroamericana” a través de la historia. Hasta aquí todo muy bien, pues el oro sirve como un macguffin ideal para que Lee explaye a través de acervo documental tanto los horrores de la guerra como ciertos datos históricos sobre la raza “negra”, su importancia en la sociedad norteamericana y el abuso que ha sufrido por parte de las autoridades. El discurso en este primer plano es tan fuerte como efectivo, combinando dicho material con la ficción de manera ágil (aunque con ciertos errores constantes en su montaje). Sin embargo para Lee nunca es suficiente, por lo que en el proceso y odisea el impulsivo narrador se dedicará a yuxtaponer elementos que progresivamente irán restándole credibilidad tanto a su discurso “social” como a su desarrollo fílmico.
El primer elemento de esta yuxtaposición es sin duda la propia carga emocional de sus 4 protagonistas, la cual se muestra totalmente incoherente con las acciones en las que el mismo director los va posicionando. Así pues, mientras una road movie tragicómica se convierte en un drama bélico con tintes de acción y escenas sangrientas, los personajes pasan de afrontar episodios traumáticos del pasado o llorar desconsolados frente a un cadáver, a mostrarse totalmente indiferentes por los accidentes o muertes en la odisea presente. Lee cambia el tono, lo cual de cierta manera sorprende, pero con él también cambian de manera abrupta la estructura y credibilidad de sus personajes frente a las acciones con las que se enfrentan.
Así mismo dicho cambio de dirección trasversa todo su sentido “crítico”, convirtiéndose solo en una muy irregular aventura bélica donde el oro deja de ser un macguffin para ahora pasar a ser el elemento principal de la trama, afectando a sus personajes (que se supone eran “sangre”, los hermanos más unidos del mundo y que de repente dejan de serlo por un débil argumento de “fiebre del oro”) y a través de una impresionante carga de clichés y elementos “deus ex machina”, forzar todos los cabos sueltos de su muy predecible “misterio” para dar con un clímax tan “irreal” que hace parecer a sus “sangres” un grupo de viejitos superhéroes y súper villanos, en lugar de los “humanos afectados” que se suponía quería mostrar (propósito que se obvia hacía su conclusión cuando Lee incluya sus recurrentes “elementos” de monólogo y efectos de dolly, aburridos, sobrados y sin ningún trasfondo sustancial hacia su supuesto mensaje).
Habrá que hacer una pausa aquí para conceder a Lee ciertos valores técnicos y narrativos que dentro de su buen argumento fueron sus únicas buenas decisiones: el primero, sus flashbacks, donde el director sorprende con sus trepidantes secuencias bélicas (las primeras que hace en su carrera) y en donde la audiencia hubiera deseado tener más de “eso”, más historia sobre la opresión, sobre el sentir de aquellos soldados y sobre el personaje más interesante de toda la historia: el comandante fallecido interpretado por Chadwick Boseman, que inequívocamente y a pesar de lo poco que aparece en pantalla, se roba la cinta por lo simbólico y complejo de su personaje, tanto por sus diálogos como por su presencia; el segundo acierto es una peculiar decisión de mantener a sus veteranos actores dentro de sus recuerdos “pasados”, lo cual ayuda para comprender su trasfondo, pero solo de manera visual, pues en el “presente” Lee cae en esos abusos narrativos donde como lo mencioné, pierde el enfoque y tono de su obra y mensaje.
De las demás actuaciones sorprende lo mal o sobreactuadas que están llevadas muchas de ellas, en mucha parte por qué Lee también decide conservar su comedia (o hasta explayarla) cuando su relato se torna más dramático y violento. Mala decisión. Así pues y a excepción de Clarke Peters (solvente histrión que muchos podemos ubicar por la serie The Wire), todos los demás inmiscuidos lucen sobrados, tal y como la narrativa de Lee (incluyendo la aparición del blanquito “hijo de puta” de Jean Reno).
Tengo una parábola para describir a Lee y su última etapa como director:
Un conocido y talentoso chef decidió un día cocinar en la sala de su casa en lugar de en su cocina. La gente le preguntaba “¿Por qué lo haces si cocinas tan bien en la cocina? Donde se debe cocinar”. Pero este era necio y decidió cocinar en otro entorno y sin los instrumentos adecuados en la sala, en el patio y en el baño, y aunque sus platillos eran extravagantes, la calidad de su presentación y el sabor eran nefastos”.
Así es Lee, un director de cine “bueno” que decide hacer cine sin los instrumentos, la narrativa, comprensión, estructuras o entornos adecuados, difuminando y/o distorsionando su mensaje para crear “algo” que desemboca en un efecto totalmente contrario y hasta ridículo.
El Spike Lee de aquellos 80’s y 90’s se perfilaba como la voz de autoridad del cine afroamericano, pero debido a su inmersión activista perdió el enfoque artístico, volviéndose un irregular, sobrevalorado y berrinchudo cineasta de “medio pelo”, otro “blanco” fácil para la crítica que solo hace inadecuados panfletos pro color.
2 Comments
Saludos estimado, hay una algo en su crítica con lo cual estoy totalmente de acuerdo… Y es que la película se queda corta. Yo pensaba en algo al estilo Platoon pero el resultado final fue una mezcolanza extraña por parte de Lee.
Ahora sobre el tema del odio blanco de Spike Lee, para mí al menos me parece algo extremo. Al menos no le he visto ni en su película más famosa (Do the Right Thing), dónde ninguno de los personajes de diferentes razas salen bien parados.
En estos días de lo políticamente correcto todo se ha ido demasiado a los extremos. Por un lado tenemos a los políticamente correctos que con tal de defender su punto de vista se han mostrado intolerantes. Por otro lado tenemos a esos que defienden lo políticamente Incorrecto, quienes bajo a esta bandera muestran su verdadera cara (racistas, prejuiciosos e incitadores al odio). Un ejemplo de esto último es lo que está pasando es con el juego The last of us II, muchos sin siquiera jugarlo lo están calificando como una basura solo por incluir un personaje LGBT… Aún cuando desde el primer juego que salió en 2013 se revela la orientación sexual de la protagonista.
Creo que en este tema muy picudo hay de todo estimado, tanto para entender como criticar. Por ejemplo, aunque no soy adepto a los videojuegos estoy enterado de la noticia y me parece algo ridículo criticar algo así, pues como usted bien dice se encuentra sustentado en un trasfondo guion o historia ¿sabe? Es lo que yo critico. Vea el caso de lo que el viento se llevó, lo cual es un ridiculez criticarla, ya que la cinta responde a su tiempo y debe analizarse bajo el contexto de su época. El razonamiento y la capacidad de análisis, eso es lo que se nos está quitando