Deadpool & Wolverine: Like a Prayer
Nos quejaremos de la irregular calidad de sus producciones, de que le encanta jugar al sube y baja, de que entrega una de cal y otra de arena, de que ya sólo sobrevive de las glorias pasadas y el fanatismo obsesivo de los fans que todavía siguen metidos en esto… ¡pero siempre seguiremos yendo a ver la nueva película del MCU (hasta que la franquicia muera, lo que suceda primero)! Con la compra de FOX por parte de Disney y por ende la adición de los héroes faltantes al universo cinematográfico, Ryan Reynolds no sólo hace el cierre que necesitaban los mutantes, sino que hace una declaración de intenciones que es necesario repasar por partes para entender por qué la tercera entrega del mercenario bocón acierta donde las demás han fallado.
Cuida al cliente y el negocio se atenderá solo
Esta frase de Ray Kroc es el ejemplo con el que inicia la propuesta desde su campaña publicitaria. Luego de varias películas que quedaron en intentos baratos de complacencia o engañaban a la audiencia con promesas vacías, esta da lo que se espera de una cinta del subgénero: mucha comedia con varios niveles de humor y escenas de acción que aprovechen el espacio en el que se desenvuelve. Es inevitable percibir que todo en la historia está rebajado: hay humor negro, pero es muy dependiente de las groserías para dar risa (y lo consigue, pero no hay tanta variedad como antes). Hay sangre, pero no puede apreciarse bien porque Shawn Levy no se especializa en filmar acción. La película se digiere rápido, pero esto es en parte por la edición apresurada que la asemeja a un conjunto de TikToks pegados.
A pesar de que es evidente que la producción está atada de manos por la incorporación a la saga, también asegura que Kevin Feige y el resto de los productores no se metan más de lo necesario. Esto permite que mantenga la esencia de las antecesoras por más que el factor sorpresa se ha desvanecido, pero el tono desvergonzadamente gamberro causa que evite tomarse en serio por más que los vicios del subgénero sigan presentes. Vamos, desde los trailers se ve venir la declaración de intenciones monetaria que hay detrás de escenas (ordeñar a la vaca antes que la leche se agríe), pero si no hay engaños publicitarios, si no conviertes al producto en un panfleto a favor de lo políticamente correcto, si respetas al público, saldrán cosas buenas.
La basura de un hombre es el arma de otro hombre ingenioso
El reciclaje argumental y la explotación del fanservice esta vez tiene un propósito mayor. Es cierto, está atiborrada de referencias a la saga que le sacarán orgasmos a cualquier fan (esto es lo que debió ser Doctor Strange in the Multiverse of Madness), pero aquí incluso ponen a pensar sobre el estado actual de los superhéroes en el cine, pues las menciones van hacia el pasado de Marvel, hacia aquellas películas individuales que prosperaban en los 90 y la primera mitad de los 2000. La gran mayoría podrán no ser buenas, pero tienen sus defensores que las disfrutan porque forman una cápsula del tiempo hacia una época donde estas cintas podían verse sin necesidad de contexto o conocimiento previo de otras películas.
La colocación de estos viejos personajes incluso va de la mano con el mensaje principal: la redención, la relevancia, la insuficiencia personal y que por más que se toque fondo, siempre habrá la oportunidad de resurgir de las cenizas. De modo que la historia se vuelve una burla a FOX y una despedida a todo lo que aportó al subgénero, ya no importa si fue bueno o malo, lo que importa es dar un último paseo con estos héroes que acompañaron a muchos años atrás (por cómo van las cosas, capaz y terminan siendo mejores que las nuevas versiones). En lo personal, se echa de menos el tono romántico de las partes anteriores, pero se compensa con la química de sus protagonistas y va de la mano con el evento principal.
Al fin juntos
Deadpool interpretando a Ryan Reynolds (el orden de los factores no altera el producto) no es nada nuevo y ha caído en una especie de encasillamiento que le impide hacer otro papel (empieza a repetir muchos chistes), pero si funciona, tampoco va a moverse nada. Lo que sí da gusto es volver a ver a Hugh Jackman, quien no olvida sus viejos días como Wolverine y eleva el nivel dramático agregando capas al personaje y presentando una faceta desconocida del héroe. Su presencia convierte una historia súper genérica en una comedia de amigos que por momentos parece hecha a la vieja escuela. El elenco secundario está un poco desperdiciado, pero cada una de las apariciones especiales tiene su tiempo en pantalla para lucirse… salvo los villanos, porque como suele pasar en la saga, son los personajes más planos y menos interesantes de la historia (al menos Emma Corrin denota carisma como Cassandra Nova).
Una cinta que cumple con lo que promete, y que aunque es la más débil de la trilogía, ambos antihéroes demuestran cómo deben ser las películas de superhéroes: estúpidas, divertidas, emocionantes y con un soundtrack lleno de baladas que son cómicas en el contexto. No salvará al MCU, pero es la mejor entrega desde Endgame y puede que el último remanente de calidad en mucho tiempo. ¿Ves lo que pasa cuando dejas a los profesionales hacer su trabajo, Disney?